Si el último trabajo presentado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA no tuviera margen de error, podríamos afirmar que, de los casi 3 millones de argentinos que se contagiaron y lograron recuperarse del Covid-19, un millón está bajo alguna clase de tratamiento psicológico o psiquiátrico y otro millón y medio está pensando en hacerlo o al menos lo considera necesario.
Un año y medio de pandemia -con sus pérdidas, sus encierros, sus incertidumbres y sus miedos cotidianos- permiten ya ir sacando conclusiones bastante certeras sobre el durísimo impacto que tuvo también en materia de salud mental. Y es posible, incluso, hacer un recorte sobre aquellos que pasaron personalmente por la enfermedad.
El Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA viene cumpliendo una importante tarea de seguimiento de nuestra sociedad como si fuera “el” paciente. Y, al cabo de este nuevo estudio, recomienda a las autoridades que dispongan de los mecanismos y programas necesarios para atender con urgencia las secuelas anímicas y mentales que deja el coronavirus, sobre todo en sus estados más severos.
Veamos las principales conclusiones de este nuevo trabajo:
• Las personas que han sido infectadas por Covid-19 y se perciben de sectores socioeconómicos bajos y con menor nivel educativo reportan mayores niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida.
• Las personas que han sido infectadas por Covid-19 y experimentaron los síntomas de fiebre alta, falta de aire y necesidad de asistencia respiratoria reportan mayores niveles de sintomatología ansiosa y depresiva.
• Las personas que han sido infectadas por Covid-19 y estuvieron internadas reportan mayores cambios negativos en su atención y su memoria.
Por Edi Zunino- Radio Perfil