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Resabios de la Guerra Civil Española Por Gustavo Druetta

El Museo de Armas del Colegio Militar de la Nación (CMN) exhibe una enorme maqueta en bronce del Alcázar de Toledo, semiderruido por dinamiteros anarquistas y la aviación republicana. Defendido por el coronel J. Moscardó al inicio de la Guerra Civil Española (1936/1939), está dedicado a nuestros “Caballeros Cadetes” por sus pares de aquella antigua Academia de Infantería.

Las elecciones del 20 de febrero de 1936 que habían dado ajustado triunfo al “Frente Popular” –de socialistas, liberales progresistas e izquierdistas- frente a una coalición de derechas republicanas, monárquicas, tradicionalistas y católicas, profundizaron una “grieta” catastrófica. Con sus legionarios y regulares (moros) del África –futuras tropas de choque “nacionales”- el general Francisco Franco había conducido en octubre de 1934 la represión a la huelga general insurreccional de la Central Nacional de Trabajadores, matando en Oviedo (durante 15 días “comuna” ácrata) centenares de obreros insurrectos. Habían osado fusilar enemigos de clase afines al gobierno de J. M. Gil Robles, líder de la “Confederación Española de Derechas Autónomas” junto a monárquicos de “Renovación Española” y la “Falange Española” de J. A. Primo de Rivera.

En marzo de 1933, Gil Robles había vencido en las urnas al gobierno de la naciente II República del 14 de abril de 1931, presidida por el liberal N. Alcalá Zamora y el socialista M. Azaña, jefe del gobierno. Bajo el Frente Popular del ‘36, el asesinato del diputado de derechas J. Calvo Sotelo un 13 de julio, reversa del crimen del teniente J. Castillo de la “Unión Militar Republicana Antifascista”, impulsó el levantamiento militar del 18 de julio contra reformas educativas laicas, incipiente distribución de la gran propiedad en favor de campesinos sin tierra y el intento de subordinar la Iglesia y el Ejército a un poder civil jaqueado, a su vez, por un turbulento desorden revolucionario. Antoine de Saint-Exupéry, piloto republicano, escribió: “Una guerra civil no es una guerra, sino una enfermedad. El enemigo es interior. Lucha uno casi contra sí mismo”.

Como en toda guerra ideológica, étnica y/o religiosa (en España se entrelazaron las tres) el oponente pasa a ser un “traidor” hasta de su condición humana. La matanza en combate y/o por represalias de unos 300.000 españoles conmoverá a nuestra inmensa inmigración ibérica cuyos familiares luchaban en uno u otro bando. El triunfo, en marzo de 1939, del “cristianismo, el orden y la civilización occidental” en la Madre Patria suscitará la empatía del Ejército Argentino. En 1943 protagoniza un golpe pro-Eje. Pero a partir de 1945 queda huérfano del modelo alemán hasta adoptar en los ’50 la receta contrainsurgente francesa. Aquella maqueta del Alcázar, ícono de la “Cruzada” contra la revolución social española, ha subsistido hasta hoy en la escuela de nuestra oficialidad militar, sin ser exhibida a curiosos en la web del CMN. A la muerte de Franco en 1975, iniciada una pausada transición democrática, nuestras FF.AA. estaban escalando su propia guerra civil. El espíritu de lucha sin cuartel expresado en las ruinas de Toledo caló hondo en la Argentina. El “Nunca Más” seguirá en alerta.

*Gustavo Druetta *Sociólogo  y periodista. Ex teniente de Artillería (1965-1970).