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De Cruyff a Neymar, la complicada relación entre jugadores y marcas

En días en que el ojo del huracán alrededor de Lionel Messi y su continuidad en el Barcelona comenzó a perder fuerza, acaso el mejor aspirante a sucederlo en el trono del fútbol mundial, el brasileño Neymar, anunció su incorporación a una nueva marca de ropa deportiva: Puma.Es curioso cómo una empresa no menor, pero sí a la sombra histórica de Adidas y Nike, ya contaba entre sus modelos con la presencia de Diego Maradona, Pelé y Johan Cruyff.

En parte, el origen de esta historia es sabida: a los dos hijos de un padre zapatero, de apellido Dassler, les fue bien con la fabricación de zapatos deportivos, una especialidad casi inexistente en la época. Además, aprovecharon que los Juegos Olímpicos de 1936 se realizaron en su país, en Berlín, y por contactos con entrenadores, convencieron a Jesse Owens para que corriera con las zapatillas Dassler. El velocista de Estados Unidos, el negro vengador de Hitler, consiguió su gran triunfo y la empresa se disparó al infinito.

El tema es que los hermanos se llevaban tan mal que decidieron dividir la empresa. El mayor, Rudolf, más extrovertido y experto en la parte comercial, más un vendedor que un fabricante de zapatillas, recurrió a su apodo de chico para bautizar su nueva empresa. Le iba muy bien con las mujeres: le decían Puma. Y Puma, entonces, se llamó la mitad de Dassler. La otra mitad le correspondió al hermano más chico, a Adolf, una persona más introvertida, pero con más vocación de zapatero, que quiso llamar a su empresa con las dos primeras letras del nombre y las tres primeras del apellido: Ad Das. Como ya había una marca con el mismo nombre, Ad Das terminó llamándose Adidas.

Adidas siempre vendió más que Puma, pero hubo una bisagra y fue el Mundial 54. El entrenador de la selección, Josef Herberger, primero se acercó a Rudolf Dassler, o sea al dueño de Puma, y le ofreció un trato: “Vos les das botines a los jugadores y a mí me pagás 1000 marcos por asesoría técnica”. Rudolf se escandalizó: “No voy a pagarle a nadie para que me haga promoción”. Entonces Herberger le presentó la oferta a Adi Dassler, o sea a Adidas, y la respuesta fue positiva. Como además Alemania salió campeona, y en una final jugada con mucho barro, Adi Dassler se convirtió en un héroe inesperado. Esos botines fueron señalados como clave para la adaptación de los alemanes al campo de juego y el dueño de Adidas, que estuvo en el Mundial junto al plantel (se sentaba en el banco de suplentes), pasó a ser conocido como el Zapatero de la Nación.

Como si fuera poco, dos años después, en Melbourne 56, comenzarían las rencillas olímpicas. Ya para esa altura, habían entrado en acción los hijos de los fundadores: Horst Dassler, el hijo de Adi, el creador de Adidas -que tenía la voracidad empresarial que le faltaba a su padre-, consiguió hacer retener el cargamento de zapatillas Puma en la Aduana de Australia. También en México 68, Adidas volvió a frenar todo tipo de importación de su competidora en la Aduana, pero el resquicio que Puma encontró fue justo para la foto más famosa de esos Juegos, y acaso de la historia olímpica: el saludo de Tommie Smith haciendo el saludo del Black Power con una zapatilla Puma en el pie del podio (Usain Bolt, en el cambio de siglo, sería otro hombre de la marca).

A pesar de que ya casi todo era de Adidas (que más adelante tendría su gran competidor en Nike), la marca del hermano “perdedor” también tuvo sus extraordinarios éxitos en el fútbol. Acaso no tanto a nivel de equipos o selecciones, pero sí de figuras individuales: Maradona y Pelé fueron futbolistas Puma en México 86 y México 70. Sin embargo, seguramente sea aún más recordado el caso de Cruyff en 1974. El capitán holandés, líder de La Naranja Mecánica, fue un maestro de la publicidad: como su selección usaba Adidas, pero él tenía contrato con Puma, se hizo borrar el trébol y una de las tres tiras de las camisetas provistas por su competidor. Si sus compañeros jugaban con tres tiras, él lo hacía con dos. La creación al poder.

Cruyff marcó una revolución futbolística en un momento en que las estructuras y las tradiciones de su país ya no debían ser aceptadas, sino debatidas, puestas en duda. Holanda del 74 cambió la forma de jugar al fútbol, incluso hasta hoy: por algo Cruyff, muchos años después, ya como técnico del Barcelona, sería el hombre que influenciaría a Guardiola. Tenía una actitud anárquica y un amor por la provocación al establishment. Es famosa su decisión de perjudicar a Adidas en 1974, pero a Cruyff le gustaba tanto el dinero que también se la hacía muy difícil a su sponsor de siempre: cada tanto, usaba botines Adidas porque decía que los Puma le hacían doler los pies, aunque solo era una treta para renegociar su contrato. Seguro que Neymar no se anima a tanto.

Por Andrés Burgo – La Nación