Chubut Para Todos

Massa, entre los chispazos de Alberto y Cristina

A lo largo de su oscilante carrera política, tanto de oficialista como de opositor, Sergio Massa nos ha acostumbrado a un alto perfil que contrasta con el estilo que se autoimpuso dentro del Frente de Todos.

Cierto es que por estas horas vuelve a sacar a relucir su clásica pátina de “ocuparse de los problemas reales de la gente”, gracias a la aprobación en Diputados de los cambios en el impuesto a las Ganancias, que beneficiará al bolsillo de más de un millón de personas. Fue Massa el impulsor de esa agenda, que se extendió a beneficios para monotributistas.

Acaso el vendaval que desató su regreso a una coalición impulsada por Cristina Fernández de Kirchner fue el origen de este modo público reposado. Ello no afectó su entronización en la línea sucesoria presidencial, al encabezar la Cámara de Diputados, la ocupación de espacios ejecutivos por parte de cuadros que le responden y la aprobación de normas que promovió.

Más bien, todo lo contrario: mucha gente en el Gobierno y tal vez él mismo creen que parte de esos logros obedecen a su cambio de táctica. Porque la estrategia de llegar a la Presidencia se mantiene, claro.

Como señala un funcionario de peso que lo conoce muy bien, “Sergio aprendió a ser francotirador después de creer que solo valía usar la ametralladora”.

Así, mientras fue tejiendo un vínculo político y personal con Máximo Kirchner (con la madre es más difícil para ambos), Massa trató de elegir qué tiros hacer. En especial cuando tomó nota de las esquirlas en la relación del Presidente y la vice.

En nombre de esa autopreservación es que Massa ha evitado pronunciarse en ciertas cuestiones ríspidas, en las que básicamente no concuerda con el rumbo fijado. La salida del Grupo de Lima, por ejemplo. O las disputas por la política de seguridad, donde se siente más cerca de Sergio Berni que de Sabina Frederic. O el recambio de Marcela Losardo en Justicia, donde puso empeño para que un hombre de su cercanía no fuera el reemplazo porque disiente con la aspereza hacia el Poder Judicial.

Tampoco acuerda con la forma en que se plantea la negociación con el FMI. El ministro Guzmán siente que Massa lo acecha en busca de tallar en su sustitución. El ex intendente de Tigre lo desmiente, pero no niega que cree que al haber voces disonantes (como la de CFK) respecto a qué hacer con el Fondo nos resta aún más credibilidad, si es que queda alguna.

En ese punto, Massa valora que en el acuerdo político con la oposición que habría que alcanzar para acordar a 20 años con el FMI, de acuerdo a la idea pergeñada por Cristina y Máximo (según adelantó Rosario Ayerdi en PERFIL), él sea considerado como presidenciable futuro en el oficialismo junto a Axel Kicillof.

Sea esa distinción un caramelo de dulce de leche o de utilería, ya se verá, le sirve a Massa para ratificar que esta versión tras bambalinas es la más redituable en estos tiempos.

Las dificultades del Gobierno para gestionar los cortocircuitos en el FdT y los cierres de las listas de candidaturas para las legislativas pondrán a prueba la sustentabilidad del autocontrol massista, clave para que el tablero de ajedrez del oficialismo no termine de saltar por el aire. Lo conveniente no siempre es perdurable.

Por Javier Calvo – Perfil