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Cae la pobreza o se hace invisible

Los indicadores oficiales muestran una baja de la pobreza al 17,9 por ciento de hogares y 25,7 por ciento de las personas. La indigencia se pulverizó. Fuerte cuestionamiento a la forma de elaborar los datos.

El Gobierno celebró como un triunfo la información distribuida ayer por el Indec: en el segundo semestre de 2017 la pobreza bajó al 17,9 por ciento medido por la cantidad de hogares, y al 25,7 por ciento por la cantidad de personas con ingresos insuficientes. El dato de indigencia es aún más sorprendente: apenas el 3,5 por ciento de los hogares, que abarca al 4,8 por ciento de las personas, no llega a cubrir una canasta básica de alimentos con sus ingresos (o los del grupo familiar al que pertenece). El análisis más minucioso de los datos lleva a relativizar el supuesto triunfo en la batalla contra la pobreza. La canasta básica total que se toma como referencia para fijar la línea de pobreza (segunda mitad de 2017) suma apenas 5130 pesos, con lo cual una jubilación mínima o una pensión por el 80 por ciento de la mínima, alcanzan largamente para superar ese umbral. Además de la subestimación de la canasta, cuya brecha se abrió aun más con la inflación de 2016 y los tarifazos del año pasado, hay un dato adicional que abre más interrogantes: la pobreza bajó entre semestres, pero subió del tercer al cuarto trimestre, lo cual indica que la baja no es una tendencia definida.

Qué es lo que dice el informe del Indec: las personas en situación de pobreza, que en el segundo semestre de 2016 representaban el 30,3 por ciento de la población urbana (en los 31 aglomerados en los que se realiza la encuesta), bajó al 28,6 por ciento en la primera mitad de 2017, y al 25,7 (el dato conocido ayer) en la segunda mitad del año pasado. Es decir, que en un año el gobierno de Cambiemos “logró” una baja de casi 5 puntos en los índices de pobreza: esto equivale a más de un millón 260 mil personas que habrían dejado ese estado de insuficiencia de ingresos. Los datos anteriores ya no existen en las estadísticas oficiales: los del primer semestre de 2016 porque no se midieron por el “apagón estadístico” decidido por la conducción del Indec, las anteriores a 2015 han sido directamente ignoradas por “poco confiables”.

Medido por cantidad de hogares, la evolución fue similar: del 21,5 por ciento de hogares pobres en la segunda parte de 2016, se pasó al 20,4 por ciento en la primera de 2017 y a 17,9 por ciento del último semestre. Eso representa 324 mil hogares “rescatados” de la pobreza en un año. Yendo a las mediciones de la indigencia, de un año a otro (segundos semestres), el Indec refleja una baja del 6,1 al 4,8 por ciento de personas en situación de indigencia, y del 4,5 al 3,5 por ciento en cantidad de hogares.

Entre los distintos aglomerados, los que muestran las tasas más bajas de pobreza son CABA, Ushuaia, Comodoro Rivadavia y Bahía Blanca (entre 5 y 10 por ciento de los hogares), en tanto que los índices más altos se verifican en Gran Resistencia, Corrientes, Santiago del Estero y Concordia (del 30 al 26,5 por ciento de los hogares).

Esta información es la que se divulgó y circuló. Pero algunos análisis cuestionaron las conclusiones exitistas de los funcionarios. Hernán Letcher, del CEPA, apuntó que “la decisión, apenas asumido el actual gobierno, de modificar las proyecciones poblacionales, aumentando la proporción de adultos sobre la población total, impacta reduciendo la pobreza”. Ello se puede verificar observando los datos del Indec incluídos en el mismo informe. Cuando se mide la pobreza según el rango de edad de la población, se observan los siguientes resultados:

  • Hasta 14 años de edad (inclusive), 39,7 por ciento.
  • De 15 a 29 años, 31,3 por ciento.
  • De 30 a 64 años, 21,1 por ciento.
  • De 65 años o más, 6,3 por ciento.

El primer dato a subrayar es que casi el 40 por ciento de los menores vive en hogares pobres (o en la calle, aunque la encuesta no lo puntualiza). En la otra punta etaria, en la población de tercera edad la pobreza es ínfima. Si se aumenta la proporción de adultos en la estimación, eso tira para abajo el resultado, como indica CEPA. La otra evidencia es que, para el Indec, una jubilación mínima e incluso una pensión equivalente al 80 por ciento de la mínima, alcanza largamente para cubrir una canasta básica total si el beneficiario no tiene otra persona a cargo. En efecto, la canasta básica total media requerida por un mayor de 65 años entre julio y diciembre de 2017 promediaba menos de 4400 pesos, mientras que la jubilación mínima alcanzó en septiembre de 2017 los 7246 pesos. Una fuerte subestimación del costo de la canasta básica para un jubilado juega también en favor de bajar el cálculo de pobreza. Vale señalar que en procesos inflacionarios, estas distorsiones de estimación tienden a agrandarse.

Otro dato que relativiza el supuesto éxito contra la pobreza los aporta Claudio Lozano, ex diputado nacional (Unidad Popular) y coordinador del Instituto de pensamiento y Políticas Públicas. “La tasa de pobreza del 25,7 para el segundo semestre es resultado de una tasa del 25 en el tercer trimestre y 26,4 en el cuarto, es decir que bajó y volvió a subir; no hay ninguna tendencia consolidada a la baja, y los aumentos de precios en el primer trimestre de este año garantizan que hoy la tasa está por encima del 26,4 por ciento”. Apuntó, además, que la supuesta mejora surge de comparar los datos contra 2016, “año en que la propia política del gobierno elevó el índice de pobreza”, probablemente en más de diez puntos.