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Sonia Serrano: “Avelluto pidió limpiar de kirchneristas al INCAA y Cacetta se negó”

La auditora y docente de la ENERC, Sonia Serrano, habla de los negocios en el Instituto de Cine y el trasfondo del conflicto. “Quieren mayor concentración y que Clarín sea el principal beneficiado”.

El argumento es conocido: una accidentada y por momentos tragicómica denuncia televisiva interpretada por Eduardo Feinmann contra el director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Alejandro Cacetta, y el director de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), Pablo Rovito, -denuncia que incluyó datos inexactos, fotos ilustrativas erróneas y una serie de severas incongruencias- desató una guerra en el sector cinematográfico. Lo que empezó con la inmensa mayoría de la industria -incluyendo a conspicuos simpatizantes del gobierno, como Juan José Campanella o Adrián Suar- defendiendo a los acusados y denunciando una “burda y falsa opereta”, derivó en una multitudinaria movilización de actores, directores, técnicos, productores y demás trabajadores del mundo audiovisual que, a través de videos virales y asambleas masivas, comenzaron a alertar sobre los riesgos de que, detrás de estas denuncias, se encuentre el intento de desfinanciar al cine nacional, mediante un ajuste que suponga la eliminación del gravamen con el que hoy se financia el 60% del presupuesto del Instituto. Sonia Serrano es docente de la ENERC y, además, una prestigiosa auditora con muchos años de experiencia en la industria cinematográfica en general y en el sinuoso mundo del INCAA en particular. Habla de números y de los viejos negocios que atravesaron a todas las gestiones del Instituto, se pregunta si Cacetta fue echado porque no se quiso someter a ellos y cuenta quién es Oscar Azar, el abogado y productor que, desde distintos sectores, es señalado como el responsable de emitir las denuncias. Además, defiende a Pablo Rovito y dice que su gestión fue “lo mejor que tuvo la escuela hasta el momento”. Señala como gran beneficiario de la posible eliminación del gravamen al Grupo Clarín, y afirma que este conflicto, que sigue en aumento, unió al heterogéneo mundo del cine detrás de una causa común. “Es un sector que ha dado muestras clarísimas de que no va a bajar los brazos”.

¿Coincide con la opinión generalizada en el sector cinematográfico de que la denuncia contra Alejandro Cacetta y Pablo Rovito es una operación?

Bueno, esto que te voy a decir es intuitivo, no tengo pruebas. Pero si vos ves a un tipo como [Eduardo] Feinmann haciendo esto [golpea una pila de papeles contra su escritorio], y en el borde de la hoja se alcanza a ver el sello del INCAA, y hasta el más inocente de los espectadores que está viendo te dice: “está leyendo un expediente del INCAA”, es raro. Y el tipo te empieza a decir a viva voz “porque Pablo Rovito -y aparece la foto de mi tía, qué sé yo- se robó ocho millones, no de pesos, de dólares, y no hizo nada”. Y después aparece la foto de Rovito como un delincuente común instalado en todos los medios con la leyenda “Pablo Rovito robó 8 millones de dólares y no hizo nada”. Eso es lo que queda. Lo que me pregunto es cómo vamos a hacer para revertirlo, a pesar de que estamos pasando por las redes lo que es la escuela hoy, lo que hizo Pablo Rovito, y todo lo que trabaja. Yo soy docente y te puedo asegurar que el ejercicio de la docencia es agotador. A mí me cansan más tres horas de clase que toda una jornada de auditoria. Es agotador. Y los docentes que están en esa escuela son los más prestigiosos en distribución, en producción, en dirección. ¿Sabés cuánto ganamos? Acá está mi recibo de sueldo, yo gano $2500. ¿Sabés cuánto gasto en taxi, en fotocopias, en corregir? ¿Tenés idea de lo que gastamos los docentes? ¿Vos pensás que vamos por el salario que podemos cobrar?

¿Se hicieron obras en la ENERC durante la gestión de Rovito?

