Chubut Para Todos

Guillermo Coria , flamante director del equipo de la Copa Davis

El tenista cuenta por qué, pese a las ofertas para vivir afuera, sigue apostando por el país

–¿Cómo es eso del mundo de las mujeres en el que, de pronto, quedaste inmerso?

–Mi esposa tiene cuatro hermanas. Mi suegra, Gabriela, fue como una segunda madre. Falleció hace dos años y fue muy duro. Hace unos días se casó mi cuñada, la menor, y bueno… Se siente un montón. Con ella estuve más que con mi propia mamá, es duro acostumbrarme a su ausencia. El casamiento fue emocionante, se te vienen todos los recuerdos. Ella manejaba todo, era el centro. Me defendía a muerte y hacía las mejores paellas del mundo.

–¿Qué hacés por ellas (o con ellas) que nadie imaginaría? ¿Qué te enseñaron?

–Uf, de todo. Falta que les pase la planchita (risas). Realmente ahora soy mucho más cuidadoso que antes. Pensá que yo me fui de mi casa cuando tenía apenas trece años, a vivir a Key Biscayne. Cincuenta dólares por semana había arreglado el director de la academia. Pasé años con cero mimo, viviendo y entrenando, llevando una vida más que austera y solitaria. Cuando volví me fui a vivir al Cenard. Hasta que mi abuela se vino desde Rufino a vivir conmigo. Inolvidables sus empanadas de carne y sus consejos. Fueron tiempos muy lindos.

–Digamos que las mujeres te suavizaron un poco. Porque siempre se habla de tu coraza, cierta distancia…

–Es que soy tímido y me cuesta mucho poder demostrar. Cuando mis cuñadas vienen y me abrazan yo no puedo devolverlo de la misma forma. Me cargan por frío, no soy de relajarme y soltar. Me sigue costando. Y con la gente, en general, cuando se me acercan y me dicen muchas cosas, también me siento incómodo. Digamos que me cuestan los halagos.

–Te gusta el fútbol, ¿no?

–Sí, la familia de mi mujer era cero futbolera pero yo soy de River y me defiendo jugando. Me gusta. Igual acá son todos de Newell’s. Hasta los trece años jugué al fútbol y al tenis en el club Centenario de Venado Tuerto, pero quería hacer un deporte individual. Conservo muchos amigos de esa época. Después, cuando me dediqué al tenis, tenía por contrato hacer otro deporte. Y elegí fútbol.

–¿Messi o Maradona?

–Y… es difícil porque uno creció con Maradona. Italia 90: viví todo eso. Pero también disfruté del comienzo de Messi, que es de acá. El orgullo de ser testigo de semejante carrerón. Yo viví en Barcelona un año cuando me operé del hombro y vi sus comienzos con Ronaldinho. Después lo seguimos paso a paso con mi hijo Thiago, que es su fan y no puede creer que me siga en Instagram. Diría que ambos son potencia, dos locuras. Pero después, en lo personal, yo conozco de cerca a la familia de Messi; somos todos de Rosario y a veces salimos a comer. Lo que más me gusta de Leo es el perfil bajo, la familia que armó y cómo se maneja.

–Bastante parecido a lo tuyo. No te imaginamos con un show constante a lo Icardi-Wanda…

–No, la verdad es que no. Debe ser difícil ser ellos. Pero también lo buscan. ¿Esa exposición tremenda? Yo no podría. Y te digo algo que nada que ver. A mí me invitaron a participar en política y, de solo imaginar la situación de exposición constante, dije no. Me afectan mucho las críticas, injusticias, todo lo que se dice y no es cierto. Eso no lo puedo tolerar; además de exponer a los hijos. Lo que después le puedan decir en el colegio, en el club. No me perdonaría que la pasen mal o sean tratados de forma diferente por culpa mía.

–¿Qué políticos te buscaban?

–No importa. Yo tengo buena relación con gente de todos los partidos. Mi abuelo de Rufino fue un gran radical que me dejó escuela. En el interior respetamos mucho a Alfonsín. Me gusta ese perfil. Pero prefiero no hablar de la actualidad. Sí puedo contar que todas mis inversiones las tengo en Argentina. A pesar de todos los que me preguntan por qué no me voy a vivir afuera. Mi respuesta es que soy de estos pagos y quiero que mis hijos vivan acá. Mi familia está en Venado Tuerto, yo en Rosario desde que me retiré. Y así será, salvo que se vaya todo al diablo y vea amenazado nuestro futuro. Hoy apuesto a esto.

–¿Qué encontrás acá que no abunda en el mundo?

–Yo viví en Europa y Estados Unidos y por supuesto me encantó. Pero los vínculos son diferentes. Allá tenés la seguridad, la tranquilidad en muchos sentidos. Pero en mi caso triunfa el deseo de los encuentros, la solidaridad, la espontaneidad de la gente y de los programas que surgen naturalmente. Igual da bronca que, con todo lo que tenemos, no logremos un país mejor.

–¿Qué opinás del escándalo Novak Djokovic? Sos amigote de él, ¿no?

–Mi hermano Fede estuvo entrenando con él antes de que le sacaran el pasaporte. Y la verdad es que yo tengo la mejor. No hace falta que explique lo que él significa para el tenis. Pero también estoy a favor de las vacunas y de respetar las reglas: no hubiese sido un buen mensaje haberlo dejado jugar en Australia, hacer excepciones.

–Hace unos años tuviste a tu hijo al borde la muerte. Después dijiste que, de haber pasado algo así antes, no te hubieras hecho tanta mala sangre en tu carrera.

–Pero no está bueno llegar a un límite tan extremo para valorar todo lo que te da la vida. Cuando vos levantás a tu hijo que lo pensás muerto [N de R: Thiago se cayó de un balcón cuando tenía dos años] y ves que no reacciona… La vida se te cae a pedazos. A mí me sucedió un milagro y fue que había dos médicos en el club, que llegaron al instante y le hicieron respiración boca a boca. Me lo arrancaron del brazo. Yo lo tenía con tanta fuerza que me quedaron las marcas. Tuvo fractura de cráneo y 48 horas críticas controlando un coágulo de sangre. Por eso siempre digo que los médicos son mis héroes. Los veneramos cuando pasa algo grave, pero no hay reconocimiento. Empezando por lo económico.

–¿Cómo superaste semejante shock? ¿A qué te aferraste?

–Podría decir que a Dios, claro. Pero si bien somos creyentes, no practicamos mucho la religión. Me siento un agradecido eterno. Lo que pasó me acomodó en este mundo, supe para siempre cuáles son las prioridades. Uno conecta con lo simple y lo sagrado, que no son los dioses sino la familia sana, unida. Los amigos. Y honrar las nuevas oportunidades de trabajo, como ahora, con la capitanía argentina de la copa Davis. Espero que podamos ganar. Y, si no, que quede mi grano de arena, mis consejos y todos mis sueños.