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A 8 años de la muerte de Alberto Nisman: Versiones e hipótesis sin sustento

En un nuevo aniversario del fallecimiento del fiscal, desde la fiscalía a cargo de la causa se difunden trascendidos que supuestamente avalarían la idea del asesinato, pero sigue sin poder acusar a nadie porque las evidencias indican que fue un suicidio. Un repaso punto por punto.

Ante la falta de pruebas, a ocho años de la muerte de Alberto Nisman, la fiscalía a cargo de la causa hace el tradicional remix de versiones, hipótesis, elucubraciones, por supuesto que sin poder acusar a nadie de un homicidio inexistente. El único sostén del expediente es un peritaje armado por la Gendarmería, en tiempos en que la ministra de Seguridad era Patricia Bullrich. Pero el fiscal Eduardo Taiano y el juez viajero Julián Ercolini se negaron sistemáticamente a que los peritos declaren bajo juramento y, sobre todo, que confronten con los expertos del Cuerpo Médico Forense, quienes sostuvieron que “no hay rastros de accionar homicida, desde el punto de vista de la evidencia médico legal”. O con los peritos de la Policía Federal, que concluyeron que “no había ninguna otra persona en el baño al momento del disparo”. O con los especialistas del Ministerio Público de Salta, que analizaron las manos y afirmaron que “sobre las muestras analizadas se hallaron partículas consistentes con residuos de disparo”.

Estas son algunas de las versiones que difunde la fiscalía en los últimos días y que no tienen sustento probatorio. Sólo sirven para seguir estirando la causa que, como se sabe, es utilizada por Juntos por el Cambio contra el peronismo.

Un hombre de la AFI en Le Parc. Como ya reveló este diario, fue a declarar un exagente que en enero de 2015 revistaba en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Durante el gobierno de Mauricio Macri se acercó a Bullrich y se fue a trabajar con ella. En las redes hay fotos del agente y su esposa con Bullrich y su marido en un sitio de veraneo (no se revela el nombre del agente por la Ley de Inteligencia). También el individuo aparece con la bandera norteamericana. El agente P contó que en la noche del 18 de enero de 2015 fue a Puerto Madero y eso indicaría -según lo que hace trascender la fiscalía- que se sabía que Nisman estaba muerto en el baño. En verdad, el espía concurrió a medianoche: el cuerpo había sido encontrado casi dos horas antes y ya se conocía el desenlace. Por lo tanto, que P haya ido a la puerta del edificio Le Parc, una medida que la AFI toma por protocolo cuando sucede algo importante, no significa nada. También mencionan que otro agente estuvo ese fin de semana en Puerto Madero. El espía no sólo contó con quién estuvo tomando un café, sino que pagó con su tarjeta. 

El inexistente comando iraní. De manera asombrosa, transcurridos ocho años, fuentes de la fiscalía difunden que en aquel enero de 2015 se estaba siguiendo la presencia de un grupo iraní en Buenos Aires. Página/12 consultó a quienes estaban al frente de la AFI y señalaron que “es absolutamente falso. Siempre había alertas por hechos en otros países del mundo, pero no se seguía a ningún grupo. Es ridículo que esto aparezca ocho años después. Todo muestra que es una mentira”. Efectivamente nadie se lo mencionó jamás a la fiscal que trabajó la investigación, Viviana Fein, ni tampoco en los años en que el expediente pasó después a Comodoro Py. Ni siquiera Horacio Antonio Stiuso -el exjefe de espías ferozmente enfrentado a Cristina Kirchner, que lo echó de su puesto- mencionó la existencia de esa investigación. Y Stiuso ya declaró tres veces en la causa. En total, se calcula que en 20 años, desde los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA hasta la muerte de Nisman, hubo unas 170 alertas. En enero de 2015 se produjo una alerta por el atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo, perpetrado por franceses de origen sunita, vinculados a Irak y a Al Qaeda, sin relación alguna con los iraníes de Hezbollah.

Diego Lagomarsino. Como todos los 18 de enero, la fiscalía difunde que las dudas sobre el técnico informático no están disipadas. El punto de partida ya es delirante: ninguna persona en su sano juicio aporta un arma, que está registrada a su nombre, para cometer un crimen. Menos todavía un hecho que tendría enorme repercusión mundial. Pero, además, Lagomarsino declaró al día siguiente de la muerte de Nisman y todo lo que dijo se comprobó por las cámaras de los peajes, las del complejo en el que vivía, las del edificio Le Parc y las comunicaciones vía chat. Hay una duda respecto de un mensaje del sábado 17 a la mañana, pero no está claro el informe pericial. El objetivo de introducir la incógnita es instalar la idea de que Nisman no le pidió prestada el arma a Lagomarsino, sino que hubo una comunicación anterior. Frente a eso, las investigaciones demostraron que Nisman buscaba un arma. Se la pidió a Rubén Benítez, su custodio de mayor confianza. E intentó pedírsela al comisario Ricardo Bogoliuk, con quien mantenía una vieja relación, pero estaba en Mar del Plata. Está probado que ese sábado a la tarde, Lagomarsino se fue de Le Park a las 20.30 con 54 segundos. Después de esa hora, Nisman todavía chateó y habló por celular.

* Las cámaras no funcionaban. Los voceros de la fiscalía difunden la delirante versión de que las cámaras de Le Parc no funcionaban y por lo tanto no se vio quién entró o salió. La realidad es que la inmensa mayoría de las cámaras, 80 de 101, funcionaban y registraron los movimientos. Eso permitió saber no sólo quién llegó y se fue del complejo, sino también quién subió por el ascensor. Al punto que están registrados los movimientos de Lagomarsino, de los custodios de Nisman y, cuando el fiscal no respondía a los llamados, el ingreso de la madre de Nisman, Sara Garfunkel, de los médicos, el cerrajero, la fiscal Viviana Fein, el juez Manuel De CamposSergio Berni -quien llegó cuando el magistrado ya estaba-, los peritos y todo el resto del personal que actuó en el caso.

La versión de que las cámaras no funcionaban se difunde porque el punto clave es que nadie, ni la fiscalía ni el juzgado ni ningún perito, ha trazado siquiera una hipótesis sobre cómo pudo ingresar alguien -un comando dice la Gendarmería- al complejo de Le Parc, cómo subió al piso 13º, cómo ingreso a un departamento que estaba cerrado por dentro y cómo entró y salió de un baño en el que no hay una sola pisada ni una huella ni rastros de ninguna pelea. Tampoco fuera del baño se encontró una huella o una gota de sangre. La Gendarmería trató de dibujar que a Nisman le suministraron una droga, ketamina, pero no pudo determinar cómo hicieron porque en el cuerpo no se encontraron pinchazos ni rastros de una inyección, ni pudieron establecer cuánto le dieron. Lo insólito es que la Gendarmería -que no hace autopsias- dictaminó que al fiscal le rompieron el tabique nasal, algo desmentido por la autopsia y por una junta de quince médicos. 

A ocho años de la muerte de Nisman, la causa sigue abierta sólo por razones políticas. Y no debería asombrar: el juez a cargo, Ercolini, ya mostró para quién juega. No sólo porque fue pasajero del vuelo privado con funcionarios del PRO y empresarios a Lago Escondido, sino también porque en los chats posteriores propone armar facturas falsas para tapar el escándalo. Aún así, sigue en su puesto. 

Por Raúl Kollmann – Página/12