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¿Qué son las criptomonedas y a qué se debe su vertiginoso auge?

Las criptomonedas iniciaron como un método alternativo para hacer transacciones sin intermediarios. Cada vez cobran más importancia a nivel mundial, tanto por el número de usuarios que las utilizan como por la gran cantidad de dinero y especulación que generan. ¿A qué se debe su auge?, ¿cuáles son sus riesgos y beneficios?

En 2008, alguien llamado Satoshi Nakamoto cambió la forma de transferir dinero cuando publicó un documento que establecía las bases para pagar con bitcoin, la primera criptodivisa, creando una red descentralizada de pagos en la que no tienen lugar ni bancos ni gobiernos.

Nakamoto, de quien no se conoce con certeza su identidad –si es una persona o un grupo– determinó que el bitcoin sería un instrumento para transferir dinero completamente gestionado por los usuarios, basándose en una red peer to peer o red entre iguales.

Lo hizo ideando una tecnología que permite a los usuarios hacer intercambios directos con una gran seguridad: la blockchain o cadena de bloques. Consciente o no de su propuesta, Nakamoto revolucionó la forma de hacer pagos.PUBLICIDAD

¿Cómo funciona el blockchain?

Para lograr que haya una transacción directa y sin intermediarios, el creador de bitcoin se basó en el hecho de que las transacciones debían ser públicas y lo que antes funcionaba como una cartilla de banco para llevar la cuenta de todas las transacciones que realizaba una persona, ahora es un libro público que lleva la cuenta de todas las transacciones realizadas por todos los usuarios de la red.

“Lo que hace (la metodología de las criptomonedas) es convertir todo en un registro inmutable, una vez que una moneda fue para un lugar no se puede decir ‘esto no pasó’, una vez pasó, queda registrado para siempre”, indica Matías Nisenson, empresario e inversor en empresas tecnológicas en Argentina.

Cada usuario tiene una billetera digital desde la que recibe o emite sus pagos. Cada transferencia se envía a la red de usuarios de manera pública, pero para que estas transferencias sean verificadas y dadas como válidas, se emiten con un código o algoritmo matemático que debe ser desencriptado.

Minería para verificar transferencias

A ello se dedican personas o entidades con grandes equipos de computación que son conocidos como mineros. Cuando los mineros desencriptan los códigos, unen unas transferencias a otras y arman bloques con ellas. Cada bloque se envía a la red de usuarios y se encadena con otros bloques que han armado otros mineros, esto es lo que se conoce como blockchain.

El modelo es altamente seguro, ya que para que un individuo o grupo pueda hackearlo, deberá atacar a toda una cadena con miles o millones de transferencias y alterar sus algoritmos ya verificados, lo que requeriría tener equipos de computación que compitan con los de miles de mineros en todo el mundo.

El funcionamiento de la tecnología blockchain y las criptomonedas © France 24

Para Miguel Yasuyuki Hirota, experto en monedas digitales y cooperativas, la principal ventaja de las criptomonedas es el haber demostrado que la tecnología del blockchain es completamente viable en el manejo de un sistema monetario. “Se trata de un sistema con alto nivel de confiabilidad y prácticamente nula posibilidad de falsificar datos”, indica.

Para que sea sostenible -económicamente hablando-, los mineros cobran por su trabajo de desencriptar códigos y es así como nacen los bitcoins, ya que no los emite ningún banco ni entidad central. El primer bitcoin que se creó se pagó por desencriptar una transferencia que no tenía más que el contenido de un periódico. A partir de allí, todas las transacciones que se han realizado se han verificado mediante minado.

Pero los bitcoins no serán infinitos. Cuando Nakamoto creó las bases de esta moneda, estableció que habría un límite de 21 millones de bitcoins para circular y actualmente ya se ha minado el 80% de este total. Se cree que para el año 2140 se mirará el último bitcoin y se desconoce si para entonces ya se habrá ampliado la cantidad permitida.

No sobra decir que los gigantescos equipos de computación necesarios para minar bitcoin y otras criptomonedas son con frecuencia granjas enteras de servidores que consumen demasiada energía. Se estima que el minado de transferencias ya consume la misma energía en todo el mundo que lo que gastan naciones como Países Bajos o Argentina, lo que supone una enorme carga medio ambiental para el planeta.

Un trabajador instala una nueva fila de máquinas mineras de bitcoins en las instalaciones mineras de Whinstone US Bitcoin en Rockdale, Texas, el 9 de octubre de 2021. © Mark Felix / AFP

Especulación y transferencias libres de tasas, lo más atractivo del bitcoin

La posibilidad de poder hacer transferencias entre dos personas sin que una entidad centralizada cobre comisiones ha sido una característica que ha seducido a muchos usuarios.

“Cuando Nakamoto inventó el bitcoin, no pensaba que llegaría a tener tanta envergadura”, asegura Yasuyuki, “la gente se dio cuenta de que el bitcoin es una moneda sin trabas por parte de los gobiernos y empezó a enviar una enorme cantidad de dinero con más facilidad”, agrega.

