Chubut Para Todos

Aníbal Fernández: ni la Morsa, ni el Santo

Del país de tránsito, pasando por el estado de sensación, a ministro de seguridad nacional.

Argentina, el país en donde el narcotráfico nunca fue abordado conforme al estadio en el que se encontraba.

Aníbal Fernández el lunes asumirá como Ministro de Seguridad Nacional. Con experiencia en la materia, cuestionado y siempre en el epicentro de los espectros que versan entre el imaginario, la realidad y la etiqueta caprichosa, Fernández tiene como desafío de base ponerle fin a la rifa ministerial.

Cuatro rifas consecutivas basadas en silencios, sobreactuaciones, amateurismo y peligrosa reactividad fueron providenciales para la constatación del delito complejo en Argentina.

Se trata de desafíos necesarios para forjar un clima de seguridad concreto, y no ficticio. Los mismos deberían ser afrontados por cualquier persona que asumiese el cargo en un país en el cual, el narcotráfico, se consagró en el año 2014. Cuando se afianzaron los lazos de la criminalidad, el narcomenudeo terminó de instalarse en los barrios, y la producción local incipiente comenzó a encontrar tierra fértil en la anomia.

Una criminalidad que construyó el color local delictivo y se valió de una serie de agregados importados que van desde recursos humanos criminales hasta métodos de camuflaje, tortura y mensajes mafiosos. De ahí, la importancia de entender que en Argentina, el crimen organizado, se construyó bajo fusión local/internacional. Y que si bien puede seguir alguna línea de delito, la matriz de base es autóctona sin la necesidad de generar comparaciones forzadas para el efecto mediático.

Un país con un tejido delictivo fortalecido en detrimento del tejido social. Una realidad forjada en la negación del narcotráfico como delito activo interior -no solo de paso- y un estado de sensación que no era tal.

La miseria de la droga estuvo y está. Y la decisión política es fundamental, así como también lo es un reconocimiento territorial claro para poder gestionar.

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La designación de Aníbal Fernández como Ministro de Seguridad representa un giro de 180 grados. Se trata de 180 grados que pueden tener resultados positivos o negativos conforme también al equipo de trabajo seleccionado. Porque el ministerio de seguridad necesita de gestores territoriales y de conducción, no de militancia como hasta ahora.

Se asiste a un momento crucial. O dar el viraje proactivo, o profundizar el desastre actual.

Algunos de los desafíos que tiene por delante

1-     Convertir al Ministerio en un Ministerio real de Seguridad.

2-     Desmantelar el verso de la droga “enfriada”. Se trata del “hallazgo” de marihuana “abandonada” entre la maleza y su secuestro, por lo general, lo realiza Prefectura. Por estar “abandonada” no hay nunca detenidos y el nivel de pureza de la sustancia es bajo porque tiene cantidad de cortes para ser rifada. Un método de los años ´80 reflotado por Cambiemos y que supo acunar el Frente de Todos para hacer una diferencia cuantitativa que no movilizaba, desde ningún ángulo, al universo narcótico.

3-     Distribuir a las fuerzas federales de forma idónea, dándole operatividad, a cada una de ellas en los centros para los cuales fueron formadas. Ni darles poder de gobierno como hizo Patricia Bullrich, ni reducirlas a su mínima expresión como lo hizo Sabina Frederic.

4-     Profundizar la investigación criminal desde el área ministerial y al interior de las fuerzas federales con capacitaciones constantes y trabajo de campo de rigor.

5-      Activar la inteligencia criminal para dar el viraje proactivo que el país necesita en términos de lucha contra el Crimen Organizado. Anticipación del delito. Utilizar la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal con fines de seguridad, y no como centro operativo funcional a la distorsión de la seguridad.

6-      Configurar un organismo de fronteras acorde a la grave situación delictiva que las mismas experimentan. FRONTERA NORTE: El 90% de la criminalidad internacional ingresa por dicha frontera. También el 70% de la droga a través de las distintas vías de tráfico.

7-     Identificar las rutas del tráfico de armas y generar los dispositivos de control pertinentes en coordinación con las fuerzas provinciales.

8-     Apoyar la lucha contra el Narcomenudeo y la Narcocriminalidad que llevan adelante provincias tales como Salta, Formosa, Jujuy, Río Negro, Catamarca, Córdoba, Santiago del Estero, CABA. Y estimular a todas aquellas que no llevan adelante acciones concretas para salvaguardar a los barrios. No todo puede depender de nación.

9-     Abordar todas las vías de tráfico de drogas con el mismo rigor. Terrestre, aérea, fluvial.

10-  Avanzar sobre la hidrovía con patrullajes sostenidos, coordinando controles con las autoridades pertinentes en los puertos. La hidrovía aumentó en pandemia su tráfico. Pasó de un 15% a un 35% en un año, abriendo paso al mercado sintético, más sencillo en materia de producción y almacenaje, y más difícil de detectar. En síntesis, la hidrovía, de Bullrich a Frederic, se consolidó como un ecosistema criminal.

11- Trabajar con cada provincia más allá del color político.

12-  No exponer los métodos de transporte de la droga públicamente para evitar la mutación de los mismos.

13-  Dejar de forma paulatina la reactividad que hace que la lucha contra las diversas vertientes del crimen organizado devenga en viciosa.

14- Identificar todos los mercados de la droga y su procedencia para ir por las redes internacionales fusionadas con estructuras locales.

15- Los apoyos federales en las provincias de la región centro, en donde se concentra el 65% de la violencia por narcomenudeo, tienen que tener una estrategia para no desperdiciar a las fuerzas de seguridad, ni que esos apoyos vayan en detrimento de la seguridad de fronteras.

16-  Entender que la seguridad de un país comienza en sus fronteras.

17-  Revisar que la lucha contra el Narcomenudeo no persigue a los consumidores sino a los delincuentes que venden a menor escala. Venta que por menor no es menos violenta.

18-  Entender que las luchas contra el Narcotráfico y el Narcomenudeo no son antagónicas, sí complementarias.

19-  Ir por la matriz subterránea del narcotráfico.

20- Trazar un trabajo efectivo sobre la columna vertebral del crimen organizado: lavado de activos.

21-  Dar tratamiento de enclave a los territorios devenidos en tales.

22-  Ir por las redes PCC, Comando Vermelho, Aragua, Balcanes.

23-  Generar una dialéctica con las dos provincias que hoy encierran el mayor porcentaje de violencia narcocriminal: Santa Fe y Provincia de Buenos Aires.

24-  Generar un trabajo coordinado con el MPF. El cual favorecerá también el viraje proactivo, generando así una matriz de lucha de calidad. Porque la justicia, también construye la seguridad de un país.

Cierre abierto

Todas acciones realizables y razanables en tanto y en cuanto se tenga en claro que la constitución nacional no es un pasquín, sino la garantía que pone de manifiesto, entre otras cosas, que la seguridad es un derecho y no una opción.

Por Laura Etcharren – https://soclauraetcharren.blogspot.com/