Chubut Para Todos

Qué tiene Alberto Fernández en el banco para el segundo tiempo

El albertismo nonato es un equipo corto. Rossi, en offside. Domínguez y Aníbal, rivales reconciliados. Un golden boy, bolillas negras y mujeres gobernando.

“Vos tranquilo, poné orden en lo que tengas que poner”. La frase de Cristina Fernández en Avellaneda marcó el respaldo de la vicepresidenta al Presidente y repuso en escena la necesidad de que avance con cambios en la gestión de cara a la segunda etapa de su mandato. Alberto Fernández deberá ajustar los criterios con que gobierna la residencia de Olivos y permite que quienes lo entornan hacen y deshacen en su nombre, pero, sobre todo, tendrá que evaluar qué variantes tiene a mano para darle a su gabinete mayor volumen en un doble movimiento que le puede servir para contentar a su vice y protegerse de las detonaciones que hoy impactan directo sobre su cuerpo.

En la lista de los apuntados dentro y fuera del Frente de Todos aparecen primero el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi; el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y, una vez más, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Son los funcionarios que rodean al Presidente y los que cuentan con su mayor confianza. Con historias y funciones muy distintas entre sí, están hermanados por una razón: hasta hoy, Fernández no se concibe a sí mismo sin estar escoltado por ese trío. De los tres, Cafiero es el que más tiempo lleva resistiendo la presión mixta del cristinismo y el massismo por ocupar su lugar, el más codiciado en el organigrama de gobierno. En el cierre de listas, el Presidente reiteró que lo considera imprescindible.

“De los que están hoy al lado de Alberto, ninguno está dispuesto a tirarse sobre la granada y, si no están para eso, ¿para qué están?”, le dijo a Letra P un exfuncionario kirchnerista de buen diálogo con el Presidente. En el Frente de Todos, la coincidencia se extiende entre los sectores alineados con Cristina y con Sergio Massa: Fernández necesita un vocero que hable en público, que lo defienda y que le evite exponerse por demás en entrevistas o discursos innecesarios. Sin embargo, es el Presidente el que muchas veces prefiere no delegar y jugar el rol de vocero de gobierno, con los resultados a la vista.

Más importante es la redefinición sobre el gabinete que viene después de las elecciones y el perfil de funcionarios que Fernández podría encumbrar. Por experiencia y sobriedad, el nombramiento de Jorge Taiana en el Ministerio de Defensa es una designación que dejó conforme al Presidente. El problema fue que Taiana llegó a causa de la salida desprolija de Agustín Rossi, un ministro de trayectoria larga en el kirchnerismo, de los que podía defender a Fernández ante las críticas de su propio espacio.

Después de su salida del gabinete, en medio de una interna con el gobernador Omar Perotti en Santa Fe, desde las adyacencias de la vicepresidenta comenzaron a decir que habían pensado en Rossi como candidato para reemplazar a Cafiero. Ahora el rosarino se juega una partida difícil en las primarias, en las que competirá contra Cristina, Alberto y Perotti; después se verá cuál es su futuro. Entre los kirchneristas que conocen al Chivo afirman que siempre se cortó solo a la hora de pelear en Santa Fe y hasta recuerdan alguna desventura de Néstor Kirchner en su intento por disciplinarlo en cuestiones de campaña. De ahí se desprende que tiene chances de regresar a los primeros planos, más allá de cómo le vaya en las PASO. Todo depende finalmente del Presidente y de la fortaleza con la que logre atravesar el trance por las fotos y los videos de su vida en Olivos durante lo que debía ser la cuarentena estricta.

Domínguez y Aníbal

¿De qué voluntarios dispone Fernández a la hora de poner orden y relanzar su gabinete? Tras el desgaste de casi dos años de gobierno y con la posibilidad de reelección nublada por las dificultades del día a día, las figuras dispuestas a asumir responsabilidades no son tantas como hace dos años. Dos nombres circularon con intensidad en las últimas semanas. El primero fue el de Julián Domínguez, el exministro de Agricultura con el que CFK inició un camino de distensión con el mundo del agronegocio después del conflicto por la resolución 125 y fue después presidente de la Cámara de Diputados. De origen duhaldista, Domínguez llegó a entablar una excelente relación con la actual vicepresidenta. Hoy cada vez más activo en el rol de asesor del SMATA, tiene diálogo con el Presidente y la versión de que podía ser el reemplazante de Rossi en Defensa lo reubicó como potencial candidato a ocupar un cargo ejecutivo. Sin embargo, según dicen a su lado, nadie lo contactó para ofrecerle nada en ningún momento.

