Chubut Para Todos

Yofra: “El cartel de ‘Yo no paro’ se lo pasaron de un gobierno a otro”

Daniel Yofra, el combativo líder aceitero, exige un plan de lucha, dice que el macrismo “no puede tener el poder absoluto” y cree que el kirchnerismo “no protegió a los trabajadores”.

Daniel Yofra  supo captar la atención política a mediados de 2015 cuando el gremio que encabeza, la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, llevó adelante “el aceitazo”, una de las huelgas más duras que afrontó el kirchnerismo, y que culminó con la conquista de un potente aumento salarial, tras 25 días de turbación oficial y millones de dólares perdidos para las trasnacionales agroindustriales. La fama de gremio capaz de pulverizar techos salariales se confirmó en 2016 cuando superaron todos los límites paritarios proyectados por el macrismo y finalizaron el año con un bono de $21.500, multiplicando por once el piso acordado por la CGT y el gobierno.

¿Qué sigue después del paro?

Bueno, si vos ves la historia de esta federación, para nosotros siempre detrás de una medida de fuerza hay un plan de lucha. Un plan de lucha que contemple objetivos. El paro es un llamado de atención hacia lo que vos querés expresar. “Tengo este problema”, ese es el objetivo. Después hay otros objetivos que son las necesidades que tienen hoy los trabajadores y la población en sí, y que requieren un plan de lucha. Con un paro solo no vamos a poder satisfacer esas necesidades, ni creo que podamos revertir el curso de este gobierno. Lo que sí creo es que se puede fortalecer la CGT y el triunvirato, aunque eso no quiere decir que yo tenga esperanzas en este triunvirato ni en esta CGT, que está conformada en un 95% por dirigentes que son oficialistas del gobierno de turno. Pero el poder de la CGT está intacto, ya lo había demostrado el 29 de abril del año pasado, y como organización está por encima de cualquier otra organización, en términos de convocatoria, a pesar de sus dirigentes. Evidentemente la gente está necesitando que alguien se haga cargo de sus necesidades y su bronca, y no hay otra que recurrir a esta organización.

Walter Correa, de Curtidores, nos decía que para él lo que estaba pasando era que había un cambio generacional dentro del movimiento obrero. ¿Creés que también hay una cuestión generacional atravesando al sindicalismo hoy?

Si vos mirás no solamente los integrantes del Consejo Directivo de la CGT sino un plenario de secretario general de todo el país, te vas a dar cuenta de que hay un promedio de edad avanzada. El problema es que el cambio generacional viene con la democracia sindical. Sino, voy a dejar el legado a un hijo o a un amigo, como ocurre en la mayoría de los casos. En la medida en que no haya democracia sindical va a ser muy difícil que haya una renovación genuina y podamos tener representantes de los trabajadores. Hoy tenemos muchos dirigentes que no han pisado una fábrica. Pero, volviendo al tema de la CGT, nosotros la reivindicamos porque ha demostrado ser una organización mucho más convocante que cualquier otro partido político. Las declaraciones del presidente y de todos sus súbditos fueron una falta de respeto. Ningunear a los trabajadores o decir que vamos por los choripanes o la gaseosa o por $500. Que no entiendan que los trabajadores no fuimos por el choripan y la coca es una muestra más de su ignorancia política y de la insensibilidad que tienen hacia la sociedad.

¿Es insensibilidad o es una estrategia política? Porque pocas horas después del #1A el gobierno salió a hablar de mafias y se intentó, de muchas formas, quitarle legitimidad al paro.

Los paros siempre fueron estigmatizados en todos los gobiernos democráticos. Nunca es el momento del paro, siempre dicen que los paros no sirven para nada. Nosotros hemos demostrado que hicimos 25 días de paro y ganamos una lucha fuerte contra la patronal y también contra el gobierno, que no nos quería aprobar el aumento.

Un paro que no fue no contra este gobierno, sino contra el anterior.

