Entre 1991 y 1993, Heidi Fleiss amasó millones gracias a un servicio que sedujo a la élite de Los Angeles. Pero su éxito atrajo la atención de la Policía y el FBI y terminó atrapada en una trampa encubierta.
En dos años hizo millones.
A los 27, Heidi era muy famosa en Hollywood. No era actriz ni cantante ni modelo ni productora de cine ni directora ni exponente de ningún arte, tampoco ducha en algún tipo de ciencia. De 1991 a 1993 había ganado millones de dólares y fama. Ella era simplemente Heidi, la chica que todos conocían porque tenía una empresa exitosa donde trabajaban algunas de las mujeres más hermosas de Los Ángeles para su servicio de prostitución de lujo, que atendía solamente a la élite. Era una de las madamas más prósperas de la ciudad.
Hacia 1993, sin embargo, el lucrativo negocio de prostitución de Heidi Fleiss estaba en peligro. El éxito trae también enemigos, la Policía, por ejemplo, y otros explotadores de mujeres que ansiaban sacar a Heidi del negocio para siempre.
En abril de ese año, el Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles y el FBI se reunieron para elaborar un plan para arrestar a Heidi. Participaría un policía encubierto de Beverly Hills que se haría pasar por un cliente japonés muy rico. Entonces, el agente se puso en contacto con Heidi y organizaron una reunión con cuatro prostitutas de la que participaría junto con otros amigos. La cita sería en una habitación del Beverly Hills Hilton. Ofreció pagar 6000 dólares y Heidi aceptó y, también, llevarle 15 gramos de cocaína. El 8 de junio envió a cuatro de sus más destacadas chicas.
La Policía había instalado cámaras ocultas y equipos de escuchas en todo el hotel. Una vez reunidos en la habitación los agentes encubiertos con las mujeres, hablaron de sexo y vieron vídeos pornográficos. En cierto momento los policías les pidieron explícitamente mantener relaciones sexuales. Después de que ellas aceptaran sonó una señal que alertó a más de 20 agentes apostados en la habitación contigua, que irrumpieron y arrestaron a las prostitutas. Al día siguiente, la Policía detuvo a Heidi mientras sacaba la basura en su casa de Benedict Canyon, en Beverly Hills. Heidi se enfrentaba a graves acusaciones, pero mantuvo la calma, todo lo contrario a muchos empresarios y artistas de Hollywood.
Heidi había nacido el 30 de diciembre de 1965, en Los Angeles; era hija del pediatra Paul Fleiss y de Elissa, una maestra. Se crió en una familia numerosa con tres hermanas y dos hermanos. A los 12 años, se ganó la reputación de niñera amable y responsable. Muchos vecinos la contrataban para cuidar a sus hijos. En la escuela no le iba bien y terminó abandonando los estudios. Trabajó vendiendo flores. A los 19 años, Heidi concurrió a una fiesta que le cambiaría la vida. Era en una mansión de Beverly Hills, propiedad del financista Bernie Cornfeld, de 61 años, soltero.
Heidi quedó maravillada con el ostentoso y extravagante estilo de vida del millonario y estaba ansiosa por conocerlo. Cornfeld era uno de los hombres más ricos del mundo. Cuando se estrecharon la mano los dos sonrieron largamente. Al poco tiempo, Heidi consiguió un trabajo como secretaria personal del financista. Finalmente, comenzaron una relación. Bernie ejerció una gran influencia sobre Heidi, no solo le enseñó valiosas lecciones de vida sino también prácticas empresariales. Ella experimentó un estilo de vida que no conocía: regalos caros, mucho dinero y vacaciones costosas. Sin embargo, no era completamente feliz. Heidi y Bernie se amaban, pero a él le costaba estar con una sola mujer. Heidi rompió la relación, aunque siguieron teniendo un vínculo amistoso hasta la muerte del millonario en 1995.
Heidi se fue otra vez a Los Ángeles y obtuvo un permiso para dedicarse a bienes raíces. Trabajó en una prestigiosa firma inmobiliaria de Beverly Hills y ganó suficiente dinero para vivir cómodamente, aunque no con la opulencia a la que la había acostumbrado Bernie Cornfeld. Ella no quería conformarse con menos aunque menos era demasiado. Heidi tenía 22 años y comenzó a salir con un cineasta llamado Iván Naggy. Una noche, en un club nocturno, Iván le presentó a una mujer llamada Elizabeth Adams, también conocida como Madam Alex, de origen filipino, de 60 años, que dirigía el servicio de prostitución más boyante de la ciudad, que atendía a ricos y famosos. Heidi y la señora Alex congeniaron. La madama había tenido problemas legales y pensaba que si la volvían a sorprender contratando prostitutas iría a prisión. Vio en Heidi a una joven emprendedora que podría tomar el control de su “negocio”.