Y ahora cada vez más mayoristas y minoristas aceptan pagos con bitcoin. Por ejemplo, están a la venta inmuebles, automóviles, ropa o comida. En Estados Unidos, las cadenas Domino’s y Subway ya ofrecen sus productos a cambio de bitcoin e incluso se pueden pagar títulos universitarios, arte, o paquetes vacacionales, entre otros. Ya también Paypal permite pago con esta criptodivisa.

Yo compararía el bitcoin con los tulipanes de Países Bajos del siglo XVII

Pero este es solo uno de los factores de su creciente auge. Su llegada vino acompañada de una gran especulación y la promesa de que el bitcoin y las otras criptomonedas son el dinero del futuro.

“Yo compararía el bitcoin con los tulipanes de Países Bajos del siglo XVII”, dice Yasuyuki, refiriéndose a una de las primeras burbujas especulativas de la historia, cuando una de estas flores llegó a costar lo mismo que una casa. “Este tipo de especulación no podía atraer dinero infinitamente, entonces cayó el precio del tulipán y muchos neerlandeses perdieron su fortuna, creo que lo mismo podría pasar con el bitcoin”, indica.

Desde su creación, millones de personas han invertido en la compra de monedas como bitcoin y su valor ha aumentado a pasos de gigante. Para hacernos una idea, hace cinco años se podía comprar un bitcoin por unos 600 dólares y en octubre de este año llegó a un precio máximo de 66.000 dólares por unidad, lo que se traduce en un aumento del 11.000%.

Bitcoin vivió su mayor auge durante la pandemia de Covid-19 © France 24

Al bitcoin le siguieron miles de criptomonedas, entre las cuales está Ethereum, que se centra en el intercambio de aplicaciones y contratos descentralizados que pueden ser ejecutados automáticamente y cuyo crecimiento en los últimos cinco años ha pasado de unos 11 dólares a unos 4.700 dólares por unidad, es decir ha crecido un 42.000% desde su creación.

La alta volatilidad de las criptomonedas, un riesgo a tener en cuenta

Pero la volatilidad de estas monedas es también un alto riesgo para quienes apuestan por comprarlas. Al no estar reguladas y que no haya una entidad que respalde su emisión, el valor de los bitcoins y de otras muchas criptomonedas depende de múltiples factores externos, incluida la ley de la oferta y la demanda.

Por ejemplo, la reticencia de China y muchos otros Gobiernos a regularlas hace que cada vez que se imponga una medida en contra de su uso el valor de las criptomonedas caiga. En mayo, Beijing prohibió todas las transacciones de criptomonedas en el país, lo que hizo que el bitcoin se desplomara hasta los 34.000 dólares.

Y de la misma forma han fluctuado al alza cuando han recibido el apoyo de grandes figuras públicas, como cuando el magnate Elon Musk tuiteó que invertiría en esa moneda y que sus famosos Tesla se podrían comprar con esa divisa.

Otra montaña rusa vivió esta criptomoneda en la última semana de noviembre y primera de diciembre, cuando pasó de valer unos 58.000 dólares por unidad pero se desplomó con el anuncio de una nueva variante de coronavirus, Ómicron, que hizo caer su precio por debajo de los 52.000 dólares.

Esta volatilidad es para Yasuyuki un alto riesgo. “Bitcoin nace como moneda sin ningún respaldo y por ahora funciona como moneda porque funciona con ese mecanismo de la bolsa de valores donde hay más compradores que vendedores, pero cuando se agoten los compradores ya veremos esa bajada repentina de precios”. Relaciona asimismo el fin del interés de los compradores de bitcoin con la emisión total de todos 21 millones de bitcoins a emitir.

Nisenson, por su parte, prefiere pensar que no habrá un escenario tan “apocalíptico” y apunta a que una vez emitidos todos los bitcoins, esta moneda pasaría a tener un uso puramente de divisa. Cree que cuanto este momento llegue, los mineros seguirán desencriptando transferencias por un “‘fee’” (comisión) que se cobrará a cada una de ellas, es decir ya no serían los bancos los que cobrarían las tasas a los usuarios si no los mineros, quienes harían posible que el sistema siga funcionando.

Más allá de la especulación, como remarcan tanto Yasuyuki como Nisenson, la blockchain ha demostrado la gran capacidad de autogestión de los usuarios y más allá de transferencias, esta tecnología ha traído también la posibilidad de crear gran cantidad de acciones descentralizadas, como es el caso de aplicaciones o contratos descentralizados.

Por el momento será solo el tiempo el que diga si esta tecnología financiera aplicada a múltiples esferas de la sociedad ha llegado para quedarse y convertirse en el nuevo método de trueque y organización social o si por el contrario la especulación que ronda a las criptomonedas acabará siendo el talón de Aquiles de lo que promete, hasta ahora, ser una revolución financiera.

Por Natalia Plazas- France24