Chubut Para Todos

La Suprema suprime

Hay conspirativos que dicen que hay que esperar el fallo sobre el fondo de las cuestiones de San Juan y Tucumán.

Los integrantes de la Corte Suprema hablan poco, pero cuando hablan siempre hacen ruido. Esta semana se destacaron al menos por dos temas: 1) los fallos que suspendieron las elecciones a gobernador en dos provincias controladas hace mucho por peronistas, y 2) las declaraciones del presidente del cuerpo respecto de que el modelo económico constitucional es el capitalismo y ojo con el exceso de emisión monetaria. Quizás en otro país ordenado y estable no hubiesen hecho tanto ruido, pero en este clima de fin de ciclo de la Argentina, todo huele raro. Hasta lo obvio.

La primera cuestión a marcar es que esta Corte no es la del pre-2016, ya que ahora son cuatro integrantes, de los cuales dos se sumaron a partir de la gestión Macri. Uno más filorradical y otro más filoperonista, como una suerte de ley de la compensación. Lorenzetti llegó con Néstor hace 18 años y Maqueda arribó con Duhalde hace 20 años. Existe una tendencia, como en este caso, a que fallen tres para un lado y el restante en disidencia o ausencia.

Los conspirativos que nunca faltan dicen que hasta acá fueron solo suspensiones en función de cautelares, pero hay que esperar qué pasa con los fallos sobre el fondo de las cuestiones. Por ejemplo, hay quien piensa que –basado en la ley de la compensación como los árbitros de fútbol– podrían darle la razón a uno de los dos afectados y no al otro. ¿Quién sería favorecido? La especulación indica que Manzur podría ser habilitado y Uñac no. ¿Paga el sanjuanino los platos rotos? Relativamente o… todo lo contrario.

En la provincia de San Juan hay ahora ley de lemas que reemplaza al sistema de PASO provinciales. En este caso, se enfrentaban dentro del peronismo los dos grandes referentes, Gioja y Uñac. Pero hete aquí que, si se hubiera votado este domingo, el actual gobernador habría perdido frente a su expadrino. No solo eso, sino como además el candidato individual más votado hubiese sido el principal opositor Marcelo Orrego (Juntos por el Cambio), la “esperanza blanca” sanjuanina terminaría en un pálido tercer lugar. Entonces, los conspirativos piensan que a Uñac lo salvó el gong (la Corte) de exponerse como amplio derrotado político. Justo el mandatario provincial que no firmó el juicio político a la Suprema. “¡Qué curiosa coincidencia!”, dirían Les Luthiers, quienes seguro tampoco sabían que el gobernador de San Juan casi que le anticipó sus intenciones a un colega de una provincia mesopotámica hace un tiempo.

Siguiendo con personajes que mueven el avispero, el otro gran actor de la semana ha sido Sergio Tomás Copperfield. Primero, persigue a quien pueda darle dólares como el Coyote al Correcaminos (veremos si sigue la misma suerte). Eso seguirá con pronóstico reservado los próximos tres meses, hasta las primarias. Pero su gran definición de la semana tuvo que ver con la política interna del Frente. Está claro que 1) quiere ser candidato a presidente, 2) quiere ser el único, y 3) de la mano de eso, busca terminar de certificar que la coalición tiene solo dos grandes líderes, Él y Ella. Claro que con proporciones accionarias distintas, porque el renovador llegó al Frente de Todos como último invitado. Sin embargo, podría cumplirse el bíblico “los últimos serán los primeros”.

Pero ¿para qué querría ser Massa el candidato de un espacio que lo más probable es que pierda la elección presidencial? Para cobrar políticamente el “sacrificio” acumulando poder a través de tropa propia con diputados nacionales, legisladores provinciales bonaerenses, candidatos a intendente, etcétera. Y el 10 de diciembre convertirse en una llave de la gobernabilidad para el próximo/a presidente/a. ¿La jefa le daría ese poder? Bueno…, depende de lo que negocien. ¿Qué problemas le podría resolver el ministro de economía a la abanderada de los humildes? La Corte, otra vez la Corte.

Un tercer personaje de esta semana lo podríamos llamar “Axel el travieso”, ya que sigue agitando la posibilidad de separar la elección de gobernador de la de presidente. De ese modo, él y el resto de los muchachos bonaerenses se quitarían de encima el peso de un presidenciable que no podría ganar, siendo que Kicillof no mide nada mal por sí mismo. Ahora, ¿no pierden así el efecto Milei de dividir el voto opositor? Como comentamos la semana pasada en esta columna, “el león” se está convirtiendo también en un problema para el Frente, absorbiendo votantes en la base de clase baja, ergo el chiste libertario ya no tiene tanta gracia. Sin casi estructura libertaria en la provincia, quizá el juego vuelve a repartirse solo entre dos.

Los amantes de la norma se preguntan si esa anticipación puede ser posible. Por empezar, necesita pasar por la Legislatura, de modo que si se le ocurriese hacerlo por decreto sonaría a escándalo. ¿Entonces es vía muerta? No tanto, porque a los radicales bonaerenses no les desagrada la idea de desdoblar, ergo Axel podría “juntar las manos” necesarias. Los boinas blancas no tienen precandidato a gobernador competitivo y de esa manera podrían convencer a Manes o a Posse de ofrecerse para la pelea. Sin candidato presidencial y a mandatario bonaerense de fuste, son rehenes del PRO. De esta forma, podrían discutir de otra manera el paquete provincial.

Ahora, si la elección bonaerense va separada, ¿quién militaría por el mártir que desempeñe el rol de candidato presidencial por el Frente de Todos? Es de imaginar que Sergio Tomás –uno de los más hábiles observadores de todas las oportunidades que brinda el tablero político argentino– pondrá sobre la mesa esa condición, interrumpiendo las eventuales travesuras de Axel. Y si no, pensará Copperfield, pierdan con Wado, con Axel o con el “Pichichi”.

Mientras todo esto ocurre, sobre cinco elecciones provinciales, en cuatro ganó la continuidad. Y de las tres que se realizarán mañana, hay alta probabilidad de que sigan la misma línea. Pero claro, todo eso es un espejismo porque la ola de cambio solo crece desde que empezó el año, más allá de lo que la Suprema suprime.

Por Carlos Fara