Chubut Para Todos

Chino Darín: “Me agarré dengue en el patio de mi casa”

El hijo de Ricardo Darín se contagió mientras realizaba la cuarentena en Buenos Aires junto a su familia y la actriz española Úrsula Corberó.

Además, en exclusiva con Tatiana Schapiro desde España, adelanta cómo será su personaje en “El reino”, habla de los cincos años de amor con su pareja y recuerda su paso por el centro de estudiantes del secundario.

“Soy el hijo de Ricardo, es difícil renegar contra eso”, dice el Chino Darín, que a fuerza de trabajo se ganó un nombre propio en la industria. Sus primeros pasos en el mundo audiovisual fueron a sus 19 años, nada menos que en la producción del filme que logró la estatuilla dorada a mejor película extranjera: El secreto de sus ojos.

Hoy, a más de 10 años de ese proyecto, el más joven de los Darín se prepara para la llegada de El reino, la serie de Netflix que está próxima a estrenarse el viernes 13 de agosto. En esta ficción que lo trae nuevamente a la pantalla, el Chino se viste de Julio Clamens, un armador político que encuentra su lugar en una iglesia evangélica.

Desde España, país en el que pasa gran parte de su tiempo compartiendo su vida con Úrsula Corberó. Son cinco años de amor con la estrella española y, además, ahora pueden jactarse de haber compartido una cuarentena de cuatro en la casa familiar de los Darín, junto a su padre y su madre, Florencia Bas.

—¿Estás ansioso por el estreno?

—Estoy bastante ansioso, la verdad. Mucho tiempo, ¿viste? Empezamos a rodar esto enero del año pasado, se fue construyendo una ansiedad en todo este tiempo que, ya acercándose tanto la fecha, quiero que sea ya.

—Sos un armador político en esta historia: Julio Clamens.

—Sí, es un personaje tironeado por varias cosas. La herencia familiar, una familia acomodada con el condimento de estar vinculada a la política. Entonces, sus privilegios están atados al deber cívico. Por otro lado, descubre en el presente este nuevo universo que tiene que ver con la iglesia del pastor Emilio Vázquez Pena, liderada por el señor (DiegoPeretti, que le da una nueva oportunidad a este personaje para encontrar dónde poner su foco en algo útil. Descubre que la labor de esa iglesia no tiene solo que ver con los ritos y con los fieles sino con un espacio que lo inspira.

—Hablabas de la herencia familiar y es inevitable pensar en tu historia. Lograste tener tu nombre propio dentro de un mundo en el que tu papá pisa fuertísimo: es el actor más querido de la Argentina. Nunca renegaste de eso, pero tampoco sos “el hijo de…”.

—Las dos cosas son ciertas. Cuando sos más chico y estás tratando de encontrar tu lugar, como Julio Clamens en la serie, te pesa la comparación permanente o que algunos crean que estás usurpando el lugar de otro. En una época de mi vida, si bien nunca renegué, tenía cierta conciencia de que era un concepto a desterrar en base a trabajo, esfuerzo. Tuve la suerte de que me invitaran a formar parte de proyectos geniales y la gente ha sabido valorar con el tiempo. Otros no, y siguen creyendo que soy un nene de papá. Y está bien, ¡¿qué vamos a hacer?!

—Hoy estás en España y tu vida está dividida entre dos países desde ya hace mucho tiempo. ¿Festejaste la Copa América?

—¡Pero por supuesto! Y no sufrí para nada con la eliminación de España…

—¿Cómo anda el amor con Úrsula Corberó? ¿Cinco años ya?

—Sí, mucho tiempo. Muy bien. Con lo difícil que es mantener una relación a distancia. Lo cierto es que hemos logrado que no sea tan a la distancia… Hemos encontrado la forma de conjugar nuestros tiempos y espacios de forma de priorizar la relación, vernos lo máximo posible y aprender que esos espacios también nos los tenemos que dar. Hay que laburar, moverse, hacer cosas y convivir con eso.

—En general uno te pregunta siempre por tu vínculo con tu papá, pero soy muy fan de tu mamá, Florencia Bas, y el rol que ocupa en tu familia.

—Mi vieja tiene gran presencia en nuestra familia. Es una mujer muy fuerte. En el día a día familiar, evidentemente, una madre para un hijo siempre es… Imposible que no sea un referente fuerte. Para bien o para mal, no podés ser indiferente a una madre. Tengo la suerte de tener una vieja que es una crack.

—¿Sos más mamero que papero?

—Es probable. Cuento con mi mamá para un montón de cuestiones. Me pasa cualquier cosa y la llamo. Tengo que resolver algo en particular, confío en que va a tener la solución o el consejo justo. Con mi viejo me pasa en otros ámbitos. En el terreno laboral es probable que acuda a mi viejo por razones obvias, pero en la cotidianeidad, tiro de mamá.

—Pasaron un momento de la pandemia los cuatro juntos. ¿Cómo fue esa experiencia?