Lo que se hizo en los últimos siete años está todo a la vista. Estaban socavados los cimientos, se había caído un ascensor y matado un tipo, no es joda esto. Hubo una inmensa obra de infraestructura que había que hacer ahí. Y está a la vista. Yo no conozco los números, de hecho no sé si Pablo conoce los números porque no es él el que licita las obras. Es académico, no puede manejar dinero. Él es el que hace la curricula, los horarios, pone los docentes, ve las materias, hace las extensiones universitarias al NOA y al NEA. El presupuesto lo maneja el INCAA. Es lo que dice la carta que Pablo le escribe a Ralph Haiek [ex vicepresidente y actual presidente del Instituto tras la renuncia de Cacetta]: “señor, usted ejecutó el presupuesto”. Es una infamia.

¿Y por qué cree que se dio esta denuncia?

Mirá, yo creo que cualquier situación en la que se corte una cabeza, aunque esa volteada parta de una defraudación presunta y no probada, para el gobierno es el mayor logro que pueden tener. Todo lo demás no importa. Y si atrás de eso se descubre que hay una caja de mil y pico de millones, ¡ah, bueno! Y si atrás de eso hay grupos económicos cercanos a este gobierno que se van a ahorrar de seiscientos a setecientos millones de mangos, mejor todavía. La pegan por todos lados. Y si a eso le sumás lo que sugieren muchos, incluso desde el propio gobierno, que Avelluto le pidió a Cacetta “limpiame de kirchneristas todo el INCAA”, y Cacetta se negó… Tal vez todo esto está mucho más estudiado y menos improvisado de lo que uno presume. Tal vez en realidad no sea un tiro por elevación con el que avanzan 20 metros como hacen con otras cosas. Tal vez ellos hayan analizado profundamente esto y sepan que allí hay un negocio que beneficia a Clarín o que los beneficia a ellos mismos y se sientan sobre esa caja. Tal vez no sea tan inocente y hayan hecho una goleada. Matan tres pájaros de un tiro.

¿Por qué la industria del cine esté hablando de la posibilidad de que el gobierno desfinancie el INCAA?

Porque hace siete u ocho meses salió un informe de FIEL donde dice que hay que eliminar el impuesto a los servicios de comunicación audiovisual, que obliga a los licenciatarios de señales al pago del 0,5% de sus ingresos por publicidad. Todo esto empieza ahí. Hace ya siete u ocho meses que este informe está dando vueltas. Un informe que pidió el gobierno a FIEL y que después desmintió, pero el informe está. Ahí nace la propuesta de sacar este gravamen, que representa el 60% de los ingresos del INCAA y al que tributa principalmente el Grupo Clarín. Sacar el gravamen o bien, a través de la ley de convergencia, cambiar el rubro, y que los cableoperadores pasen a regularse como “servicios de telecomunicaciones”, es decir, vestirlas un poco para que eludan el impuesto. Es uno de los caminos. Que la concentración sea cada vez más grande y que Clarín sea el mayor beneficiado.

Marcos Peña aseguró que no se iba a modificar la Ley de Cine. Pero con ese mecanismo no haría falta cambiar la ley para alterar el financiamiento del Instituto.

No, es un tiro por elevación. Por eso esto abre la puerta. Es una manera de que, sin tocar la Ley de Cine, puedas desfinanciar al Instituto, beneficiando a uno de los sectores más poderosos en este momento.

Algunos medios, incluso una columna reciente en La Nación, sugieren que Oscar Azar pudo haber sido el hombre detrás de las denuncias. ¿Quién es Azar?

Oscar Azar es un abogado profesional independiente, mano derecha de Fernando Sokolowicz y de todas las empresas de Sokolowicz, socio de no sé cuánta gente dentro del Instituto. Tienen un negocio montado allí enorme, pero él no es funcionario. ¿Cuál fue el negocio? Cuando empezó -porque ahora ni siquiera lo necesitan-, vos traías un proyecto… Todos los que tenemos un proyecto soñamos con llevarlo a cabo. Y para eso tenés que meterte en los caminos del INCAA, que son sinuosos. Tenés que presentar una carpeta, un guión, un desglose, vas a un concurso, ganás, perdés, seguro que perdés. Armabas el proyecto, armabas un presupuesto, ponele de un millón, y se lo dabas a Azar, que te lo garantizaba. Y ellos armaban ese presupuesto pero ponían cinco millones. Como tenían una cooperativa, parte del equipo técnico eran todos papeles de su cooperativa. Sacaban cinco millones del INCAA, te daban un millón y se quedaban con lo demás. Este fue el primer negocio que hicieron. Todos iban a él inocentemente porque era el tipo que te permitía tener acceso a que esto se hiciera. Después pasaban otras cosas. Pero en principio el negocio era sobrevalorar los costos.

