Chubut Para Todos

Macri protege a Lorenzetti, pero a reglamento, y lo mantiene en la cornisa

Maneja el disparador del juicio político en el congreso. El peronismo descubre a carrió como estrella, entusiasmado con el envión contra el magistrado. Es más un esmeril que un proceso, porque el oficialismo por ahora no habilitará los votos para que avance. Peronistas de la capital intentan unidad sin Massa, con Alberto Fernández de candidato y archivando viejos nombres y viejas marcas.

Mauricio Macri le aplica el reglamento a Ricardo Lorenzetti. Repitió ayer, frente a las denuncias del pedido de juicio político que le ha planteado en el Congreso Elisa Carrió al justice: “”Como presidente y como Gobierno no las compartimos. El Congreso las debatirá, como debate tantas otras cosas. Así que hay que ir por el camino de que el Congreso decida qué va a pasar con esto”. Carrió no esperaba más, porque conoce de hace tiempo el temperamento presidencial. Quizás el magistrado esperaba algo más que una lectura, de memoria, del reglamento. Claro que decidirá el Congreso. El Congreso es Cambiemos y el peronismo. Y Cambiemos es lo que disponga la Casa de Gobierno. El Pro y el radicalismo no irán hacia el juicio político en las actuales condiciones del país. El peronismo sabe que tiene la llave de los 2/3 de votos para iniciar el proceso y, salvo que cambien de criterio, lo querrían a Lorenzetti fuera del tribunal. No lo harían por halagarla a Carrió, sino a cambio de alguna negociación del reemplazo. En el programa de la oposición los relevos en la Suprema Corte tienen que pasar por una ampliación del número de miembros de 5 a 7. En esa apertura habrá sillas para lotear entre oficialismo y oposición.
En lo dicho por Macri hay un mensaje tácito: el Congreso hará lo que dispare Cambiemos. Con lo cual la presentación de Carrió es una herramienta más del oficialismo para limitar lo que entiende que mueve todos los pasos de Lorenzetti: su ambición política. Según la mirada de la jefa de la Coalición, la intención del jurista de Rafaela es usar su puesto en la Corte para consolidar poder político y ser alguna vez presidente de la Nación. Esa presunción campea también en el peronismo y sectores del oficialismo.

La deliberación hacia adentro del gobierno por el pedido de juicio paralizó al oficialismo, que avanza sobre la justicia, pero con microcirugía y cámara lenta. Carrió esconde artillería pesada que espera usar si hay debate, como fallos de la Suprema Corte sobre obligatoriedad de seguros de caución ambientales. El bloque Pro inauguró los asados de los martes para recibir al gobierno en cuotas. Esta semana Peña encabezó la mesa que tienden Emilio Monzó – el hombre más callado del gobierno, el martes se le contabilizaron seis horas de silencio en por lo menos tres reuniones de gabinete – y Nicolás Massot en uno de los pisos que ocupa el bloque en un discreto edificio frente al Congreso. El jefe de gabinete lo atendió lindo a Lousteau y prometió que desde esta semana desfilarán por ese quincho, todos los martes, los ministros del gabinete. El bloque controla la comisión de Juicio Político y eso asegura que Álvaro González no habilite, por ahora, el tratamiento del juicio, aunque el peronismo del Frente para la Victoria haya entrado en estado de euforia y amor hacia Carrió por el gesto. Han descubierto que tienen el mismo adversario. Pero no se ilusionan: para que se mueva un trámite así, no basta una denuncia ni tener los votos. Hace falta una estrategia, y hasta ahora la de Olivos es aplicarle el reglamento al denunciado. Una forma de protegerlo, pero sin sacarlo de la cornisa.

En una de las semanas más agitadas del año, hizo sombra una juntada de peronistas de la Capital Federal que importa porque sale al cruce de los intentos del cristinismo, y también del massismo, de cooptar ese espacio. El grupo “Cabildo”, que ahora se resignificó en “Reencuentro Peronista”, logró juntar el sábado para un desayuno pyme (cada cual se pagó la minuta), el sábado, a más de 300 militantes en el centro Homero Manzi. Ese grupo se referencia en una nueva navegación de Alberto Fernández, que se dice desencantado del massismo. “El oportunismo de Sergio no lo lleva a ningún lado”, dijo en la mesa que compartió con Guillermo Oliveri, Jorge Argüello, Raúl Garré, Julio Vitobello y algún otro. El mismo grupo que hace más de 15 años le abrió las puertas de distrito a Néstor Kirchner. Algo que el santacruceño nunca olvidó y premió con cargos y posiciones, que no respetó la administradora de la herencia, Cristina Fernández.

