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La historia de película que puso a Trungelliti en el cuadro principal de Roland Garros

El santiagueño estaba en Barcelona, a más de mil kilómetros, cuando se enteró que se le había abierto un cupo para debutar en París.

De Barcelona a la segunda ronda de Roland Garros en 24 horas, tras mil kilómetros por carretera con su familia y desafiando el cansancio: el argentino Marco Trungelliti protagonizó una insólita ‘road movie’ con final feliz en el inicio del gran torneo parisino.

Domingo 27 de mayo. Trungelliti se está preparando para ir con su familia a la playa. Su abuela Dafne (89 años), con la que la familia va a recorrer la zona de Barcelona en un coche de alquiler, está en la ducha.

Entonces recibe la noticia: la oleada de bajas en el cuadro principal hace que pueda entrar en Roland Garros, algo que se confirma después con la renuncia del australiano Nick Kyrgios debido a una lesión en un codo.

El tenista de Santiago del Estero es elegido como ‘lucky loser’ (perdedor afortunado, jugador repescado tras caer en las clasificaciones) para ocupar su lugar en el cuadro principal y enfrentarse este lunes por la mañana, en el primer turno de la pista 9, a otro australiano, Bernard Tomic (206º del ranking ATP), al que terminó superando 6-4, 5-7, 6-4 y 6-4.

Pero no es fácil llegar a París desde Barcelona, donde reside. Hay cancelaciones aéreas y también hay problemas con los trenes en Francia. La solución parece clara: utilizar el coche de alquiler para cubrir la distancia entre las dos ciudades, en compañía de su hermano pequeño André, su madre Susana y su abuela, que se toma el viaje como una aventura.

“Ella siempre dice que con su marido armaban viajes de un momento al otro y que eso a ella le gustaba”, contó Trungelliti, que se ganó la atención de la prensa internacional por su odisea, con un lleno en la principal sala de prensa de las instalaciones de Roland Garros.

Trungelliti había disputado la pasada semana la fase de clasificación de Roland Garros, donde ganó en sus primeros partidos a su compatriota Renzo Olivo y al portugués Pedro Sousa, antes de perder el jueves contra el polaco Hubert Hurkawcz, que le privó de entrar al cuadro principal.

Decidió entonces regresar el viernes a Barcelona, la ciudad en la que reside y entrena con Albert Portas, para continuar la preparación de su temporada. El sábado comió asado, “una de las razones para vivir para un argentino”, explicó. Y el domingo pensaba descansar en la playa.

El clan Trungelliti, en su viaje en carretera, paró a cenar a las nueve de la noche y llegó a París “hacia las once de la noche”.

Su abuela Dafne, una mujer muy creyente que pone velas “a todos los santos”cada vez que su nieto juega un partido importante, pudo vivir el partido además en la cancha, algo a lo que no está acostumbrada.

“Ella no sabe mucho de tenis, no tiene idea de cómo contar o de cuándo se acababa el partido”, explicó. “Ahora a disfrutar de París. Espero que no se me muera aquí“, bromeó el protagonista inesperado del día en Roland Garros.