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Luis Novaresio: “La política es mucho más frívola que el espectáculo”

Vive entre Rosario y Buenos Aires, la “tibieza” le parece una virtud y escribe en su tiempo libre, pero todavía no se animó a publicar. Es sin dudas uno de los periodistas más respetados del país, pero sabemos muy poco de él. ¿El motivo? Preserva a sus seres queridos y juega a “ser serio para protegerse”.

Un grabador Geloso de cinta abierta -que todavía conserva- fue su primer contacto con el periodismo. En Rosario, su ciudad natal y hoy “residencia part-time”, jugaba a hacer programas de radio. Pasó el tiempo y esa vocación no cambió, pero estuvo obligado a seguir otros caminos. La carrera de Comunicación estaba cerrada, entonces estudió Derecho. “Serás lo que debás ser y, si no, serás abogado”, bromea este periodista de 53 años que se transformó en estos últimos años en una de las voces más respetadas del medio. Conduce todas las mañanas de 6 a 9 horas Novaresio 910, tiene un espacio de entrevistas en Infobae, escribe para el diario La capital de Rosario y se anima a descontracturarse y alejarse un poco de la política todos los domingos a las 22 horas en Debo decir, por América.

-Nunca abandonaste Rosario, ¿cómo manejás la vida entre dos ciudades?

-Yo digo que tengo una doble vida. Hago lo que puedo y no es nada fácil porque ir y venir me roba mucho tiempo. Recién este año mudé mi peluquería y la contadora. Y me costó mucho. Con Reynaldo Sietecase siempre nos identificamos con el latiguillo que dicen todos los directores de televisión antes de salir al aire, “vamos que venimos”. Ya no sé adónde voy ni de dónde vengo, pero voy y vengo.

-¿Qué te atrapa todavía de Rosario?

-Lo más fuerte es que allá está parte de mi familia. También me remite a lo conocido y a lo bien vivido y eso es siempre un espacio cariñoso, de compañía. Rosario es una ciudad hermosa y se le nota el fruto de su propio esfuerzo. Se parece mucho a la gran mayoría de nosotros: los rosarinos, somos hijos de nuestro propio esfuerzo.

-En los últimos años ganaste mucha popularidad, ¿cómo te llevás con la fama?

-Es rara, pero por suerte me agarra de viejo. Cuando sos más joven te creés todo y llegás a pensar que sos importante. Realmente me acostumbré, camino por la calle y viajo en subte sin problemas.

-¿Tu familia cómo la tomó?

-Pésimo. La detestan, la desprecian, por eso yo no hablo de mi vida privada. No involucro a mis seres queridos porque no la pasan bien. Un día me lo aclararon: “Mirá, está todo perfecto con tu carrera, nos encanta, pero nosotros no tenemos la menor intención de pertenecer a ese mundo”.

-¿Se te acerca mucho la gente en la calle? ¿qué te dicen?

-Muchísimo. Se sacan fotos o me cuentan un problema. Por supuesto no faltan los que me putean, pero como buen gringo calentón nunca lo dejo pasar…

-¿Dialogás con ellos?

-¡Claro! Ante todo les pido que me digan cómo se llaman, porque yo pongo la jeta todos los días en la radio y la tele. Después intercambiamos opiniones. De todas maneras el 90 por ciento de los comentarios que recibo es bueno.

-Imagino que cuando te agreden te acusan de tibio…

-Sí, siempre.

-¿Te parece un insulto o un calificativo?

-No me da el piné, pero quiero escribir un ensayo que se llame: El elogio de la tibieza. Creo que en la moderación es en el único lugar donde se puede pensar. Siento que está re bueno el espacio del centro para pensar, priorizo sentarme a escuchar, reflexionar y responder. Eso no implica ser cómodo, ni no tener compromiso, sino todo lo contrario. En los últimos años se instaló algo medio perverso, que es creer que la intransigencia y la intolerancia son lo mismo. La intolerancia es a priori despreciar al del otro equipo. Hay gente que cree que ser intolerante es un valor y, para mí, es una tara de la inteligencia.

-En los últimos años, también, te corriste del periodismo político. ¿Tenías prejucios con transitar otro registro?

-La realidad me sopapeó. Mi primera experiencia fuera del periodismo político fue en Desayuno Americano con Pamela (David). Dudé en hacerlo, pero finalmente acepté. Al principio no la pasaba bien porque no encontraba mi función, no sabía qué debía hacer. Pero me ayudaron a relajarme, fue una gran escuela, porque me animé a bailar o a hacerle una entrevista a Silvia Süller.

-¿Cuáles eran tus prejuicios?

-Primero, la ignorancia. Segundo, mi temor al ridículo.

-¿Encontrás paralelismos entre el mundo de la política y el del espectáculo?

-El mundo más frívolo es el de la política, muchísimo más que el del espectáculo.

-¿En qué sentido?

-Son frívolos, superficiales y están preocupados por las apariencias. Yo he tenido muchos más problemas por quién se sienta a mi izquierda en Debo decir con políticos que con actores.

-¿Te ofrecieron alguna vez sumarte a un partido político?

-Sí, varias veces.