Claro, contra el gobierno kirchnerista. Así que para nosotros la huelga es una herramienta que tenemos los trabajadores. Como cualquier herramienta hay quienes la usan y quienes no. Pero me parece que el gobierno sale a confrontar como salen a confrontar todos los gobiernos. Yo me acuerdo que, incluso, mucha de la gente que hoy convoca al paro, hace unos años se ponía el cartel diciendo “Yo no paro”. Es como que se fueron pasando el cartel de un partido a otro. Es obvio que este gobierno no nos quiere, uno ve en las manifestaciones el odio que siempre se le ha tenido a los trabajadores. Evidentemente el kirchnerismo ha hecho cosas buenas, y contra eso fue también la manifestación del sábado [1º de abril]. Pero también creo que el kirchnerismo no hizo las cosas como las tenía que hacer para protegernos de esa clase.

¿Qué tenía que haber hecho?

Creo que tenía que haberle dado más poder a la sociedad, a los trabajadores, no querer cobijarlos bajo su falda tomando determinaciones por ellos. Hay una carta de Cristina Fernández donde dice que a los sindicatos les daban todo. Y no nos dio nada. Al contrario, nos metían palos en la rueda permanentemente.

Para usar un término kirchnerista, ¿faltó empoderar a la clase trabajadora?

Claro, si la clase trabajadora es el motor del país. Los empresarios sin los trabajadores no existirían. Yo creo que le faltó esa humildad que deben tener los dirigentes después de tener años en el poder y no creerse que, porque hicieron ciertas cosas que otros nunca hicieron, vos no tenés la posibilidad de decirle ‘te estás equivocando acá’. Esa soberbia llevó a que, en lugar de generar ciertas cuestiones y dejarlas listas, dieran manotazos de ahogado, como hicieron con el Bauen o con los muchachos del subte, donde hicieron las cosas así nomás porque son cuestiones políticas y ya está y se fueron, y ahora la justicia revierte esta situación y quedaron en vano. Y ahora está Macri y no sabés a quién buscar. No tenemos la suerte de tener un gobernante que nos deje cosas que después no nos puedan sacar o que al menos les cueste sacarnos. Salvando las distancias, yo siempre pongo el ejemplo de cuando cambiamos los estatutos de la Federación e implementamos el voto directo. Este año hay elecciones y los compañeros no solamente van a poder votar a sus dirigentes nacionales, sino que también se van a poder postular. Cuando iniciamos los borradores de la reforma, yo recomendaba pensar como oposición, pensar en cuando no estemos nosotros. Eso es lo que no hacen los gobiernos de turno: piensan que van a estar toda la vida y dejan las cosas atadas con alambre, salvo cuestiones personales que las tienen muy bien arregladas. En eso no se pueden meter los otros, pero en las cuestiones de la sociedad siempre nos dejan debilitados. Viene uno y te reforma la ART, viene otros y te reforma la Ley de Contrato de Trabajo o te flexibiliza. Creo que el kirchnerismo hizo muchas cosas pero no dejó una organización que diga, ‘bueno, independientemente del partido que venga, el próximo gobierno va a poder manejar la política económica, la política exterior, pero no va a poder manejar las reivindicaciones de los trabajadores’. Eso es lo que le critico al kirchnerismo, más allá de que yo sea apartidario. Yo no tengo un partido político y trato de que tampoco lo tenga esta organización. Aguantaré hasta donde pueda para que esta organización no se decida por ningún partido político.

¿Pero tenés tu ideología, tu pensamiento político?

Sí, sí, pero todavía no me defino. Es como si tuviera trece o catorce años.

Estás en la adolescencia política.

Claro, no me defino. Le tengo un rechazo a los políticos muy grande y es como que me resisto, más allá de que yo hago política.

Según lo que decís este podría ser uno de los primeros gremios no peronistas. Entendiendo que siempre se dice que el movimiento obrero es por excelencia la columna vertebral del movimiento peronista.

Y, yo creo que sí. Por eso nos castigan y nos ningunean.

¿Ustedes no se consideran parte?

No, no de ninguna manera. Ni hacemos lo que dice el peronismo ni nadie. Nosotros tenemos autonomía absoluta de las centrales y sin injerencia de los partidos políticos.

Serían algo así como una versión moderna del sindicalismo anarquista, que fue la base del sindicalismo peronista.

Lo que pasa es que el anarquismo era un poco el opositor de todos los gobiernos. Nosotros no somos opositores. Si defender a los trabajadores implica enfrentarnos a los gobiernos, los enfrentamos. Pero no somos oposición ni queremos que se vayan.

