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¿Qué está pasando realmente entre Vidal y la Bonaerense?

Los hechos sufridos por la Gobernadora María Eugenia Vidal en su despacho y por el ministro de Gobierno Federico Salvai fueron considerados como “actos intimidatorios” y apuntan directamente a la cabeza de la policía bonaerense de la gestión anterior, Hugo Matzkin.

Tras el cambio de autoridades en la provincia de Buenos Aires, la flamante gobernadora, María Eugenia Vidal, decidió encarar uno de sus principales desafíos, del que dependerá buena parte del éxito de su gestión: el siempre proclamado pero hasta ahora nunca concretado saneamiento de la policía bonaerense.

Vidal no dudó y avanzó, y cuando comenzaron las represalias tampoco cedió. Así, por ejemplo, obligó a los oficiales superiores a presentar sus declaraciones juradas de bienes. Otra medida de peso fue el apoyo a las investigaciones tanto internas como judiciales sobre la tan densa como extensa red de corrupción que desde hace años envenena a esa fuerza policial que, con sus 90.000 efectivos, es la principal del país.

El problema son los viejos, los que se quedaron afuera. Entre ellos, Matzkin, que según se comenta “cuenta con una estructura de inteligencia que viene haciendo escuchas teléfónicas desde la localidad de City Bell (La Plata) y desde el partido de Ezeiza”.

Actos intimidatorios, aprietes. Antes le tocó al intendente de La Plata, Julio Garro. Ahora a la Gobernadora y al ministro de Gobierno. Pero no es algo nuevo. El asunto viene desde hace varios meses, tal como publicó este medio en ediciones anteriores.

Como en toda policía, la Dirección de Asuntos Internos de la bonaerense es la encargada de luchar contra los desvíos, pero un importante auditor de esa área se encuentra actualmente bajo investigación, sospechado de corrupción.

Por primera vez en mucho tiempo, la limpieza entre las filas de la bonaerense dejó de ser una promesa para volverse realidad. En los primeros cuatro meses de la actual administración hubo 739 policías exonerados debido a acusaciones de corrupción, homicidios, torturas, robos o inoperancia en la labor policial. En el mismo lapso se labraron 1700 sumarios.

La permanente degradación de la policía bonaerense explica también el auge delictivo en la provincia y, especialmente, en el conurbano. Hay sólo un paso de la protección a comerciantes que delinquen o violan las normas a la protección a los delincuentes que roban, venden drogas y secuestran. El creciente número de efectivos cómplices o integrantes de poderosas bandas delictivas confirma la gravedad de una situación que sólo podrá revertirse si las autoridades bonaerenses no flaquean en su decisión de limpiar esa fuerza de seguridad.