Una comisión de alto nivel del régimen talibán estuvo este lunes 9 de octubre en Herat, la provincia afectada por el terremoto de magnitud 6,3 del pasado fin de semana, el más devastador que ha azotado el país en dos décadas, y anunció una próxima visita del viceprimer ministro de Asuntos Económicos, Abdul Ghani Baradar, para entregar ayuda y apoyar los esfuerzos de rescate.
La delegación se refirió a una cifra de fallecidos y heridos de unas 4.500 personas, sin discriminar entre unos y otros, aunque agregó que esperaba una actualización. El número difiere de los 2.500 afectados que calcula Naciones Unidas.
De acuerdo con Janan Sayiq, portavoz de la autoridad de desastres, unas 20 aldeas del área de Herat resultaron devastadas, con más de 2.000 casas reducidas a escombros producto del movimiento que tuvo fuertes réplicas, las más poderosas calculadas por el Servicio Geológico de Estados Unidos entre 5,5 y 6,3.
Ayuda a cuentagotas y necesidades crecientes
Los exiguos equipos de rescate y la población de las zonas afectadas se han combinado para cavar, en ocasiones con las manos, en busca de sobrevivientes entre los escombros, mientras la ayuda internacional tarda en llegar, en parte por la desconfianza de los gobiernos de tratar con un régimen que cuenta con casi nulo reconocimiento como el Talibán y en parte porque la atención mundial se ha desplazado hacia el conflicto palestino-israelí.
Países como Dinamarca y Noruega han expresado su disposición a colaborar con agencias humanitarias, mientras que China y Pakistán han ofrecido su apoyo al talibán, sin poner condiciones. Este último evalúa actualmente el envío de insumos y cuadrillas de salvamento, así como alimentos y medicinas.
Irán también ha ofrecido ayuda humanitaria, como lo anunció Hossein Amirabdollahian, ministro de Exteriores de Teherán, en una llamada a su homólogo talibán Amir Khan Muttaqi, en la que expresó sus condolencias por la tragedia.
Desastre en puertas para los sobrevivientes
El terremoto se produjo en momentos en que el país ya atravesaba un gran desafío humanitario, con necesidades básicas sin cobertura para unas 29 millones de personas, debido al aislamiento del régimen. La situación seguramente se agravará por este desastre, que se produce en momentos en que se acerca el invierno.
Afganistán arrastraba también las secuelas de dos temblores no tan poderosos pero también de efectos devastadores, uno ocurrido hace siete meses en la frontera con Pakistán, y otro en junio del año pasado, en una región montañosa, donde más de 1.000 personas perdieron la vida.
Por Eumar Esaá-France24