Se enfrentan a una patronal.

Exactamente. Nosotros enfrentamos a la patronal. Los gobiernos son los que se enfrentan a nosotros, en realidad. De hecho para la izquierda somos burócratas y para la derecha somos de izquierda.

Les cuesta encuadrarlos.

Si vos no estás encasillado no pueden entender por qué no te encasillás. Entonces aquellos que quieren que vos estés en algún lugar empiezan a fantasear, en qué lugar puede estar este, y este tiene que estar acá, y este me parece que por lo que dijo está acá, y entonces nadie te evalúa por lo que hacés. Te quieren encasillar y meterte en un lugar. Esa es la discusión de hoy. No te creo a vos no porque tu idea sea mala, sino porque sos kirchnerista o marxista o macrista. Ese eje se pierde permanentemente porque a nadie le conviene discutir los problemas reales que hay en los sindicatos. A mí no me invitan a los medios porque no lo voy a putear a Macri como no la iba a putear a Cristina. Hablemos de salario, de cuánto tiene que cobrar un trabajador, de cuál es el verdadero valor de la fuerza de trabajo, no de si el kirchnerismo te dio paritarias libres, o si fue corrupto, o si Cambiemos tiene offshore. ¿Me entendés?

¿Hoy los temas de fondo se pierden en la “grieta”?

Yo no le tengo miedo a la grieta, al contrario. Me gusta que exista y no quisiera que se cierre porque significaría que perdimos todos los derechos. Grieta yo llamo cuando tenés intereses distintos. Vos a mí no me querés dentro de tu sociedad y yo tengo que entender que tampoco te tengo que querer a vos dentro de mi sociedad. Lo único que quiero es que convivamos para poder vivir los dos. Vos querés vivir excelente y yo quiero vivir bien. Para ellos es al revés. Quieren vivir bien y que yo viva mal. Si sos negro tenés que ser pobre. El problema de esto es que a veces los de este lado de la grieta nos seguimos agrietando y formamos pequeñas grietas permanentemente. Y cuando llegue el momento en que estemos todos en la cárcel vamos a estar en el calabozo los que estamos de este lado de la grieta, por más diferencias que tengamos. Eso es lo que no podemos llegar a entender nosotros, los de este lado de la grieta, para poder solidificar la fuerza, pero no para reventar a los del otro lado, sino para decirles, ¿ustedes quieren nuestra fuerza? Bueno, páguenla.

Ustedes en la Federación tienen una particularidad a la hora de discutir salarios y es que rechazan la paritaria por inflación y en su lugar parten de un salario mínimo, vital y móvil. ¿Por qué?

Nosotros el salario mínimo, vital y móvil lo empezamos a implementar en el 2004. La primera paritaria que hicimos con esa modalidad fue en Dreyfus, de donde yo provengo. Estábamos en paritaria con la empresa y no le encontrábamos la vuelta, porque veníamos desde hacía muchos años sin negociar. Nosotros somos dirigentes que venimos de la flexibilización. Yo arranqué en el año 93 como delegado del personal, en una planta totalmente atomizada, donde de 240 trabajadores solamente 24 estábamos sindicalizados y la mitad eran tercerizados. Teníamos una relación de fuerza totalmente dispareja. Cuando llegó a nuestra vida sindical Horacio Zamboni, un abogado laboralista que falleció en el 2012, nos revolucionó la cabeza. Imagínate que veníamos de una pasividad espantosa en los ’90 y él nos dice ‘muchachos, tienen todo para lograrlo’. Parecía una utopía. Y empezamos a discutir el salario mínimo, vital y móvil, que no es el que establece el Consejo del Salario con el gobierno sino el que establece la Ley de Contrato de Trabajo en el artículo 116 y la Constitución en el artículo 14 bis, y que te garantiza salario, esparcimiento, salud, vivienda adecuada. Todo lo que dice ese contenido de la ley vos lo tenés que satisfacer con plata salvo que el Estado te provea vacaciones o comida gratis.

Que sería otro sistema.