En el ejercicio de la prostitución Heidi no duró mucho. Entre la falta de actitud que le reclamaban y la escasa demanda que recibía, ascendió rápido al puesto de “asistente” de Madam Alex, encargada de la logística, un trabajo en el que demostró ser hábil. Una de sus primeras tareas fue contratar a un nuevo grupo de jóvenes. La mayoría de las chicas se enteraron de esta posibilidad por el boca a boca. La mayoría tenían entre 20 y 30 años, eran hermosas y ambiciosas. Algunas eran amigas y conocidas de Heidi que querían aprovechar la oportunidad y ganar mucho dinero. Con este nuevo grupo las ganancias de la señora Alex se dispararon.
A pesar de ser la artífice del éxito, Heidi solo obtuvo un pequeño porcentaje de los beneficios. Aún así, compró una casa de 1.600.000 dólares en Benedict Canyon, Los Ángeles, que antes había sido propiedad del actor Michael Douglas. Vivía allí con su mejor amiga, Victoria Sellers, la hija del célebre actor inglés Peter Sellers. Los dos organizaron fiestas salvajes en la casa, incluido el cumpleaños de Mick Jagger. La casa quedó destrozada.
Los clientes de Madam Alex y Heidi eran algunos de los principales productores, directores y estrellas de cine de Hollywood, como Charlie Sheen. Fuera del cine, se leía en las lista de usuarios a figuras de la realeza europea, jefes de estado, jeques y magnates de los negocios.
Wendy Tarr, de 18 años, se mudó de su ciudad natal, Collinsville, en el estado de Illinois, a Los Ángeles, con la esperanza de triunfar como modelo o actriz. En 1989, Heidi se hizo amiga de Wendy y las dos pasaron tiempo juntas. Ese año Wendy empezó un nuevo trabajo alquilando departamentos en un barrio inseguro de Los Ángeles.
El 2 de octubre, un hombre entró en la oficina de Wendy, llenó una solicitud de alquiler y luego se fue de la oficina. Regresó al poco tiempo con una pistola calibre .38 y quiso violar a Wendy. En el forcejeo, el hombre le disparó en la cara. Los cirujanos trabajaron durante horas para salvarle la vida. Wendy permaneció en estado de coma. En el hospital, Heidi esperó lealmente al lado de Wendy durante tres días con la esperanza de que su amiga se recuperara. El 5 de octubre, Wendy murió. Heidi estaba decidida a atrapar al asesino. Le dijo a la Policía que lo conocía; se trataba de James Edward Noel, de 43 años, que había estado vinculado a otros casos de violación antes de la muerte de Wendy.
Heidi escribió una carta al popular programa de tevé America’s Most Wanted y le pidió a la producción que hablaran del caso Wendy para impulsar a la Policía a detener a Noel. El programa se refirió al caso el 5 de febrero de 1990. Al día siguiente Noel se entregó a las autoridades. Confesó el asesinato y fue sentenciado a prisión perpetua, sin posibilidad de libertad condicional.
Heidi volvió a trabajar después de una pausa de seis meses tras la muerte de Wendy. Sin embargo, no todo fue como de costumbre. Heidi se enojó con Madam Alex por quedarse con la mayor parte de las ganancias, y decidió emprender su propio negocio. Creó un nuevo servicio de prostitución de alto nivel empleando a un grupo nuevo de mujeres. Algunas de ellas eran aspirantes a actrices, estudiantes universitarias, empresarias e incluso una ex concursante de Miss Estados Unidos. Heidi nunca tuvo que reclutar mujeres sino que ellas acudían a ella. A menudo la buscaban en el club nocturno de su amiga Victoria Sellers, On the Rocks, en el centro de Los Ángeles, donde Heidi pasaba mucho tiempo.
