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Macri vs. Rodríguez Larreta: el choque no se puede evitar

Por qué ya no pueden demorar la pelea final por el liderazgo. El ego de Mauricio y el timing de Horacio. El oro y el moro para Vidal, dueña de la llave mágica.

 

Más que la oposición, es el PRO el que está frente a un escenario inédito, una instancia que no vivió nunca en sus más de 15 años de vida. Ya no hay cómo disimularlo. En las últimas semanas, el choque en cámara lenta que protagonizan Mauricio Macri Horacio Rodríguez Larreta desde que el primero fracasó en el poder entró en fase de aceleración. Destinados a confrontar por el liderazgo del partido que nació en la Ciudad de Buenos Aires y se extendió después a todo el país, se conocen de memoria y siempre pueden encontrar el punto justo para una negociación, pero están en lugares distintos y en diferentes tiempos: Macri de vuelta, después de su traumático gobierno aunque con ínfulas de reincidir; Larreta, obligado a ir por más ahora para dejar de ser delegado y recibirse de jefe nacional.

Hoy, de acuerdo a lo que cree una parte importante del PRO, Macri quiere patear todo para 2023 y demorar la sucesión dentro de su espacio. Larreta, en cambio, busca apurarla y no tiene margen para retroceder si su apuesta es liderar un macrismo que no tenga a Macri en el centro. Por eso, todo indica que habrá una interna entre los halcones y las palomas que conviven desde siempre dentro del PRO.

El jefe de Gobierno porteño desplegó sus fichas sobre el tablero de la oposición. Ante la negativa de María Eugenia Vidal de ser candidata en la provincia de Buenos Aires, dispuso que Diego Santilli desembarque en su nombre en en el territorio madre de todas las batallas y le pidió a la exgobernadora que encabece la lista en la Ciudad. Macri adiestró a su tropa: el primo Jorge, intendente de Vicente López, para pelear en el distrito que hoy gobierna Axel Kicillof Patricia Bullrich para ir al combate en la Capital Federal. A esta hora, nadie se anima a asegurar que vaya a haber un entendimiento y que la oposición pueda evitar ir a dirimir lugares en las PASO. Al contrario, hay quienes arriesgan que “sí o sí” va a haber internas y quienes dicen que es “natural” y “sano” que así suceda.

De fondo, la disputa es fuerte. Según una ronda de consultas que hizo Letra P entre los bandos en pugna dentro del PRO, hoy no aparece la fórmula de la unidad y no hay alquimia que permita que todos y todas ganen. La única posibilidad de un pacto surgiría, precisamente, de un cambio en la negativa tajante de Vidal: si laex gobernadora decidiera inmolarse una vez en la provincia, entonces toda la interna amarilla se ordenaría como por arte de magia. Otra posibilidad sería la candidatura en provincia de Elisa Carrió, siempre presta al sacrificio pero alejada de Macri. Vidal no quiere, sepultó la jefatura de Macri y tiene además un proyecto propio; por eso, no se para como subordinada, ni siquiera de Larreta, sino como socia del jefe de Gobierno en la cruzada por desplazar al expresidente del pedestal en el que todavía se ve a sí mismo. Un rol en espejo al de Vidal, pretende por lo bajo Bullrich, cuando se dice dispuesta incluso a desafiar al propio Macri hacia 2023.

La historia o el futuro

Larreta se propone aprovechar la popularidad que consiguió gracias a la pandemia en todo el país. A su lado, piensan que más adelante le será imposible hacer lo que no haga ahora, cuando su nombre está instalado como una referencia nacional y le permite trascender los límites de una figura municipal. Por eso, las candidaturas de Santilli y Vidal le otorgarían el dominio sobre Macri de dos territorios fundamentales para la historia y las perspectivas de su espacio de cara a 2023.

El egresado del Cardenal Newman encontró en la peor pandemia del último siglo la gran oportunidad para resurgir y, aunque terminó el primer tiempo con la lengua afuera, no desiste de ir en busca del segundo. “Mauricio tiene la identidad y la locura. Con tal de no resignar el poder, te canta quiero retruco y no tiene problema en hipotecar su casa”, dice un dirigente que anticipa una dura batalla entre facciones.