Exacto. Así que en ese momento decidimos hacer un estudio y se lo pedimos a la Facultad de Economía de la Universidad de Buenos Aires, para saber cuánto tenía que ganar un trabajador. Esa es la disyuntiva que aún hoy se mantiene. Lo hemos hablado con muchos sindicatos que son amigos nuestros, con los que hemos compartido calle y conflicto, y no confían. Siguen insistiendo en la canasta básica, en el porcentaje, en la inflación, siguen insistiendo en la coyuntura económica política que te quieren llevar para que vos discutas lo que ellos quieren y no lo que vos necesitás. En ese momento nosotros ganábamos $1100 y según el estudio teníamos que ganar $2200. Era una locura pensar que podíamos ganar eso, se cagaban de risa los compañeros, ni hablar la burocracia de Buenos Aires. El abogado nuestro, supuestamente nuestro, me decía, ‘un pirincho quiere ganar más que yo’. Con todo eso y el freno de mano puesto, arrancamos la pelea, que llevó muchos años, recién en el 2010 pudimos conseguirlo.

¿Y por qué creés que hay esa reticencia a discutir el tema?

El tema del salario mínimo, vital y móvil es un paradigma que no cualquiera puede interpretar, pero no porque les falte inteligencia sino porque no se tienen confianza para hacerlo o tienen miedo. Incluso hay mucha gente que tiene vergüenza de decir ‘yo tendría que estar ganando esto y gano la mitad’. Es la vergüenza que tienen algunos trabajadores con esa cultura de ‘cómo yo voy a enfrentar al patrón’. Todas esas cosas se van cambiando con el tiempo, culturalmente. Obviamente que del otro lado hay gente que juega fuerte para que esto no se desparrame. Y hay mucha gente que quiere cambiar la cultura en beneficio de la clase trabajadora y no saben. Vos tenés tipos que no saben lo que es un salario, incluso periodistas calificados como Víctor Hugo [Morales], un tipo que no entiende un sorete de salario. Nosotros hemos roto el techo cuatro o cinco veces en estos últimos años y no nos han llamado nunca y cuando nos llaman nos preguntan boludeces. No entiende él y muchos lo que es darle trascendencia a lo salarial. Si tuviéramos un buen salario la historia sería distinta en este país. Nosotros teníamos compañeros que vivían en villas y hoy están alquilando, mandan a sus hijos a la facultad. No es que le conseguimos la guita. No, nosotros vamos, hacemos asambleas, les decimos ‘muchachos, no se queden con esto, sigan estudiando, nosotros tenemos esta política salarial no para que ustedes se cambien de laburo, sino para que se formen, formen a sus hijos’. En Dreyfus se implementó el primario y el secundario. Y estoy seguro de que varios de esos muchachos van a seguir en la universidad, van a hacer carreras de postgrado. Ojalá te dure toda la vida la fuente de trabajo, pero ¿y si no? Tenemos que lograr que nuestras alternativas no solo sean Dreyfus o la empresa donde trabajes.

¿Cómo están las negociaciones?

Recién arrancamos.

¿Todavía no cerraron nada?

No, no.

¿Va para largo?

No sé si va para largo porque a la empresa no le conviene el conflicto. Están bien, siempre anduvieron bien. Antes del año pasado anduvieron bien y el año pasado anduvieron mejor por varios motivos. Les sacaron las restricciones de cambio, el campo está entregando más materia prima, porque ese era el problema antes, no entregaban esa cantidad de materia prima y las empresas tenían mucha capacidad ociosa, estaban mucho tiempo paradas. Y también las retenciones a las exportaciones,. Este gobierno benefició mucho a los grandes empresarios. Imagínate que el Estado tenía que haber recaudado por derecho de exportación en el 2016 140 mil millones de pesos y recaudó 71 mil millones. No solamente eso, sino que le dio 10 años para pagar. Antes el kirchnerismo le daba 90 días. Hoy este hijo de puta le dio 10 años. O sea que no lo van a pagar nunca.

¿Cómo discuten eso con los trabajadores? Porque antes decías que el gobierno no quiere a los trabajadores, que es una grieta de clase, y quizás es difícil pensar que el efecto “derrame” de estos beneficios no tenga un impacto en los trabajadores, en su visión del momento político. ¿Cómo encaran la discusión política?

