Chubut Para Todos

Los serruchadores

Nuevas intrigas en el Frente de Todos.

“Alberto cumple, Cristina dignifica”. Remedo del slogan peroniano que alimentaba  los libros y las cabezas escolares a mediados del siglo pasado. Hoy se aplica a quienes creyeron, cuando la viuda de Kirchner anunció la candidatura presidencial de Fernández, que ese obsequio suponía un compromiso: resolver en la Justicia las causas que la complicaban. Para esa tarea, Alberto disponía de un expertise en los pasillos de tribunales (al menos, así lo consideraban los empresarios que lo convocaban). Los tres últimos fallos que favorecieron a Cristina, en particular el de Hotesur, podrían confirmar esa trama especulativa.

Sin embargo, quizás sea demasiado lineal esa imputación: Carlos Zannini habría sido más activo que el Presidente en los trámites judiciales. Además, el matrimonio de conveniencia de la Casa Rosada no atraviesa su mejor momento: ella se arrepiente de haberlo empinado y él sostiene que es ahora “el único dueño de la lapicera del poder”. Para completar esa escritura declamada, algún asesor agrega: “También son dueños de su propia lapicera los intendentes del Conurbano, son los que están con nosotros. Nadie más, el resto mira”.

Por carecer de lapicera, quizás, Cristina no escribe cartas. Ni habla. Avala en su misterio el acuerdo con el FMI. Y obviamente a Guzmán. Hasta ayer, coincidía en el silencio con Alberto sobre el fallo. Raro en el mandatario, un hombre del Derecho, como suele reputarse a sí mismo, que no haya dicho ni una palabra sobre la decisión del tribunal que le evitó el juicio oral a Cristina y flia. Siempre le encantó opinar sobre dictámenes y magistrados, pero en este caso ha cerrado la boca. No ignoraba el fallo ni que su consecuencia podría provocar un malestar general. A ver si, al revés de las elecciones, debe conjugar verbos con su vice al estilo Tolosa Paz: “Ganamos perdiendo”.

Con su silencio, avaló la decisión de los dos jueces que han sobreseido a Cristina. Les confesó angustia y tensión a varios por el episodio. Para  colmo, venía de bombardearse con el súbito impedimento de suspender la compra de pasajes en cuotas ordenado por el Banco Central. En este caso, parece que terminó airado cruzándose con Pesce, y se afirma que mañana podría haber rectificaciones a esa medida o alguna fórmula compensatoria para los que desean viajar.

Mucha improvisación en su amigo del BCRA para no ocultar la escasez de dólares: podría haber bajado sin daño las cuotas de 9 a 3, advertirle a los bancos provinciales por la excesiva extensión del crédito y, quizás, hasta proceder con la poda pero sin incluir en ella a quienes desean triscar dentro del Mercosur. No exigía demasiada ciencia. Mientras, el Gobierno podría inquietarse por otro desprendimiento futuro de dólares: serán por el Mundial de Qatar el año próximo, entre 100 y 200 millones. Al contado o en cuotas.

Máximo desaire. Hay otras urgencias: todavía se discute, como anteayer, si prospera la cuestionada ley de envases, proyecto de Máximo que no encuentra respaldo suficiente en Diputados, salvo La Cámpora y las organizaciones sociales (Grabois, Pérsico, Navarro), que accederían al manejo de otra caja. Siempre pensando en los pobres.

Pero lo que empezó como un misil contra el imperialismo de la Coca Cola se fue extinguiendo por otras quejas y protestas: desde los laboratorios hasta los que embalan huevos en maples. Sería un fracaso anunciado de quien lidera el bloque oficialista, ya conmovido en la semana por una fotografía deliberada, atrevida: es la que se tomaron el intendente Gray junto al jefe de Gabinete Manzur y al secretario de Producción, Kulfas, todos opuestos al cristinismo. El trío aparecio en una inauguración con un serrucho y una sierra eléctrica, dispuestos a todo. En la fotografía, claro.

Delata, sin embargo, una combustión interna feroz, sea porque Manzur persigue un dominio superior junto a los sindicalistas de la CGT, Kulfas se maltrata con su subordinado Feletti y Gray, en apariencia, capitanea la rebelión para bloquear que Máximo lo suceda en la titularidad del PJ bonaerense. Importa Gray por su persistente iniciativa y, además, porque su esposa es senadora (Magdalena Goris) y todos saben lo contento que estaba Kicillof luego de las elecciones por tener un voto más en la cámara Alta provincial. A ver si pierde esa alegría.

El trío de la foto se alinea con Alberto y éste, además de la lapicera, presume de constituir próximamente un consejo asesor propio que le facilite la vida en la Casa Rosada. Sobre esto pensaban discutir anoche en el cumpleaños de Pepe Albistur, en las inmediaciones de La Plata. Difícil que Cristina, nacida y criada en la zona, estuviera en el ágape.

Festejan muchos bonaerenses debido a que el “plan platita” generó cambios en la tendencia de los votantes en la última elección. Gracias a una inyección de fondos de libre disponibilidad que no se registró nunca antes, aunque habría que descontarle la inflación. Esa ayuda en ciertos distritos no fue suficiente, pero demostró un rol protagónico de intendentes que parecían desahuciados por el cristinismo. Ahora juegan con Alberto.

Aunque los vuelcos en la dura interna oficialista enceguecen aun más a inversores, bancos o fondos, la Argentina se desabarranca con el riesgo país como en 2001, padece inflación con controles y empresas como YPF o Telecom se cotizan a precios ridículos: la de petróleo vale unos 1.300 millones de dólares y la de comunicaciones alrededor de 2.000 millones, la misma que en el momento de la fusión costaba 17.000 millones.

Por Roberto García- Perfil