Entre los fundadores del PRO circula una hipótesis sobre el desenlace del enfrentamiento. “Si gana la historia, Horacio siempre arruga y arregla, como hizo hasta ahora, pero, si retrocede ahora, ¿cómo hace para convencer más adelante?”, se pregunta. Pese a su indudable experiencia y ambición, al otro lado de la polarización, el alcalde porteño enfrenta un cuadro similar al que en su momento tuvo que atravesar Daniel Scioli en su carrera hacia la presidencia. Si no despega a tiempo, puede ser tarde. Hoy lo acompaña la gran mayoría de las figuras que llevaron a Macri a lo más alto: Elisa CarrióMarcos PeñaJaime Durán Barba y, un poco más lejos, Rogelio Frigerio Emilio Monzó.

Según dicen en el PRO de la provincia de Buenos Aires, Jorge Macri está decidido a dar batalla por varias razones. La más importante es que no tiene nada que perder. Aunque caiga derrotado en la interna con Santilli, gana porque se queda con un pedazo de la representación en un distrito esquivo donde el apellido Macri es un techo de hormigón y torna inviable una candidatura a gobernador. Otros intendentes, como Héctor Gay, de Bahía Blanca, y Guillermo Montenegro, de Mar del Plata, tienen mayor afinidad con el jefe de gGobierno que con el expresidente, pero gobiernan distritos que los obligan a no despegar demasiado de Macri. En busca de recortar el área de influencia del primo Jorge, Larreta intenta negociar con el resto de los intendentes del Grupo Dorrego. De los almuerzos que comparten los cuatro jefes comunales grandes del AMBA-PRO debería salir una postura común.

Para el dos veces vicejefe de Gobierno porteño, el camino es largo, pero su imposibilidad de competir en el corto plazo en la Ciudad lo obligan a cruzar la General Paz. Si obtiene un buen resultado ahora, deberá revalidarse hacia adelante, porque las victorias de Francisco De NarváezSergio Massa Esteban Bullrich en 2009, 2013 y 2017 confirman que nada es lineal en la política bonaerense.

La chica de Flores

Larreta está haciendo el mayor esfuerzo para lograr que Vidal compita ahora en la Ciudad. El ofrecimiento incluiría el desembarco de colaboradores de la chica de Flores en el gabinete porteño.

De acuerdo a ese esquema, tendría a su disposición el área de Justicia para Gustavo Ferrari en una hipotética división de Seguridad y Justicia, el área de Desarrollo Social para Santiago López Medrano o gente de su confianza y el control de la Legislatura porteña para Cristian Ritondo. El exministro de Seguridad bonaerense ya ocupó ese rol y fue presidente de la Legislatura en tiempos en que Vidal era la vicejefa de Gobierno porteño.

El eventual regreso de itondo a la Ciudad puede sorprender si se mira el lugar que hoy ocupa como jefe de la bancada del PRO en Diputados -es nexo con el Frente de Todos de Massa y Máximo Kirchner– y sus aspiraciones de ser precandidato a gobernador bonaerense. Sin embargo, en el macrismo también advierten que, a partir de diciembre, el escenario será muy distinto. Podrían entrar como diputados del macrismo Santilli, Jorge Macri, Bullrich, Vidal y Monzó, una liga con intereses cruzados, ambiciones propias que no resulta fácil de conducir.

El desembarco del vidalismo en la Ciudad perjudica a Martín Lousteau, un tercero que hasta hace no tanto se creía destinado a suceder a Larreta. Circulan en Juntos por el Cambio anécdotas de esa relación. Hasta hace poco, la exgobernadora le decía al exministro de Economía de Cristina: “Yo no voy a la Ciudad para no complicarte a vos y vos te metés en la provincia para complicarme a mí”. Se refería a la apuesta que Lousteau y Enrique Nosiglia hicieron por Gustavo Posse en la interna radical contra el aliado de Vidal, Maximiliano Abad.

Por ahora, cerca de Ritondo y de Ferrari niegan una mudanza inminente a la Ciudad. Vidal, mientras tanto, sigue refugiada en el hermetismo que la convierte en la figura más codiciada por aliados y detractores. Su exjefe de Gabinete, Federico Salvai, deja trascender que sigue en boxes y hasta busca mostrarse alejado de las disputas terrenales. Después de perder por paliza en la provincia frente a Kicillof, el paso del tiempo reubicó a la gobernadora en una buena posición dentro de la alianza. Vidal puede ir a la provincia -lo descarta por completo-, puede ir a la Ciudad o puede, incluso, apelar a un plan C que pocos tienen: quedarse en su casa a esperar el año de las presidenciales. Mientras tanto, Larreta y Macri están destinados a librarse a duelo.

Por Diego Genoud – Letra P