Tenemos muchas charlas de capacitación. Tratamos de darles una charla política, de que haya charlas con asesores económicos. Imagínate que el matete que les hacen los medios de comunicación es bastante grande. Entonces tratamos de ser muy puntuales en lo que se refiere al contexto aceitero y desmontador, y después la política general, pero no tanto. De última si prende que vayan a militar. Lo que tratamos es que la conciencia de clase que se tenga no sea la conciencia ganadora, porque la conciencia ganadora cuando vos perdés la perdés toda. Y la conciencia de clase es eterna. Para mí es muy importante que puedan tomar decisiones sin depender de nosotros. Ls fines de semana nos juntamos permanentemente con grupos de trabajadores y charlamos. A veces te das cuenta de que al trabajador le interesa comer y chupar. Pero, bueno, si no te interesa la política por lo menos estudiá, preparate, tené una alternativa personal para que no dependas toda la vida del capitalismo sojero. Que te encuentren preparado. Porque el problema está cuando no estás preparado. Algunos dicen, ‘¿y cómo…?’. Y qué sé yo, yo siempre peleé. El problema lo tendrán los kirchneristas que tienen la bandera nueva y no saben cómo pelear. Pero los que peleamos estamos acostumbrados.

Decías que sos apartidario, que te querés mantener fuera del juego de los partidos políticos. ¿Cómo ves las próximas elecciones, el rol de Cristina, lo que se juega el macrismo?

Me da pena que la alternativa sea Cristina. Seguramente va a ganar el kirchnerismo pero por muy poco. Yo creo que el único que le puede hacer frente a este gobierno es el peronismo, objetivamente lo digo. Ojalá que la alternativa no tenga que ser Cristina. De por sí ya me molesta mucho que uno tenga que depender de un líder. Porque es lo que digo, se fue y nos dejó a todos en bolas, pudiendo haber hecho muchas cosas, pudiendo haber sacado muchas leyes de la flexibilización que no las sacó, reformó algunas, pero lo esencial que perjudicaba a los trabajadores todo lo contrario, vino este y le metió más leña a ese fuego que había quedado ahí y que no lo terminan de apagar nunca. Porque piensan que los capitalistas van a venir a la Argentina si condenan a la clase trabajadora. Es una mentira esa. Ningún empresario se va de la Argentina porque tiene buenos salarios, se van porque no les conviene el negocio. De lo que sí estoy convencido, y lo voy a seguir diciendo, es que este gobierno no puede tener el poder absoluto. Si sin poder hizo lo que hizo en un corto plazo, no me quiero imaginar si llega a tener el poder absoluto dentro de las cámaras. Eso va a ser el caos total. Hoy la gente está indignada. Y estos te hablan de poner el hombro. Bárbaro, pongo el hombro por la Argentina. Pero vos me ponés una piedra más pesada que la que tenía antes. No hagamos paritarias este año, listo. Pero no me aumentés porque me hacés morir de hambre. ¿Cómo vivimos? Eso es lo que hay que preguntarle. Manteneme el poder adquisitivo aunque sea. Yo antes era pobre y ahora me tengo que morir de hambre. Una imagen precisa de lo que es Macri y de lo que es este gobierno fue la Expoagro que hicieron en San Nicolás. Lo aplaudían. Y claro, cómo no lo van a aplaudir los gringos. Le tiraron la alfombra roja. ¡Sí, se puede!, gritaban.

¿Con qué espacios dentro de la CGT tienen más diálogo?

Dialogamos con [Sergio] Palazzo, con la gente de ATE. Tenemos mucha más gente afín de la CTA que de la CGT. Pero porque de la CTA nos invitan más que de la CGT. Hay gremios de la CGT con los que nosotros compartimos muchas cuestiones. Lo único que no hacemos es la unidad de la lucha, no nos juntamos para pelear. Pero nosotros no creemos que somos los únicos que peleamos, hay otras entidades que pelean. Lo único que nos falta es decir que estamos peleando, para contagiar, para que la gente entienda que sí se puede (risas) .Que si se pelea se puede.

Por Diego Sánchez y Bean Gibbons para Revista Zoom – Foto Georgina García