La compañía estadounidense, pionera en recipientes de alimentos y utensilios de cocina, se vio derrotada ante los nuevos desafíos macroeconómicos, la competencia y un modelo de negocio que progresivamente quedó obsoleto. La marca, famosa con productos que datan del siglo pasado, se declaró en bancarrota en busca de una reestructuración de deuda y transformación interna de su empresa, a una más digital e innovadora. Lo analizamos en Economía Fin de Semana.
Tupperware Brands, que llegó a ser el ‘top of mind’ de los recipientes de plástico en muchas partes del mundo, quebró luego de años viendo cómo sus ventas caían en picada y la de sus competidores subían como espuma.
La empresa, con sede en Orlando, Florida, se acogió al capítulo 11 del Tribunal de Quiebras de Estados Unidos que permite a las empresas resolver sus problemas financieros para seguir operando mientras reestructuran sus deudas.
En el caso de esta compañía, sus pasivos totales llegaron a ascender los 1.200 millones de dólares con un poco más de 678 millones de dólares en activos.
“En los últimos años, la posición financiera de la empresa se ha visto gravemente afectada por el difícil entorno macroeconómico”, dijo Laurie Ann Goldman, presidenta y directora ejecutiva de Tupperware Brands Corporation, en un comunicado el martes 17 de septiembre de 2024, el día que se conoció la noticia.
Dentro de los problemas del “entorno macroeconómico difícil” que enlistó la compañía se encuentran los confinamientos por el Covid-19 en China, el estallido de la guerra en Ucrania en 2022, las interrupciones de las cadenas de suministro por las tensiones geopolíticas y el aumento del precio de la resina, una materia prima indispensable para la fabricación de sus productos.
A esto se le sumó un modelo de negocio que fue exitoso varias décadas atrás, pero se quedó obsoleto con el paso del tiempo.
“Durante décadas, el modelo de negocio de venta directa de Tupperware prosperó, ofreciendo a personas de todo el mundo la oportunidad de crear sus propios negocios y desarrollar valiosas habilidades de liderazgo y gestión financiera, al tiempo que consolidaba la marca Tupperware en los corazones y hogares de los consumidores. Sin embargo, en los últimos años, las fortalezas históricas de un modelo de venta directa generalizado comenzaron a convertirse en debilidades”, escribió la empresa en su comunicado de declaración de quiebra.
Fue en abril del año pasado que Tupperware empezó a preocupar al sector empresarial cuando en un informe de rendimiento anunció que podría cerrar.
La compañía dijo en ese momento que de no encontrar más efectivo, sus operaciones se quedarían sin financiamiento para seguir operando.
Tiempo después, en junio de este año, Tupperware cerró su única planta que tenía en Carolina del Sur, Estados Unidos, con unos despidos inmediatos que se cifraron en 148.
En su declaración de quiebra reportó más de 5.500 empleados en más de 40 países con cerca de más de 460.000 consultores en todo el mundo, quienes eran los encargados de hacer la venta directa del producto como independientes o promotores de marca.
Un modelo de negocio que no evolucionó
Como muchas otras compañías que han tenido que cerrar sus puertas luego de que llega una competencia con más innovación y frescura, Tupperware sostuvo por muchos años una estrategia de ventas en la que confió demasiado, al ser casi su única forma de ingresos.
Desde su creación en 1946, cuando fue presentada por el químico, Earl Tupper, quien desarrolló un plástico limpio y duradero para crear recipientes herméticos, la empresa optó por un modelo de venta directa llamado “fiestas Tupperware”.
Estas celebraciones consistían en que personas del común vendían los productos a sus familiares y amigos cercanos en unas reuniones en las que se hacía demostraciones de los productos con concursos y actividades para dar a conocer la marca. Un modelo comercial que luego replicaron empresas como Avon o Herbalife.
“La fiesta ha terminado para Tupperware”, dijo en una nota Susannah Streeter, directora de dinero y mercados de la plataforma de inversión británica Hargreaves Lansdown, quien también apuntó que aunque el modelo de negocio en sí mismo no ha muerto, para la compañía en particular puede ser difícil encontrar resultados dado que el plástico es un material no amigable para los consumidores conscientes con el medio ambiente y la salud. “Revitalizar la marca será una lucha cuesta arriba”, apuntó.
Por Juan Pablo Lucumí -France24 con Reuters y AP.