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Cristina, de la “resistencia” al ostracismo

“La Presidenta no piensa en la banda, el bastón o el protocolo; sino en su primer acto como líder de la resistencia”.

Desesperación. Eso muestran las últimas movidas de Cristina Kirchner para intentar extender su poder más allá de la duración de su mandato. Pero su interés por condicionar al próximo gobierno podría tener un efecto adverso: convertir su soñada “resistencia” en un castigo por ostracismo.

La Corte Suprema de Justicia le dio el pie para lanzar un golpe sobre las futuras cuentas nacionales. El demorado fallo sobre los fondos coparticipables retenidos por Nación se convirtió en la excusa perfecta para que la Presidenta le reste a su sucesor una herramienta de negociación con los gobernadores.

El decretazo presidencial puso un piso a los fondos que deberían recibir las provincias. Le marcó la cancha a Mauricio Macri. Cualquier modificación que decida será interpretada como un “recorte”. La profecía autocumplida del ajuste. En la Casa Rosada sueñan con que el líder de Cambiemos anuncie una baja en las jubilaciones o una caída en las Asignación Universal por Hijo.

Ocurre que el DNU ordena compensar la disminución de los ingresos que tendrá la Anses, por el reparto de fondos entre las provincias, con recursos del Tesoro. A la herencia acumulada, le suma un nuevo pagadiós: un déficit adicional de 100 mil millones de pesos que debería financiarse con deuda. O, como sueñan los emisores del relato K, con un recorte de una sexta parte de los beneficios que distribuye la Anses: “Del 13% de De la Rúa al 16% del PRO“.

Macri ya avisó que intentará demoler el decreto y abrir una mesa de negociación con los gobernadores. Será la discusión central de la etapa que se inicia el 10 de diciembre: una nueva Ley de Coparticipación que compense una década perdida para el federalismo. El nuevo Gabinete tendrá una ministerio ideado para ese fin: Interior, que comandará Rogelio Frigerio y que tendrá como horizonte el desarrollo regional.

Lo que pretendía ser una prenda de cambio para asegurar recursos a los gobernadores del PJ y conquistar su lealtad más allá de 2016, se convirtió en un bumerán. La aplicación de la Ley de Coparticipación vigente supone la inmediata disminución de los recursos que reciben las provincias más chicas, en especial Santa Cruz y Tierra del Fuego. Son las menos beneficiadas en el reparto. Y por el contrario, implicaría una restitución de los fondos que en los últimos años le restaron a los distritos más grandes. Nadie más feliz que María Eugenia Vidal con el DNU ideado para perjudicar a Macri.

Como si el fin de su mandato fuese el pase a la clandestinidad, la Presidenta quiere liderar la “resistencia”. Pero la desobediencia de algunos gobernadores ya le anticipa un destino diferente. Son pocos los que hoy le prometen lealtad. Los demás, ya piensan en el recambio.

Como en otras épocas, el Senado de la Nación volvió a convertirse en la caja de resonancia de las luchas intestinas. Esta semana, el peronismo de la Cámara Alta le anunció a la jefa que no se ocupará del paquete de normas que le remitió Diputados. Quedará a merced de la nueva configuración de poder. La semana anterior había mandado al archivo los pliegos de los jueces para la Corte Suprema.

El peronismo del Senado, pese a ser mayoría, le concedió al macrismo la Presidencia Provisional que recayó en Federico Pinedo. El jefe de la bancada del FPV, el rionegrino Miguel Ángel Pichetto, se ocupó de explicar el motivo de esa decisión: “Se trata de normas no escritas, pero que dan señales democráticas y estamos dando un paso importante para que cambiemos”.

Normas no escritas que dan señales democráticas para que cambiemos. La frase no fue guionada por Jaime Durán Barba y bien podría aplicarse al pedido que hace Macri para celebrar el cambio de mando en la Casa Rosada y no en el Congreso como pretende Cristina.

Ella se ampara en la Constitución que nada dice sobre el traspaso de mando sino que hace referencia al juramento. Hasta Eduardo Duhalde, un presidente de origen parlamentario, la tradición indicaba que el gesto simbólico del traspaso transcurría en el Salón Dorado de la Casa Rosada.

Pero Cristina Kirchner no piensa en la banda, el bastón o el protocolo sino en su primer acto como líder de la resistencia. Quiere salir del Congreso a abrazarse con la militancia. Busca poner en acción eso que definió en uno de sus últimos actos como jefa de Estado: “la gobernabilidad de las calles”. Es una advertencia. Otro decretazo.

Más allá de los cruces por la formalidad del acto de traspaso, no hay nada que beneficie más a Macri que la estrategia de Cristina Kirchner. Sus planes a futuro están mudando la posición geográfica de “la grieta” que de a poco comienza a dividir al mismo PJ.

No sólo al PJ. El efecto “cambiemos” también llegó a la Justicia que no deja de ofrecerle señales al nuevo Gobierno. Sin dudas, la que más interesaba a Macri era la condena a muerte de la causa en la que está procesado por las escuchas ilegales.

Por Damián Glanz – Clarín