¿Es un negocio que viene de muchos años?

Cuando yo empecé en esto, hace muchísimos años, veintipico de años, esta gente acá eran dioses. Habían ayudado a los exiliados, vos los veías y decías: “este es mi paradigma”. Pasó el tiempo y se hicieron dueños de todos los negocios. Y es algo que atraviesa a todos los gobiernos del INCAA. Ni [Jorge] Álvarez, ni [Jorge] Coscia, ninguno, está libre de corrupción. De Coscia no te puedo hablar. A Liliana [Mazure] la apretaron hasta más no poder. La peleamos con Liliana todo lo que pudimos, pero llegó un momento en que le hicieron un juicio penal. No sé si Liliana había heredado de la madre o tenía una herencia de dos, tres departamentos en Puerto Madero, y se la acusaba vilmente de cualquier cosa. Esta gente es complicada.

¿Por qué dice que hoy ya no necesitan ese negocio?

Y, porque hoy deben tener negocios muchísimo más grandes. Pero hasta guita para un laboratorio hubo que nunca apareció, no sé cuántos millones. Imaginate lo que es un laboratorio. Hay una plata ahí que nadie sabe todavía dónde fue a parar. Azar es un personaje muy especial, es el que más sabe de todas las normativas del INCAA. Nadie sabe más que él, desde la Ley de Cine. El mejor estudio jurídico que vos tengas en la República Argentina no le llega a los talones a este tipo. Conoce eso y conoce todos los expedientes. Conoce todo el presupuesto, la ejecución, la subejecución de las obras. Como es un denunciante serial, tiene acceso a toda la información. ¿Cuál es su estrategia? Siempre denuncia. ¿Qué denuncia? Si subejecutaste el presupuesto, si la partida de acá, cuántos premios se dieron, no importa, siempre denuncia. Nadie lee lo que denuncia, escribe y escribe. Ahora, no lo puedo decir fehacientemente, pero Cacetta no le abrió la puerta. Cuando Cacetta dice: “Me querían someter a manejos espurios y no acepté”, es eso. Como hace un año y pico que no le abría la puerta, lo llamó por teléfono y le dijo: “Te espero en un bar”. Y Cacetta le dijo: “Yo no atiendo en bares, atiendo en mi escritorio”. Y ahí agarró una carpetita y fotocopió tres o cuatro cosas, y lo mandó. Y ahora, que venga la auditoria, que pase todo lo que tiene que pasar, pero ya está, ya le cortó la cabeza. El tema es el respaldo que tiene Cacetta, que ni siquiera es santo de mi devoción. Lo puso la comunidad audiovisual, no era lo que yo hubiera deseado para el Instituto. Porque, de hecho, el plan de fomento a mí no me convence en absoluto. Es para las grandes productoras. Los documentalistas no estamos de acuerdo, está más ajustado a las grandes productoras de cine que convocan muchos espectadores, y no tanto los pequeños y medianos, o el cine más independiente, o del operaprimista. Vos me decís, ¿estás de acuerdo con el plan de fomento de Cacetta? No.

Pero fue puesto por consenso.

Exacto. Pablo lo mismo. Pablo concursó, y hace siete años. Un concurso dificilísimo, donde había directores muy prestigiosos compitiendo. Y si ibas a la escuela a las ocho, a los dos, a las cuatro, o estaba ahí o estaba en el NOA o en el NEA o estaba trasladando equipos o cuidando la escuela. No es un tipo que firma, es un tipo que labura. No hay nada que Pablo no sepa de cada uno de sus alumnos. La despedida de Pablo, que yo llegué tardísimo y lloré como una descosida, fue terrible. Terriblemente emotiva. Nunca se hizo un homenaje a un rector en esa escuela de esta manera. Jamás la escuela funcionó, de verdad. Tenía más docentes que activos. Antes los chicos llegaban tarde, no iban, era una joda. Ahora hay presentismo, al que llega tarde yo le cierro la puerta. Los exámenes son los exámenes, las libretas son las libretas. Los alumnos que salen de ahí son los que ganan premios internacionales. Es una escuela gratuita que se financia de manera autárquica, no es estatal, se financia con recursos propios. ¿Qué son nuestros recursos propios? Nosotros cobramos el 10% de la taquilla. ¿Y de qué vivimos? De los tanques yanquis. Cuando nosotros renegamos porque viene un Hollywood y te ocupa 10 salas y te saca de sala tu peliculita de 2000 espectadores, y protestamos. ¿Y el 10% que deja eso? Es lo que me permite a mí hacer la película chiquita. Parte de la financiación la pagan los yanquis, la taquilla.

