Chubut Para Todos

Facundo Arana: “No soy naturalmente feliz”

Viene de un año televisivo regular, luego de que la telenovela turca “Las mil y una noches” se impusiera a “Noche & Día”. Reestrenará “En el aire”, en el Tabarís. Y confiesa en su entrevista con la periodista Marina Zucchi: “Me ganó Onur. ¿Y qué?”.

Bielsa dice que el fracaso es “formativo”. Que “el éxito nos vuelve peores”. ¿Que a “Noche & Día” no le fuera bien tuvo algo de formativo o aleccionador?
No. Siento que fue un programa bellísimo. El libro fue buscando sus idas y vueltas. Escribía un genio, Willy van Broock, Después vino la novela turca. ¿Que te puedo decir? Son circunstancias que no me molestan. No es formativo ni deformante. Yo no voy por la vida acumulando fracasos. Exito y fracaso son subjetivos. ¿Vidas robadas fue un éxito? Sí, desbordó, pero no terminó con la trata de personas. El éxito es tener el oficio de actor. Un carpintero puede saber todo lo que quiera de la física de clavar un clavo, pero hasta que no se clavó mil veces los dedos… Tengo muchos martillazos y horas de carpintero.

Hace unos meses el título común era “Onur le ganó a Arana”.
Es cierto. Onur le ganó a Facundo. ¿Y qué? ¿Te acordás el nombre del actor? Nadie se acuerda. El personaje le ganó al actor. Eso es un fenómeno. Aplaudo. Soy muy buen público. (Se ríe). Te puedo mostrar una foto de mi hija haciendo de Sherezade en el acto de fin de año. Me lo banco.

Deberian haberles dado un premio al remo. Quisieron sacar a flote a la tira de todas formas.
Se lo pusimos. Como a cualquier cosa que yo hago en la vida. Hasta te llegan a cargar por ponerle tanto de más. Nunca va a ser suficiente el esfuerzo por levantar algo. Sino sos un chato. Sino, quedate en tu casa.

¿Fue justa la victoria?
No vi la telenovela. Era una novela que hablaba de amor, sin pretensiones. Tuvo 200 mil puntos de rating. Los éxitos se aplauden. El año fue raro. Los turcos se llevaron todo por delante. Mirá, lo que nos pasó con esta tira turca, es lo que les pasó a ellos con Muñeca brava. Los felicito. Está todo raro en la tele. Netflix se metió con fuerza y hacer ficción es tirar un tiro con los ojos cerrados sin saber dónde está el blanco.

Días atrás Mirtha Legrand le preguntó a Tinelli: “¿Qué se siente tenerlo todo?”. A lo que él dijo: “No tengo todo, me faltan mis viejos”. Uno piensa tu vida como esa foto familiar perfecta. ¿Te falta algo?
No, porque tengo a mis viejos. A mi mujer, que es la mujer que soñé, y 100 veces más de lo que soñé. Yo siempre soñé chiquitito. Sueños perfectos chiquititos y se multiplicaron por mil. Pedí: “Quiero una negra que me cocine”. Y me apareció Maria Susini, morocha y chef. Y pedí tocar y me fui al subte y vengo de tocar en Rusia. Y quería actuar para ser la estatua viviente de la plaza. ¿Me voy a sentir culpable? Agradezco y no puedo creerlo. Nadie puede reír a carcajadas si no lloró. Todo es inversamente proporcional. Yo era un corcho que iba a la deriva.

¿Un corcho a la deriva?
Corcho que iba a la deriva y siempre le tocaron siempre buenas mareas. A mí ya me contaron hasta 9 y me levanté en el 10. No hay ola que me pueda tumbar. No me parás con nada. Pero porque es una decisión. Lo que me puede pasar es que me muera, pero como me voy a morir de todas maneras, lo hago igual. Si la gente, por ejemplo, quiere escuchar a un buen cantante, que vaya a ver a Ligia Piro, a León, a Sandra Mihanovich, a Soledad. Yo voy de a poco. Arranco desde el paso uno, aunque tenga 43 años. Mis sueños los voy cumpliendo de a uno. ¿O no te acordás lo que uno era? De joven sos una hoja en blanco mirando para adelante. Y decís: ¿Para dónde es? Siempre te dicen para dónde ir. Yo hice mi propio camino. Mi viejo que es un tipo tan inteligente y culto, un San Martín en el Derecho, hizo que yo no me dedicara a eso. ¿Cómo superaba lo que hizo él, que era Sotomayor saltando en alto? A mí me costó mucho la felicidad.

¿Por la enfermedad o por qué?
No, porque hay gente que es naturalmente feliz. ¡Yo no soy naturalmente feliz! Mi felicidad la tengo que buscar cada día. Y me cuesta un huevo. Como darle cuerda. María, mi mujer, es naturalmente feliz. Se levanta y es como un dibujito animado. “Buen dííííía”, con acento en la i, y te da un mate. Es fácil con ella. Lo que antes era pesado para arrancar, ahora no. Pero nunca le dejé de dar cuerda a mi máquina, inclusive cuando no arrancaba. Infinidad de momentos me costaron. Calculá los días que tengo de vida. De esos días, tuve momentos de sentirme el más feliz, pero días en que perdí el timón. Estuve en las profundidades más horrendas y espantosas. Pensaba que no iba a salir y que no había fondo.

¿Te molesta que se ponga en duda tu bondad? ¿Que exista ese mito sobre tu forma de ser?
Mirá, yo trabajo para todo el mundo. Trabajo lo mejor que puedo y con todo mi corazón. No puedo pretender que le guste a todo el mundo. Ni puedo pretender que todo el mundo me quiera. Me agrada saber que la gente a la que no le agrado es a la que no me interesa agradarle. Me moriría si a cierta gente no le agradara, porque esa gente me importa y sería capaz de decirle “Che, hablemos”. O me moriría si no le agradara a mi mujer e hijos. El resto del mundo…

Como aquel dicho: “Ni Dios pudo gustarle a todo el mundo”…
¿Te das cuenta? Me parece tan zonzo y básico cuestionar o buscar si soy bueno o no. Que alguien use su tiempo para semejante imbecilidad. Nadie es tan bueno ni tan malo. Dos personas chocan y se bajan a agarrarse a piñas. ¿Eran mala gente? Por ahí eran dos extraordinarias personas que no miraban bien.