Domínguez figura como articulador del encuentro entre sindicatos y pymes industriales que se realizará el jueves próximo en la sede de la Confederación General Económica, lo que lo posiciona hoy como muy cercano al mundo de la producción y el trabajo. En 2015, se enfrentó fuerte con Aníbal Fernández, el rival que lo derrotó en la campaña por la gobernación en la provincia de Buenos Aires para después perder con María Eugenia Vidal. Seis años después, Domínguez y Fernández recuperaron el vínculo en los últimos tiempos en un almuerzo organizado en la sede del SMATA por el jefe metalúrgico, Ricardo Pignanelli. Acordaron, según dicen, no volver sobre las divisiones del pasado y no ahondar en explicaciones sobre lo que los dividió. A Aníbal, que ya tenía pensado saldar en algún momento ese frente interno con otro dirigente de pasado duhaldista, alguien le dijo que Cristina vería con buenos ojos ese acercamiento y le llegó después la confirmación por una vía informal.

En las últimas semanas, incluso antes de que el quilmeño saliera a defender al Presidente después del cumple-gate, algunos colaboradores de Alberto dicen haberlo escuchado decir que quería traer de regreso a Aníbal a su gabinete. Se trataría de dos funcionarios con experiencia probada en el fuego de la gestión.

Fuera de Rossi, Aníbal y Domínguez, los nombres que circulan no son muchos. En el caso de que Fernández decidiera finalmente entregar a Cafiero, hay quienes piensan que Vilma Ibarra podría ocupar la jefatura de Gabinete, pero la secretaria de Legal y Técnica le cuida la firma al Presidente y tiene en el entorno de Cristina a sus más duros contrincantes. Cecilia Nicolini, en cambio, es elogiada por las dos familias de Fernández y figura en las rondas de Olivos como candidata para hacerse cargo de algún ministerio importante.

¿Tropa propia o experiencia?

Al profesor de Derecho Penal no le sobran candidatos propios para ocupar lugares en el gabinete. Con la asunción de Juan Zabaleta en Desarrollo Social, la enorme mayoría quienes lo habían acompañado en el armado del Grupo Callao y la campaña de Florencio Randazzo de 2017 están hoy en el Gobierno. Tampoco a Massa le sobran, tal como lo sugieren los nombres que aportó para el gabinete y la lista del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, su antigua fortaleza.

El socio principal de Máximo Kirchner es mencionado hace tiempo como postulante para liderar un “superministerio” del que no se conocen mayores detalles. Asociado a su nombre aparece el de Martin Redrado, el perito de Claudio Bonadio en la causa del dólar futuro que se ofrece una y otra vez como sucesor de Martin Guzmán y parece haber levantado el veto de Cristina. Si el golden boy pudo lograrlo, tal vez entonces otros vetados logren retornar para constituir un gabinete de emergencia. Un blanqueo para quienes tienen bolilla negra por parte de la vice le permitiría a Massa recuperar a otro de sus soldados con más experiencia, Diego Bossio. El extitular de la ANSES que llegó a ser un hombre clave del cristinismo entre 2009 y 2015 perdió la confianza de CFK y se replegó hace poco en el sector privado: dirige la consultora Equilibra junto al economista Martin Rapetti.

En el FdT, hay hombres y mujeres que ya formaron parte de varios gobiernos. Algunos salieron chamuscados del fuego de la gestión y otros se fueron por diferencias ante la ola de pensamiento único. Sin embargo, lo que cuenta es el criterio del Presidente. Como le sucedió al kirchnerismo en sus orígenes, cuando dio el salto de Santa Cruz a la Nación, no sobran las figuras que puedan encajar en la categoría de cuadros técnicos y políticos. Viejos sobrevivientes del Frente para la Victoria recuerdan que Néstor Kirchner tomó posición con 70 dirigentes que habían pasado por la función pública en su provincia y tuvo que ceder la mitad a Eduardo Duhalde por necesidad. Si el Presidente decide priorizar gente de su confianza, terminará eligiendo a sus amigos y a quienes le dicen a todo que sí. Si no, tendrá que abrirse a discutir con ministros o ministras que puedan plantarse para decir que no cuando creen que una decisión conspira contra los intereses del propio gobierno. Como le ocurrió a la propia Cristina, que terminó en 2015 rodeada únicamente por sus incondicionales, en el oficialismo hay quienes piensan que ahora Fernández enfrenta un desafío similar.

Por Diego Genoud – Letra P