Chubut Para Todos

Las verdes intenciones

Las estrategias del campo político buscan entender cómo enfrentar el fenómeno Milei.

Hoy, el campo político está tratando de entender cómo enfrentar al fenómeno de Javier Milei de cara a las elecciones de octubre.

Comparaciones. No es raro que quienes estudien el veloz ascenso de Milei en la escena nacional se remitan a casos homologables como los de Donald Trump, Marine Le Pen, Jair Bolsonaro, José Antonio Kast, o Giorgia Meloni. Claro que ninguno de los países donde emergieron esos dirigentes tiene 39,7% de inflación anual promedio como en la última década en Argentina, ni que el ingreso per cápita promedio en ese lapso se haya incrementado apenas un 0,7% anual, por debajo del crecimiento de la población del 1% anual. Para poner un punto de comparación, en el mismo tiempo el ingreso per cápita de Chile aumentó en promedio 2,8% anual (ya casi duplica al argentino) y su inflación media anual es de sólo 3,5% (datos del Banco Mundial).

Las estrategias para frenar el ascenso de Milei se desgranan en dos frentes: 1) atacarlo en su personalidad y en su vida íntima, sus perros, relaciones familiares, etc.; 2) arremeter contra su programa político, económico y social pasado o presente. Está visto que la primera fórmula sólo parece hacer crecer su presencia en la conversación pública y mantenerlo en el centro de la escena. Sin embargo, las dos opciones parecen insuficientes.

Quienes arman carpetas para discutir las posturas del libertario encuentran material de sobra. Milei debería merecer algún Récord Guinness por horas de presencia televisiva en los últimos cinco años. En cada oportunidad planteó sus opiniones y propuestas crudas y sin filtro, dejando frases para años de análisis semiológicos. No obstante, la hiperfragmentación de la información lleva tanto a la dificultad para la recordación de cuestiones puntuales, como a la imposibilidad de comprender el panorama completo. 

Estoy verde, no me dejan salir. Quienes proponen discutirlo por su programa se inclinan por atacar el plan de dolarización, ya que esta propuesta es central para llevar la inflación a cero según expresa el libertario. La cuestión presenta flancos para la discusión. De hecho, Milei sigue sumando alternativas para llevarla adelante (ya serían cinco) y de ahí se puede deducir que todas tienen sus dificultades. Se puede observar, por ejemplo, las críticas que su jefe de asesores económicos Carlos Rodríguez le realizó al plan de Emilio Ocampo sobre securitizar las Leliqs para transformarlas en títulos que puedan comprarlos los grandes fondos de inversión (la famosa despesificación). Acá hay dos problemas, cuál sería el valor de mercado de los instrumentos, pero el segundo punto es el más importante, detrás de las Letras de Liquidez que tienen los bancos (alrededor de 20 billones de pesos) están los depósitos de empresas y particulares: ¿cuánto recibirían a cambio? También se debe evaluar qué harían quienes tienen depósitos en pesos en el sistema financieros si su destino es la extinción, una Puerta 12 para el sistema bancario. Otro problema es que empresas y comercios, y en especial el Estado debería pagar salarios, jubilaciones y demás erogaciones en dólares a partir del día uno de la dolarización. Todo complicado. 

No se puede dejar de observar que la dolarización ofrece un costado popular en un país que sueña en “lechugas crocantes”. La propuesta de Carlos Melconian parece más factible, menos ambiciosa y también menos vendible, esto es sacar una ley que permita emplear el dólar para las transacciones cotidianas y permitir que todo tipo de contrato se haga en moneda extranjera. Tampoco es muy claro en el lenguaje popular de Melconian saber si el Estado continuará siendo el árbitro de la contienda (flotación sucia). Queda por ver la posición de Sergio Massa sobre el futuro régimen cambiario, tema que se ha tomado la centralidad de la campaña. 

Las blancas también juegan. El candidato de Unión por la Patria eligió por ahora, el camino de redoblar su rol como ministro, para tomar decisiones right now como la eliminación casi total del impuesto a las ganancias a los salarios. Casi total, porque queda por ver con detalle qué sucederá con las escalas más altas, por ejemplo, salarios de la alta gerencia de multinacionales. A los efectos prácticos, Massa funciona como presidente en ejercicio. Se le debe reconocer que logró dos objetivos, uno económico que es parar la corrida cambiaria que se había iniciado previamente a las elecciones del 13 de agosto y luego el político que es sumar a los gobernadores e intendentes a la campaña de acá a octubre. Los resultados electorales impactaron fuertemente en toda la geografía peronista. Las declaraciones de Ricardo Quintela, sobre que renunciaría si gana Milei pudieron parecer exageradas, pero expresa la preocupación de líderes locales que un orden libertario los llevaría al borde del ocaso. No obstante, algunos datos –muy preliminares– parecen ser alentadores para Massa en cuando a sus posibilidades de entrar a un ballottage. Necesita obtener ocho puntos más que lo obtenido en las primarias.  

Para Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta pasó de ser el continuador de la dinastía macrista a ser un obstáculo. Si hubiera sacado quinientos mil votos más, hoy la historia se estaría contando de otra forma. Pero en la propia Ciudad de Buenos Aires –que parece a medio hacer con obras paralizadas– sacó apenas el 20% de los votos, y ahora sus votantes, en general, personas de mayor edad, son más proclives a quedarse en casa que mostrar apoyo enérgico a Bullrich. En CABA el método electoral ideado por Larreta pasó de ser una gran idea a un desastre. Todo esto también se transformó en un gran problema para Jorge Macri, quien debe atraer los votos de Martín Lousteau, y frenar a Ramiro Marra. Ahora, las listas locales volverán al papel, irán separadas, pero finalizarán en el mismo sobre. Todo cambio de reglamento electoral trae consecuencias inesperadas.  

Todo al amarillo. Las fichas de JxC para este tramo están puestas en Melconian, quien con su particular estilo pudo lo que su espacio no logró en estos meses, que los fideos con tuco (o la falta de ellos) pasaran a ocupar un lugar en las conversaciones populares. Queda por ver si tiene una traducción en la intención de voto, que al final del día es lo único que importa. 

Por Carlos De Angelis