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Ari Paluch: “Los periodistas tenemos que incomodar al poder”

El conductor y periodista está celebrando los “primeros 20 años” de El Exprimidor, y hace un balance de los acontecimientos que cubrió desde el micrófono: del final del menemismo, hasta la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia. También habla de la actualidad económica y de cómo imagina el futuro de la radio como medio. Por M. Gabriela Ensink.

Veinte años no es nada, dice el tango, pero en la Argentina y en el mundo, en estas últimas dos décadas pasó de todo: la decadencia del menemismo, la caída de las Torres Gemelas, la ilusión y caída del gobierno de la Alianza, la recesión que terminó en la crisis de 2001, la transición de Duhalde, la llegada al poder de los Kirchner, la recuperación económica, el estancamiento, el final de la era K y el inesperado triunfo de Mauricio Macri en las urnas, por nombrar sólo algunos hitos que, en forma rápida y verborrágica, Ari Paluch enumera casi sin respirar. Con 20 años al frente de El Exprimidor, el programa radial que comenzó con el nombre La batidora un 1 de abril de 1996, Paluch pasó por varias emisoras, pero sigue despertando a miles de argentinos puntualmente a las 6.00, y acompañando el regreso a casa de otros tantos de las 18 a las 20, desde los estudios de FM Latina.

Mientras repasa los portales de noticias, poco antes de volver al aire en turno tarde, el conductor y periodista hace un repaso de los acontecimientos que le tocó cubrir, habla de las cosas que cambiaron en la radio a partir de la digitalización y la irrupción de las redes sociales, y confía en que “la radio, como medio que acompaña a la gente, siempre va a estar”.

En estos 20 años de radio, ¿qué personajes de los que entrevistaste te marcaron más?

– Tuve la suerte de entrevistar a figuras muy relevantes, y a todos los presidentes, aunque no lo hiciera durante su mandato. Entrevisté a Menem, de cuyo gobierno fui muy crítico, también a Néstor Kirchner, que vino a la radio durante la campaña, cuando estábamos en Ideas del Sur, y a Cristina Fernández cuando era senadora, porque después no nos dió más notas. También a Mauricio Macri, quien pocos días antes del ballottage vino a desayunar en la radio.

¿Alguno se molestó con vos por alguna pregunta o comentario?

– Sí. Con Menem, cuando ya llevábamos 45 minutos de charla y se había creado un clima de confianza, le pregunté si se había enriquecido ilícitamente y se molestó, cambió el tono abruptamente y ahí terminó la entrevista. Una vez, estábamos entrevistando a Pablo Schocklender junto a Pablo Mendelevich, y cuando él le dijo que era un parricida nos cortó el teléfono… Pero, en general, siempre tuve un trato cordial con los entrevistados. Con Aníbal Fernández, por ejemplo, nos dábamos muy duro, pero sin perder la compostura.

A lo largo del tiempo, cambiaste algún posicionamiento político. Al principio apoyaste la gestión de Néstor Kirchner y luego fuiste muy crítico de la de Cristina…

– Así como en sus inicios, el gobierno de la Alianza marcó una esperanza, aunque luego tuvo un final bochornoso, la llegada de Néstor Kirchner al poder marcó una diferencia en la forma de hacer política y un aire de esperanza también. La economía se enderezó, gracias a medidas que se tomaron en la gestión de Duhalde, y vivíamos una recuperación de ciertos ideales y un bienestar después del caos. Pero todo se empezó a descomponer a partir de 2006, con la intervención en el Indec, la llegada de personajes como Guillermo Moreno, el financiamiento turbio de la campaña de Cristina, el escándalo de la valija de Antonini Wilson, y la pelea inútil con el campo.

Y ahora, ¿estás esperanzado con Mauricio Macri, a pesar de que la inflación aún no empieza a ceder?

– Hay que darle tiempo. La situación que estamos pasando no es adjudicable a este gobierno sino al anterior. Creo, además, que este gobierno tiene la virtud de revisar algunos errores. Pasó con los DNU (decretos de necesidad y urgencia) para nombrar jueces cuando no estaba funcionando el Congreso, cuando anunciaron que menos gente iba a pagar Ganancias y al final era más la gente que va a pagar. Los periodistas no somos jueces, tenemos que incomodar al poder sin ser unos tábanos implacables. Se puede señalar lo que se hace mal sin ser agresivo. Los otros días, en una entrevista con (Alfonso) Prat Gay, me discutía que no se había disparado la inflación. Ahí hay que repreguntarle y hacerle ver que la gente no opina lo mismo.

¿Creés que este gobierno es más abierto a hablar con la prensa que el anterior?

– Están haciendo lo que hay que hacer. Dar conferencias de prensa, por ejemplo. Y en cuanto al acceso a los funcionarios, lo hemos tenido, y muy bueno con algunos, como Susana Malcorra y Alfonso Prat Gay. Hay otros funcionarios a los que no hemos podido entrevistar, como Marcos Peña y María Eugenia Vidal.

¿Cómo te informás para sostener dos emisiones diarias de actualidad?

– Como decía Bernardo Neustadt, “duermo cuatro horas”. Me levanto 4.30 y a las 5 ya estoy en la radio, leyendo noticias de último momento de los portales y algunas columnas de opinión. La informacion de fondo ya la tengo del programa del día anterior. Uso redes sociales también y me encanta escuchar radios extranjeras online. Por ejemplo, seguí la histórica visita de Obama a La Habana por una emisora cubana. Al mediodía, trato de cortar y almorzar en casa con los chicos, ya que nunca pude desayunar con ellos ni llevarlos al cole. Duermo una hora de siesta cuando puedo, y a las 4 de la tarde me conecto de nuevo.

Es curioso que, siendo un periodista de actualidad, escribiste libros de espiritualidad y autoayuda.

– Es una necesidad que tengo de salir un poco del día a día, y conectarme con lo espiritual. Me gusta mucho la economía, la política y el deporte, pero a la hora de escribir, busco compartir con la gente herramientas que me ayudaron a crecer como persona. Esto mismo lo llevo a la radio. Trato de que el programa, sin dejar de dar la información fundamental, no resulte abrumador. Por eso me considero conductor, además de periodista. Tengo un timing interno que me va diciciendo: “estás muy plomo”, o “estás muy frívolo”. Trato de mezclar información dura con un toque de humor o de color.

¿Cómo cambió la forma de hacer radio con la irrupción de Internet y las redes sociales?

– Un montón… cuando empezamos en el 96, la gente mandaba cartas a la radio. Ahora te dejan mensajes de voz por whatsapp. Hoy rige la inmediatez. No podríamos haber hecho una cobertura como la que hicimos de los últimos atentados en Bélgica sin Twitter, pero al mismo tiempo, en el anonimato que ofrecen las redes sociales muchos se escudan para agredir. Yo uso Twitter para buscar información o retuitear algo que me resultó de interés, pero no para polemizar.

Los medios masivos, como el diario en papel, están en crisis. ¿Cómo te imaginás el futuro de la radio?

– Se van a profundizar algunos cambios, como la transmisión de imágenes y va a pasar un poco lo que ocurre con Netflix para la tele. Se van a escuchar programas informativos en tiempo real, y para música y entrevistas, cada uno va a armar su programación a la carta vía podcast. Pero la radio va a subsistir, porque es una compañía y ofrece noticias cercanas a la gente.

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