-¿Por qué no aceptaste?

-Por empezar me gusta muchísimo mi laburo. Y creo que no tengo talento para la política.

-¿Qué necesitarías?

-Soy mal administrador. Lo que menos disgusto me daría sería legislar. Es más, alguna vez pensé en hacerlo.

-¿Y qué pasó?

-Estuve muy cerquita de sumarme al Frepaso. Estaba muy deslumbrado por el laburo de Chacho Álvarez y de Graciela Fernández Meijide. Ellos estaban armando el partido en Rosario y me sedujo, pero bueno, por el bien de la Nación finalmente no acepté.

-¿Qué hacés en tu tiempo libre?

-Me estoy dedicando a la actividad física: entreno y nado. También voy mucho al teatro, es un pasatiempo que conservo desde mis primeras visitas a Buenos Aires.

-¿Qué te gusta ver?

-De todo, soy un gran espectador de teatro. El musical no me encanta, pero a veces lo consumo. El teatro off porteño me parece sumanente interesante.

-¿Sos viajero?

-Sí, viajo todo lo que puedo. Es la mejor inversión.

-¿Tenés destinos que te gustan mucho y otros que soñás con conocer?

-Tengo una debilidad por Europa y en especial por Italia. Este año estuve en el País Vasco y volví deslumbrado. Bilbao es una ciudad en la que podría tranquilamente vivir. Sueño con conocer Japón y los países escandinavos, pero mis vacaciones extensar son siempre en enero y allá hace mucho frío. Sería una locura.

-¿Qué estilo de viajero sos?

-No planeo casi nada, sólo el destino de llegada. Soy de buen comer y de buen tomar, entonces para mí eso es un gran placer y una de mis actividades predilectas.

-¿Seguís escribiendo?

-Sí.

-¿Qué escribís?

-Ficción, pero me cuesta mucho tomarme el tiempo, siempre lo postergo.

-¿Pero te da placer o no?

-Me genera mucho placer, pero después no me gusta lo que hago entonces no lo muestro. El año pasado dos editoriales me propusieron publicar, pero juro que me dio mucha vergüenza.

-¿Tenés un costado místico?

-Soy agnóstico, gracias a la Iglesia Católica, pero muy curioso de los credos. Cuando viajo no hay capilla, mezquita o templo Umbanda que no visite. Antes era un agnóstico militante, hoy soy más bien respetuoso de las creencias religiosas. Nada me gustaría más que resolver ciertos temas existenciales con la ayuda de Dios, pero no me sale.

-¿Te analizás?

-Sí. Buenos Aires me regaló el análisis.

¿Siempre con el mismo psicoanalista?

-Sí y siempre psicoanálisis clásico. Un poco más heterodoxo, pero psicoanálisis al fin.

-¿Qué encontrás en ese espacio?

-A mí me ordenó y me ayudó a pensar en mí mismo, porque uno cree que puede consigo mismo y no es así. A mí me gusta este concepto: mi terapeuta dice que el psicoanálisis es un camino necesariamente de a dos en donde, probablemente, el paciente vaya un paso más adelante que el psicoanalista.

-¿El paciente un paso más adelante?

-Sí, porque es obvio hacia dónde quiere ir, pero es un camino de a dos, definitivamente.

-¿Tenés un costado infantil? ¿qué cosas te divierten?

-Sí, obvio. Lo que pasa es que yo juego a que no lo tengo. Soy serio como un modo de protegerme de todo eso. Me divierte estar con la gente que quiero, para mí un programón pasar un sábado con mis amigos de Rosario llegar a las 8 de la noche a un asado y no irme hasta las 5 de la mañana.

-Se te ve más coqueto últimamente…

-Sí, me hicieron coqueto y me gustó. No reniego para nada. El estar más grande me hizo entender que las formas son tan importantes como el fondo y más en un espacio de tanta exposición como el mío. Voy a la barbería y tengo una compañera que se ocupa de mi look.

-¿Te incomoda el paso de los años?

-Yo digo que no, me siento mucho mejor ahora –si hablamos físicamente- que a los 35. ¡Ojo! tengo alarmas absolutas del paso del tiempo: me duele el ciático, sufro mucho el dormir poco y el cuerpo me pasa factura del cansancio. Pero en definitiva creo que está bueno y cito a la gran filósofa argentina Mirtha Legrand: “No cumplir años es grave, porque sino estarías muerto”.

Política y periodismo

“La situación económica y social me parece lo más preocupante. Me parece que este gobierno llegó con el empujón de normalizar la economía, ponerla en marcha, bajar la inflación… y con la expectativa de la transparencia institucional… Lo primero no arranca y respecto de la transparencia hay mucho que achacarle. Hay un nivel de exclusión alto y la inflación no parece ser controlada”, opina Luis sobre la situación del país. En tanto, sobre el periodismo sentencia: “Es un rubro complicado, primero porque estamos bastante vanidosos y egocéntricos y nos interesa más tener razón que buscar la verdad. Por otro lado, la crsdis económica nos golpeó y se le suma la grieta -que yo creo que existe- que transformó todo en un gran disparate”.

Por Fernando Gomez Dossena