El ex jefe de gabinete se mostró en ese encuentro en un video con Néstor. Tampoco se ensañó con Cristina, clamó por la unidad y contra la “demonización de la juventud”. Este mensaje fue un saludo amistoso a la organización La Cámpora, con la que Alberto F. ha entrado en diálogo a través de Máximo Kirchner, vicario de su mamá. El planteo de Alberto F. es que la contradicción fundamental (para usar el término generacional que inauguró la Coordinadora radical[1]) del peronismo es con el macrismo, no con el kirchnerismo. Hay que trabajar con eso, superando el ciclo kirchnerista, pero digiriéndolo. Entiende que en este punto Massa se equivoca Massa, al distraerse en la disputa con el macrismo en la provincia de Buenos Aires, cuando lo que tiene que resolver es su relación con el peronismo. Cree que tiene que aceptar ir a unas PASO dentro del PJ. Lo entendemos hacia atrás – dicen en ese sector -, por su pelea en Buenos Aires con Cambiemos, pero hacia adelante o viene al peronismo o se queda solo.

El peronismo obliga a retorcimientos del alma y del cuerpo. Alberto F, dedicó largo tiempo a criticar a la ex presidente, pero ahora se amansa con el objetivo de lograr alguna unidad del peronismo, en particular en la Capital, el distrito más difícil para esa formación. Su elasticidad lo aleja de Massa, que busca apoderarse del peronismo por capitulación y no por acuerdo. Para el jefe renovador mostrarse en una foto de negociación con el peronismo kirchnerista esmerila su perfil y lo desdibuja. Eso lo distancia del ex jefe de gabinete, y como también a Oscar Romero, sindicalista de los mecánicos, que orbita en bloque “justicialista” de Diego Bossio, en las cercanías del massismo.

Este formato del peronismo porteño sumó el sábado a otros referentes, como el sindicalista Héctor Daer, que se despidió ya del massismo, a la ex diputada Patricia Vaca Narvaja y Carlos Montero. Es atractivo este llamamiento mientras Cristina de Kirchner no aparezca en el horizonte. Un cristinista del día después, como Víctor Santa María, mandó un mensaje de adhesión. Toda una novedad porque integra un cuarteto con Daniel Filmus, Jorge Taiana y Eduardo Valdés (en estas horas con agenda pascual en el Vaticano) que no se despega de la ex presidente, pero que también busca alguna unidad del peronismo.

En estas evoluciones registra movimientos el ex legislador Juan Manuel Olmos, que migró de una alianza con Santa María hacia un bloque propio en la legislatura, y que intentó armar algo de massismo en la capital. Se entusiasmó con la candidatura que promovía Massa de una diputación nacional para Felipe Solá. El ex gobernador se vio en medio de este berenjenal peronista y prefirió regresar a la provincia de Buenos Aires. Allí Massa le ha prometido estar entre los cinco primeros candidatos a diputados nacionales. “Ya sé, – ironizó ante pocos Solá -, número cinco después de la ‘Negra’ Camaño…”. Massa hizo un intento de acercamiento de Rafael Bielsa, pero el ex ministro resignó trabajar en ese espacio. Tan fantasioso como el que intentó Olmos con Martín Lousteau (Los aliados ponen a prueba a Macri –  http://clar.in/2nPHlqs). Como éste ha radicalizado su radicalismo, se le hizo imposible a Olmos aquel proyecto, pese que su entendimiento con el numen judicial de ese partido, Daniel Angelisi. Claro que, por encima de todo, Olmos es un hombre del papa Francisco, como varios de estos dirigentes peronistas.

Olmos busca ahora volver a la querencia de Víctor Santa María. Intenta que su mujer, María Rosa Muiños, sea reelecta como legisladora porteña. Olmos tiene una habilidad pampa para flotar en la burocracia del estado. Ha sido legislador, consejero de la Magistratura – presidió ese cuerpo a pocos meses de haberse recibido de abogado – y ahora es director ejecutivo de la Corporación Puerto Madero. Es el Constantini de los puestos públicos, por su pericia en el loteo de los cargos. La corporación Puerto Madero es uno de los organismos en donde el loteo político se ensaya sin límite. Hoy la preside Majdalani, hija de la N° 2 de la ex SIDE, después de pasar por el Consejo de la Magistratura.

El objetivo de Reencuentro Peronista es promover la candidatura de Alberto Fernández a diputado nacional, eludiendo en el distrito la sombra de Cristina. Ninguno la quiere cerca, ni de lejos como madrina. Pero creen que es innegable su marca en la provincia de Buenos Aires. Estudian entre todos algún método para convivir con ella, pero sin contaminarse de sus extravagancias chavistas, o de su suerte en los tribunales. También quieren archivar en el distrito nombres que creen superados, como el de Filmus o Cabandié. Para eso proponen también mandar a la baulera el lema Frente para la Victoria, que reemplazan por el de CABA – Convocatoria Amplia por Buenos Aires. Dentro de ese espacio intentan sumar sectores no peronistas, por ejemplo algunos del socialismo, figuras como Gustavo Vera o Claudio Lozano.

Por Ignacio Zuleta