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Nacho no tiene techo: el mediático negociador del Robo del Siglo capacitará a la Policía del Chubut

Con un amplio currículum en el ámbito policial, Miguel Ángel Sileo contó en Cadena Tiempo qué conlleva ser negociador policial y cómo fue su rol en el robo al Banco Río en el 2006. ¿Lo financiarán con la supuesta timba financiera de los sueldos estatales del Banco del Chubut?

Miguel Ángel Sileo fue el negociador policial del Robo del Siglo al Banco Río en el año 2006, que marcó la historia argentina. Además de eso, tiene un amplio currículum que hoy lo posiciona como uno de los profesionales más idóneos para encabezar la capacitación que se le ofrecerá a la Policía del Chubut a partir de mayo.

La “cajita feliz” de Torres

Exfrancotirador sniper de las Fuerzas Especiales, fue integrante del Grupo de Operaciones Especiales (primera Unidad Táctica del país) y excustodio de dignatarios, como el Papa Juan Pablo ll en su visita a la Argentina que estaba bajo amenaza de grupos terroristas. Su experiencia lo llevó a dar capacitaciones en varios países como Suiza, Bolivia, Perú, España, México, Ecuador y Honduras. Ahora es profesor e instructor, y dictará una diplomatura internacional en negociación policial para efectivos provinciales junto a otros profesionales con quienes viene trabajando hace varios años dictando una capacitación similar en el ámbito privado.

“Es la primera vez que en la región patagónica se dicta un diplomado desde la plataforma policial y uno celebra esto de que la policía se capacite”, agregó. La modalidad será en primera instancia de forma virtual durante tres meses, y luego se hará una segunda instancia presencial.

Grupo Halcón de la Policía de Buenos Aires, 2016. Foto de Miguel Ángel Sileo.

Convertirse en negociador policial

“Negociadores somos todos, es algo innato que tenemos”, aseguró Miguel. Sin embargo, serlo dentro del ámbito policial es muy distinto a la cotidianidad. La importancia de que los efectivos se capaciten con mayor profundidad en esta área recae en la necesidad de estar preparados para poder intervenir en situaciones críticas, como lo son una toma de rehenes o un grupo delictivo atrincherado en un lugar que podría poner en peligro a terceros, entre otras.

“En una toma de rehenes, por ejemplo, el negociador es el punto bisagra entre los captores y la policía. Nos entrenamos para ser intermediarios y llevar las cosas a un punto en el que haya concordancia de ideas (entre ambas partes) pensando en que el punto final sea como tiene que ser”.


El objetivo es proteger la vida de las personas involucradas, por sobre todo. “Los procedimientos policiales no es una cuestión matemática, acá se está trabajando con vidas humanas, con personas que no sabemos las intenciones reales que tienen o si pueden matar a alguien. A eso vamos nosotros como negociadores: a que las personas salgan caminando, y si también salen caminando los maleantes mejor, porque sale todo redondo”.

Algunas negociaciones se hacen por teléfono, pero otras tantas requieren que el negociador se presente cara a cara con el delincuente. Especialmente en una sociedad como la nuestra, explica Miguel, donde está más arraigada la cercanía entre las personas y eso lleva a que el delincuente quiera hablar de frente con el profesional policial.

“Eso requiere que el entrenamiento sea superior. Porque uno por teléfono puede fingir, pero en el mano a mano uno puede examinar mejor al captor. Y ellos nos ven a nosotros también, para ver si lo que digo condice con mis movimientos corporales. Ahí el negociador tiene que estar bien entrenado”.

De lo primero que se despoja como policía al momento de hablar con un delincuente, es el prejuicio de con quién va a hablar, confesó. “Porque si voy con el balaje de que soy policía, inconscientemente cuando esté hablando con esa persona voy a estar rechazándola. Ahí entra el perfil del negociador policial y la capacitación, porque no todos pueden serlo”.

Trabajar en el “Robo del Siglo”

“Yo estaba de turno, la ruleta cayó en mi número”, recuerda Miguel. “Todo sucedió de otra forma que no es como la narra la película, porque eso es ficción, ni tampoco del documental porque ahí lo narran los malos”.

A él le informaron de una toma de rehenes. Los delincuentes habían hecho un “trabajo arquitectónico” de mucho tiempo, para poder huir del lugar y salir vitoriosos con el dinero robado. “La toma de rehenes era una puesta en escena”, aseguró.

“Lo interesante es que, a través del tiempo y las investigaciones, algunas cosas se desvirtuaron y a pesar de que muchos periodistas saben la verdad, vende más la historia de que robaron el banco sin armas y que fue todo muy poético”.

Las armas de verdad estuvieron, confirmó Miguel, pero dejando eso en el pasado, lo único que rescata como importante es que todas las personas que estaban en el banco salieron ilesas.

DJ