—Bastante tiempo, de hecho. Cuando empezó todo este quilombo Úrsula venía a visitarme en el medio del rodaje de El reino. Venía desde el peor lugar del planeta, desde Japón, el foco donde se inició todo, cuando en España, en Argentina, todavía no se sabía muy bien lo que estaba pasando. Casi al día siguiente de llegar a Buenos Aires, cierran las fronteras y ponen todas las restricciones. Yo había alquilado un departamento para que pasemos juntos ese tiempo porque estaba sin departamento. Cuando se nos acabó ese tiempo, fuimos a la casa de mis viejos. Volvimos a la casa de mamá y papá. Terminamos conviviendo ahí durante meses.

—¿Llegó un momento en el que dijiste: “No los soporto más”?

—No, es un placer compartir con ellos, siempre. Además la casa es muy cómoda, nos permitía a todos tener un poco nuestro propio espacio. Quieras o no, le pasó a todo el mundo, con la mejor de las compañías y en el mejor de los lugares: el hecho de no poder salir, no tener actividad social, no poder oxigenar las relaciones. En definitiva estamos acostumbrados a oxigenarnos permanentemente… Tu pareja, tu familia, hasta tu perro te ve todo el tiempo, quieras o no…

—A vos te tocó tener dengue, encima.

—¿Cómo sabés? En medio de la pandemia. ¡¿Lo podés creer?! No me enfermo casi nunca. Empieza la pandemia, todo el mundo cuidándose del coronavirus, yo también, muchísimo, sobre todo al principio era un operativo de desinfección, y me vengo a agarrar dengue en el patio de mi casa.

—¿Te dolió mucho? Porque puede ser muy doloroso.

—Tuve bastante suerte. Conozco gente que la pasó muy mal. En mi caso la pasé mal, no levanté tanta fiebre, pero me dolía el cuerpo como si me hubieran apaleado. Todas las articulaciones, los ganglios inflamados por todo el cuerpo. No me podía tocar la nuca, el cuello, las axilas, todo como por explotar. Mucho dolor de cabeza detrás de los ojos. Se sufre. Hay que cuidarse porque es bravo. Por suerte me tocó en el mejor de los contextos para que me mimen (risas).

—¿Qué queda del chico que arrancó a trabajar en la producción de El secreto de sus ojos?

—Todo.

—Tenías 19 años.

—Cumplí 20 en el medio del rodaje.

—Trabajaste fuerte, ganándote el lugar a full.

—No hay forma de estar en esos roles de producción sin laburar. Es muy frenético el laburo de los runners de producción y de la producción en general. Muy demandante energética y mentalmente, pero fue espectacular. Era un equipo increíble. Mis primeros pasos en el mejor de los contextos y traté de sacarle provecho. No me quejé ni un minuto de laburar de más.

—Y del que en la secundaria quiso ir a un colegio con más compromiso y militaba en el centro de estudiantes, ¿qué queda?

—Tampoco vamos a construir una cosa como que era el abanderado del centro de estudiantes porque van a salir los pibes del ILSE y me van a decir: “¡Pero si venías de vez en cuando!” (risas). De todos los Chinos que hubo y que habrá, queda una parte en algún lado, y se va mezclando con nuevas facetas o cosas que van surgiendo en la vida. Vas asignándole los tiempos que podés. En este momento me está costando vincularme con ciertas cosas porque estoy tratando de gestionar esto de vivir a caballo entre dos países. Es un poco complicado en cuanto a tiempos y muy demandante. Soy un privilegiado, lo puedo hacer, me doy el lujo de ir y venir, me invitan a laburar de un lado y del otro, así que trato de no quejarme. Pero mi disponibilidad de tiempos para algunas cosas es cada vez menor. Lamentablemente.

—Se viene el estreno de El reino, con un libro genial, una factura maravillosa, un elenco hermoso y para múltiples países.

—Nunca estrené un original de Netflix, no sé cómo es. Estamos muy orgullosos del proyecto y de lo que terminó siendo esta serie después de tanto laburo. Es muy loco estar en una plataforma que estrena simultáneamente para 200 millones de personas.

—¿Cómo sigue tu año?

—Tengo un par de cosas de laburo acá en España. La promoción de El reino. Después vuelvo para Buenos Aires si la situación lo permite. De hecho, me iba a ir ahora y no encontré forma. Fue complejo. No soy un varado ni nada, vivo la mitad del año acá y encantado de la vida, pero tengo que ir a Buenos Aires por laburo, por distintas cuestiones personales, y a partir de septiembre supongo que estaré por ahí. Después veremos.

—Tu papá estrena ART como director. Imagino que harás también una visita al teatro.

—Están pasando muchas cosas con nuestra productora, Kenia Films. También estamos en pleno rodaje de una peli grande en Buenos Aires. Estamos rodando la próxima película de Santiago Mitre, con mi viejo y Peter Lanzani de protagonistas. Me hubiera gustado estar ahí, por eso estoy un poco a las puteadas con que no pude viajar. Pero iré en septiembre para ver qué es lo que queda.