Una novedosa encuesta federal retrata los valores, creencias e ideas de la población que hace quince días dinamitó el bipartidismo. Entretanto, el mapa pintado de violeta desafía a los analistas y expertos: opinan aquí el historiador italiano Loris Zanatta y el politólogo Pablo Touzon.
El país estructurado políticamente en base al bipartidismo aparece en retirada. Eso dicen los resultados provisorios de las primarias del domingo 13 de agosto, que conformaron un panorama repartido, grosso modo, en tres tercios. El mapa resultante, teñido de un nuevo color, motiva debate por sus interpretaciones: solo hay unanimidad en que se trata de una evidencia novedosa.
¿Pero quiénes conforman el 30% del país que abjura de los partidos tradicionales y busca una alternativa en las promesas de la “motosierra” y una dolarización por arte de magia? Los primeros análisis coinciden en al menos tres aspectos: el voto libertario excede lo generacional, el nivel socioeconómico e incluso el componente ideológico; la frustración y el enojo acumulados por millones de personas que viven en la pobreza y no encuentran una respuesta en los funcionarios actuales y del pasado reciente; y el daño de la inflación anabolizada mes a mes, que horada los ingresos de manera generalizada.
Dos meses antes de las PASO, Pulsar, el observatorio de la Universidad de Buenos Aires especializado en el estudio de la opinión pública, radiografió la idiosincrasia de los argentinos en todo el país, con independencia de la intención de voto: qué esperan de sus representantes y qué opinan sobre temas neurálgicos como democracia, educación, jubilaciones, el Estado y el narcotráfico. Solo en segundo término se los consultó sobre su simpatía partidaria. Se trató de una encuesta cuyos resultados se analizaron en tres etapas.
“La Argentina ha sido históricamente bipartidista: peronistas vs anti-peronistas. Hoy, además, atravesamos un contexto de polarización como fenómeno político y social que va mucho más allá de nuestras fronteras, se trata de un fenómeno global. Pero queríamos indagar si dentro de esa polarización no se esconden o conviven matices”, explican a Ñ el politólogo Augusto Reina y la socióloga Daniela Barbieri, directores de Pulsar.
“La decisión del voto no representa toda la identidad política de una persona ni define automáticamente sus ideas sobre la vida social”, ratifican Barbieri y Reina. Y ejemplifican: “Un votante de Unión por la Patria (UP) en la Ciudad de Buenos Aires tiene muchas ideas diferentes al votante de UP en Salta. En varios casos, los votantes de Juntos por el Cambio (JxC) mayores de 60 años tienen visiones diferentes de los votantes de JxC menores de 25 años. Las diferencias y las identidades sociales no son solo partidarias”.
Asimismo, hay derechos sociales con un consenso transversal entre votantes de todos los partidos, como la eutanasia.
Otro ejemplo son las legalizaciones o penalizaciones: “La legalización del consumo de marihuana tiene casi la misma cantidad de respaldo entre votantes de UP como de LA pero mayor rechazo de JxC. El respaldo a la Interrupción Voluntaria del Embarazo y el uso del lenguaje inclusivo tiene mayor adhesión entre votantes del UP”, explican los politólogos.
La realidad ofrece un abanico de grises, en contraste con lo que se imagina quien identifica al votante de Juntos por el Cambio con el ideario de esa fuerza política o a quien vota peronismo sin “ser” peronista.
De manera que, cuando se piensa en términos de antagonismos políticos, hay corrientes subterráneas de afinidad que quedan fuera de la foto. Barbieri y Reina ponen este ejemplo: “Se puede ver que los votantes de LA muestran el mayor nivel de acuerdo con la intervención militar en la lucha contra el narcotráfico (85%). Si bien los otros partidos tienden a mostrar niveles más bajos de acuerdo con ello, la mayoría de los votantes de UP están de acuerdo con esa frase”.
El sondeo elaborado por Pulsar en mayo pasado –una muestra de mil casos distribuidos entre las provincias (71%), CABA (5%) y el Gran Buenos Aires (24%)– revela que el sistema democrático representa el mayor de los consensos: para el 73% de las personas consultadas el republicanismo es preferible a cualquier otro tipo de gobierno. Y más de la mitad de las personas opina que el voto debe seguir siendo obligatorio.
El estado proveedor
Sin embargo, un tema medular del sondeo ya reflejaba que la concepción misma de cuál deben ser el propósito y las facultades del estado estaba en revisión. Consultados sobre la gran dicotomía público y privado, el 54% del millar de consultados siente mayor confianza ante una empresa privada que una pública (39%) y el 60% considera que lo mejor para un país es que la mayor parte del empleo lo creen las empresas no estatales. De todos modos, sobre las empresas de servicios públicos, el 46% de las personas opina que deberían tener más controles del estado.
¿Gasta demasiado el Estado? El 80% de los consultados opinan que sí y apenas el 18% piensa que no. Pero atención, al momento de reducir esa inversión, el 91% preferiría reducir el costo de la política, el 72% el de los planes sociales, y el 62% el del empleo público. En el extremo opuesto, el rotundo 98% de los encuestados no está de acuerdo con achicar el presupuesto educativo y el 96% rechaza restar dinero destinado a la salud pública.
Es indicio de un cambio la respuesta obtenida cuando se preguntó por la apertura económica. El 73 % coincidió con que abrir la economía al mundo es una oportunidad para el trabajo de los argentinos, mientras solo el 22 % indicó que esto seria una amenaza al trabajo local. Esta cifra crece al 40 % cuando responden los votantes de Unión por la Patria.
Sin embargo, no parecen tan confiados cuando se les pregunta por temas migratorios. El 60 % afirma que se debería poner restriccciones a los inmigrantes que quieran vivir en el país, mientras el 39 %sostiene que el país debe seguir abierto a recibir inmigrantes. El porcentaje crece al 52 % entre simpatizantes del oficialismo.
Un dato significativo, cuando se trata de analizar el orden público, es que el 52% de los votantes de LA están de acuerdo en perder algunas libertades y derechos para combatir el narcotráfico, mientras que una porción equivalente (el 50%) de los partidarios de UP aprueba la idea de que la policía ejerza más poder para luchar contra el delito.
En el apartado titulado “Bonus Track”, las mil personas fueron consultadas sobre quién debería pagar más impuestos: el 66% consideró que deben tributar más quienes más ganan; otro 66% considera que, al momento de crecer económicamente, la prioridad debe ser el medioambiente y no el dinero.
Otro aspecto destacable de ese país que no termina de sorprender es que el 89% afirma que cree en dios; sólo el 10 % dice no tener creencias religiosas, y ello corresponde a jóvenes y universitarios. Sin embargo, los resultados no contrastan demasiado entre la Ciudad de Buenos Aires y el interior.
Por Débora Campos-Clarín