¿Cómo se entiende que el vicepresidente del INCAA termine siendo el presidente?

No lo sé. Era el que asumía a veces. Está clarísimo que eran la misma gestión.

Pero podría haberse negado a asumir en solidaridad con el presidente.

No, no dice nada. Silencio

¿O sea que avala lo ocurrido?

Pero lo peor es que es su propia gestión. Es raro esto. El tipo hasta ahora estuvo en el llano, calladito la boca. Y no salió a desmentir absolutamente nada.

¿Se puede hacer cine en Argentina, en América Latina, sin el apoyo del Estado?

No. No existiría el cine. Y no solo el cine, no existiría el arte, las bienales, sin apoyo, sin una decisión política de los gobiernos de financiar la cultura, que es en definitiva nuestra presencia en el mundo. ¿Qué es la cultura, el arte? Es cómo nos identifican en el mundo. Una productora me dijo una vez: “yo conocí la Torre Eiffel por el cine”. Conocemos el mundo a través del cine. Si esto sucede, si se achica el 60% de ese presupuesto, ya está.

¿Piensan que se puede corregir esta decisión tomada por el gobierno?

Yo no sé cuánto les importa. Pero esto no les resulta tan inadvertido. Irán más despacio, buscarán la forma de suavizar, no se van a precipitar. Es un sector que ha dado muestras clarísimas de que no va a bajar los brazos. Todos los que estamos en esto, en estas asambleas, nos peleamos todo el tiempo, pero esto nos unió. Yo tengo diferencias con productores, con directores, puedo tener diferencias con funcionarios, pero acá somos todos hermanos.

¿La renuncia de Rovito no tiene vuelta atrás?

Como luchadora, militante y docente, sobre todo docente, porque si hay algo que voy a ser toda la vida es docente, y me voy a morir dando clase, lo que te digo es: yo no digo la última palabra. Tenemos asambleas y vamos a pensar de qué manera vuelve Pablo. Es todo lo que te puedo decir. ¿Cómo lo vamos a hacer? No lo sé. ¿Si lo vamos a lograr? No lo sé. Pero sí que cada día de nuestra vida, cada segundo va a ser para que esa escuela siga funcionando con Pablo. Es la voluntad. Que la ENERC funcione con Pablo Rovito, con lo mejor que tuvo la escuela hasta este momento. Hay que invitar a todos los medios a recorrer la escuela. Hay que invitarlos a recorrer con cámara en mano, no con estas cositas que apenas podés ver en el video lo que es una sala de edición ¿Sabés lo que es insonorizar una sala? ¿Sabés lo que sale? Hay que ir, poner la cámara y ver lo que tienen los chicos ahí. Hay que hablar con los chicos, hay que estar ahí adentro. Yo a estos tipos no me los bancaba. Yo voy a todos los festivales en Mar del Plata. Este año el cierre del festival fue así [toma un papel y dibuja un figura con tres niveles]: plano superior, plano medio, plano inferior. En el superior estaban los funcionarios, arriba de todo, con champán y sushi. En el medio había sanguchitos de miga y gaseosa. Y abajo solo gaseosa [Risas]. Yo estaba a las reputeadas. ¿O te pensás que me gusta que me ninguneen? Ahora bien, esta misma Sonia, ante este escenario, dice: “bueno, que sigan con el sushi y el champán. Pero que no rompan todo”. Resigno para que quede algo. Es como una guerra. Resigno para que quede un cimiento donde poner una lona, para que algo quede.

Por Diego Sánchez y Bean Gibbons para Revista Zoom –

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Foto: Georgina García | Zoom