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Sebastián Wainraich: “La monogamia se va al carajo”

Conductor de radio, actor, nuestro columnista desde hace ocho años y, ahora, protagonista de Una noche de amor, la peli que escribió sobre los desafíos de pareja. Wainraich habló de todo con la revista OHLALÁ.

¿Cuál es el conflicto de Una noche de amor?

El paso del tiempo. Es una pareja que lleva doce años junta y que va a salir un sábado con otra pareja amiga, pero se enteran de que ellos se acaban de separar. Entonces, se enfrentan a tener que salir solos porque a los hijos ya los ubicaron. Tal vez, íntimamente, él decía: “Yo prefiero quedarme viendo la tele”, y ella decía: “Yo prefiero salir con mis amigas”, pero ya quedaron.

P: ¿Creés que plantea temas generacionales?

Yo creo que son de siempre, pero nuestra generación los está mostrando un poco más, es buenísimo. Me parece que tal vez la generación anterior a la nuestra no los sacaba y eso generaba frustración. Es esa generación la que a veces nos dice: “Eh, ustedes tienen un conflicto y ya se separan”. Por eso, la película presenta otro dilema: ¿hay que ponerle garra a la pareja o no?

P: ¿Hay que ponerle garra?

Yo creo que sí, pero cuando le estás poniendo más garra que amor, ya es un trabajo, no es una pareja, es una obligación. Me parece que a todas las relaciones les tenés que poner garra. La pareja pasa por varios momentos. Está el primero, del impacto, del enamoramiento, casi irreal, pero lógicamente se termina porque es imposible vivir así. Está bueno, pero tampoco es genial, el enamorado está angustiado.

“No me respondió el WhatsApp”, es terrible.

Yo no soy de esa generación. En mi época, era: “no me contestó el mensaje”, “no me llamó”, “la llamé y no me atendió”. Entonces se sufre. Después, cuando llega la estabilidad en el amor, me parece que está buenísimo. Ya somos novios, te amo, todo, y “si vos salís un sábado con tus amigas está buenísimo”.

En la película se plantea de qué hablan después de doce años.

Creo que se comunican, pero hay veces que decís: “¡¿Para qué voy a tirar este tema?! Si tiro esto, da para una charla de una hora”. Cuando llego de la radio, Dalia me pregunta cómo me fue y le digo que bien, ¡aunque me haya ido terrible! Poder charlar de todo esto no significa que lo tengas superado, pero sí lo tenés aprendido y de algún modo lo disfrutás. Te estás riendo un poco de esto también y, comparando con las otras generaciones, me parece que ellos no podían reírse, lo tenían más tapado, toleraban.

Estás desde hace 14 años junto a Dalia (Gutmann), ¿crées que está sobreestimada la pareja?, ¿no es posible estar mal un tiempo?

Sí, se puede estar mal, pero inevitablemente te preguntás: “¿Qué nos pasa?, ¿qué estamos haciendo mal?”. Es difícil estar mal, porque es la persona con la que vivís. El otro día vimos a una pareja, ellos ya son de segunda gestión y tuvieron un hijo, tienen cuartos separados y lo súper recomiendan. ¡Es una locura dormir todas las noches con una persona en la cama! Es fuerte. Aunque algo evolucionó: mis viejos antes compartían la almohada larga. Era una locura. Mucha veces se dijo: “Ah somos uno”, y es una mierda ser uno. Somos dos. Por eso cada uno tiene que conservar su intimidad, su mundo privado, no hace falta contar todo.

La mayoría de las veces, es la mujer la que encara, el hombre no va a decir: “Hablemos, me parece que estamos mal”.

Creo que el hombre es más cobarde, dice: “Bueno ya va a pasar, tranquila, ya va a pasar”. En cambio, la mujer ve el conflicto, plantea o se separa.

¿Qué te aportaron tus hijos?

Aportan lo más importante que tenés en la vida, das la vida por esa persona: toda la buena prensa es verdad, pero algo de la mala también. Tenés menos tiempo, estás cansado, las noches son difíciles, te hacés un montón de preguntas.

¿También le ves más la oscuridad al otro?

Sí, ya cuando empezás a convivir se empiezan a ver miserias, por ejemplo, conocés la familia del otro. Es muy fuerte. Y en la maternidad o en la paternidad hay madrugadas que te agarrarías a trompadas con tu pareja: “Despertate vos, la concha de tu hermana”, pero a las diez de la mañana nos queremos otra vez, todo quedó en un mundo casi irreal de la madrugada en el que no entendés nada.

Hay que ver cómo evoluciona la pareja en la próxima generación.

Para mí, la monogamia se va a la mierda. Tal vez lo sexual no sea tan importante o la fidelidad no esté marcada por lo sexual sino por otras cosas. La película muestra lo que le cuesta a la pareja tener sexo, no tanto por ellos, sino por su entorno, los hijos, los problemas, los horarios. A veces, decís: “¡Tenemos una hora, vamos a garchar!”, pero justo salió el nuevo capítulo de la serie que están viendo y dudás… La pareja es un mundo complejo e inagotable, pero me parece que no encontramos un sistema mejor para vivir que no sea de a dos.

Por Soledad Simond y Teresa Elizalde | Para Revista OHLALÁ!

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