Chubut Para Todos

Por qué Javier Milei le pega a todo el mundo menos a Juan Schiaretti

El Presidente y el cordobés no se nombran, pero se miran. Las razones que dan las tropas. La avanzada open mind sigue. La postura sobre Quintela vs. Cristina.

El exgobernador de Córdoba todavía no pasó por la picadora de carne libertaria. Es la excepción a la regla: sin distinciones, la “casta” política formó parte de las listas negras, de las carnicerías virtuales o las diatribas mediáticas de Javier Milei. ¿Por qué Juan Schiaretti zafa?Notas Relacionadas

El armador de Hacemos por Argentina eleva el tono crítico, aunque sin nombrar al Presidente, y construye una alternativa de centro para 2027. Toma posición sobre temas de coyuntura sin la especulación propia de un gobernador o algunas referencias de la palestra nacional que miran el minuto a minuto de las encuestas.

Como si fuera poco, le marca la cancha con la senadora Alejandra Vigo, que tejió una alianza impensada con Luis Juez para impulsar la emergencia por los incendios. También con el diputado Carlos Gutiérrez, ácido a más no poder cuando se trata de cuestionar al kirchnerismo, pero también los desaciertos de las fuerzas del cielo.

Entonces, ¿por qué Milei lo exime de su pantomima política? Milei le mostró respeto en los debates, llenó su gabinete de vacas sagradas de las gestiones cordobesistas, no hay registro de contrapuntos y, como si fuera poco, lo excluyó de la lista de apuntados por la marcha en defensa de la universidad pública de este miércoles.

Nadie ignora que Schiaretti teje con Horacio Rodríguez Larreta, con quien comió hace al menos tres semanas. También lo hace con Elisa Carrió, que le pidió a su alfil en Córdoba que se “abstuviera” de criticar al expresidenciable. El joven Gregorio Hernández Maqueda eligió pegar el portazo en la Coalición Cívica ante semejante pedido.

Schiaretti conversa con Martín Lousteau y con Facundo Manes de manera más habitual de lo que trasciende. Estas referencias fueron apuntadas por Milei por las mismas ideas que cultiva el exgobernador y que no tiene empacho en ventilar en los simposios que frecuenta o en las redes sociales.

La respuesta que dan en las canteras de Javier Milei

“¿Por qué Milei no mete en la bolsa a Schiaretti?”. Las fuentes libertarias cercanas a la influyente hermana presidencial contestan la pregunta con una repregunta: ¿Y por qué debería meterlo en la bolsa?

Para las tropas de las fuerzas del cielo hay algo que hace diferente a Schiaretti. ¿Respeto? ¿Temor? ¿Funcionalidad? ¿Un actor necesario para darle el golpe de gracia a un peronismo destartalado a nivel nacional?

Como sea, fue necesario en la campaña electoral de 2023 cuando jugó en contra del kirchnerismo; fue sospechoso cuando el gabinete que hoy conduce Guillermo Francos se llenó de vacas sagradas del cordobesismo. Sigue siendo raro en la dinámica actual entre un exgobernador y un Presidente que, parece, tiene categorías de casta.

La explicación de los alfiles de Juan Schiaretti

En el cordobesismo ensayan una respuesta a la tregua evidente. La desglosan en tres puntos.

1) Dicen que Schiaretti no se presta al circo que favorece a Milei. “Sergio Massa baila con el impresentable de Guillermo Moreno en la marcha universitaria; Larreta se expone en una marcha donde fue carne de cañón de La Cámpora; Schiaretti no tiene necesidad de esa exposición que alimenta el juego mediático que termina favoreciendo a Milei”, razonan.

Martín Llaryora y Juan Schiaretti miran la crisis del peronismo nacional como una oportunidad para la coalición transversal.

2) Observan que Schiaretti crece sostenidamente en las encuestas. “Los votos que sacó y lo que creció en imagen positiva lo hizo en base a un accionar serio. Milei no es pavo. Le conviene enfrentarse con dirigentes que no aguantan ni medio round en la consideración de la gente. Eso tiene un costo en Córdoba y en buena parte del país”, infla el pecho la misma fuente.

3) ¿Por qué se va a pelear con Schiaretti? Vuelve la pregunta. Para el cordobesismo, lo mejor que le puede pasar a Milei es el enfrentamiento real que tiene este sector del peronismo republicano con el kirchnerismo porque, sencillamente, “Milei no puede enfrentarse a Cristina Fernández de Kirchner por algunos asuntos compartidos”, la dejan picando.

¿Cuándo termina el silencio entre el Presidente y el exgobernador de Córdoba?

Con la respuesta esbozada sigue otro interrogante. ¿Cuándo se acabará la amnistía? El año electoral asoma en el horizonte.

Queda claro que Schiaretti intentará vender su modelo de gestión, con superávit fiscal, tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario. Esto supondrá tensiones inevitables, sospechan. “Milei no hace foco en Schiaretti porque no forma parte de la grieta y el hartazgo de la gente puede tomar al exgobernador como una nueva opción”, lo levantan sus acólitos.

Ahora bien, para poder pensar en el armado de ese ring, una condición se impone en la tropa schiarettista. La musculatura de la transversalidad debe desarrollarse. La dirigencia del peronismo no kirchnerista, del radicalismo y otras fuerzas políticas están bajo el radar schiarettista.

El socio de José Manuel de la Sota tiende puentes. Con Maximiliano Pullaro habló de gestión y de la importancia de las provincias en el ecosistema productivo nacional. El gobernador de Santa Fe lo recibió con mucha calidez, dicen los adláteres schiarettistas. “Lo buscó en la puerta de la Casa Gris”, destacan el don de gente del gobernador que se referencia con Lousteau y Emiliano Yacobitti.

Con Manes compartió un simposio, como ya contó Letra P. Pero no pasó desapercibida la reunión de casi una hora que mantuvo a solas con Schiaretti en una esquina del hotel. “Sólo ellos saben lo que hablaron, pero no se puede descartar que hayan discutido sobre las posibilidades de un armado conjunto”, operaba la mesa chica del cordobés.

Schiaretti seguirá enviando señales que reforzarán su plan transversal alejado del peronismo. Más alejado que nunca.

Ricardo Quintela, el funcional

El gobernador de La RiojaRicardo Quintela, quiere presidir el Partido Justicialista. Desafía a Cristina Fernández de Kirchner, expresando una renovación que huele a viejos tiempos. En el cordobesismo, dicen, no se comen ese caramelito.

“La presidenta del PJ va a ser Cristina. Quintela es funcional al kichnerismo”, repiten schiarettistas y, un dato no menor, también en el entorno de Llaryora.

Las personas afiliadas al PJ en Córdoba que quieran votar a las autoridades de la fuerza podrán hacerlo, naturalmente. “Nosotros no vamos a bajar ninguna línea, no estamos en el peronismo”, es la contundente definición que surge del corazón del cordobesismo.

Por Yanina Passero-Letra P