En 1991 Heidi ganó varios millones de dólares. Las prostitutas recibían el 40% de las ganancias que obtenían, incluidas las propinas. No era inusual que Heidi enviara a las chicas al extranjero para que acompañaran a clientes adinerados. Muchas viajaban con frecuencia a Londres, París, Roma y otros destinos internacionales, y ganaban hasta cientos de miles de dólares.
En 1992, Heidi se compró otra casa en Los Ángeles. Todo era prosperidad para ella, hasta junio de 1993, cuando los policías locales y agentes del FBI le tendieron una trampa en el hotel Beverly Hills Hilton haciéndose pasar por clientes. Ella fue detenida junto a las cuatro chicas que estaban con los agentes encubiertos.
El 9 de agosto de 1993 la mayoría de los medios de prensa estaban en el Tribunal Municipal para ver a la infame “dama de las estrellas”. A pesar de que todo parecía evidente en su contra, su defensa fue sencilla y contundente: ella había sido engañada por los agentes; sin el engaño, nada hubiese ocurrido, es decir que el origen de la prueba en su contra era ilegal. Con este argumento logró dividir al jurado.
Finalmente, después de cuatro días de deliberación, el jurado llegó a una decisión. El 2 de diciembre de 1994, declaró a Heidi culpable de rufianería o explotación de la prostitución e inocente del delito de distribución de drogas. Meses después, la jueza del Tribunal Superior de Los Ángeles Judith L. Champagne, la condenó a tres años de prisión y a una multa de 1500 dólares.
Durante la apelación, le concedieron a Heidi permanecer en libertad bajo fianza. No se quedó con los brazos cruzados sino que se dedicó a una nueva ocupación: vendió calzoncillos tipo bóxer para hombres en su nuevo negocio llamado “Heidi Wear”.
El 28 de julio de 1994, la justicia federal la acusó esta vez de 14 cargos de conspiración, evasión de impuestos y lavado de dinero. El padre de Heidi, Paul Fleiss, también fue acusado de haber firmado un préstamo bancario de un millón de dólares con falsos avales, que se utilizó para financiar la casa de Heidi en Benedict Canyon. Pero las pruebas fueron consideradas insuficientes y padre e hija fueron declarados inocentes.
Al parecer, el nerviosismo de verse ante acusaciones sucesivas, estatales y federales, pudo con ella. En septiembre de 1994 dio positivo en una prueba de metanfetamina y fue enviada a un centro de tratamiento de adicciones. Los problemas legales de Heidi no cesaron, al contrario. Los agentes del Tesoro volvieron a la carga con renovadas pruebas y esta vez, en agosto de 1995, fue condenada a 37 meses de prisión por evasión fiscal y lavado de dinero, a la que se sumaron 18 meses por el delito del primero juicio, es decir el de proxenetismo.
Durante todo este período Heidi nunca reveló públicamente los nombres de sus clientes. Solo el nombre de dos famosos salieron a la luz durante las audiencias judiciales, el del actor Charlie Sheen y el del multimillonario de Texas Robert T. Crow, que admitió haber utilizado sus servicios.
En septiembre de 1999, después de tres años en la penitenciaría federal de Dublin, California, Heidi salió en libertad condicional. También se esperaba que cumpliera 300 horas de servicio comunitario, que incluyeron trabajar durante siete meses en un comedor de beneficencia del centro de Los Ángeles.
Tres semanas después de su liberación, Heidi se declaró en quiebra y enumeró deudas por más de 269.000 dólares. Sin embargo, con la ayuda financiera de sus padres, según dijo, Heidi pudo permitirse el estilo de vida al que estaba acostumbrada. Compró una casa nueva en Hollywood y un coche deportivo Porsche. Además, cambió su imagen haciéndose cirugía estética en la cara y el busto. A pesar de todo, su ambición estaba intacta.
Trabajó como presentadora de un programa de entrevistas; fue asesora sexual en un sitio web; realizó un video de consejos sexuales con su amiga Victoria Sellers en 2001; al año siguiente apareció en la película You’ll Never Wiez in This Town Again, con Ellen Degeneres. En 2003, publicó el esperado relato de su vida titulado Pandering, que resultó un gran éxito. Todo estaba saliendo bien para Heidi, excepto su vida amorosa.
En 2001, Heidi comenzó a salir con el actor Tom Sizemore, de 41 años, conocido por sus papeles en las películas Black Hawk Down; Heat, con Robert De Niro y Al Pacino; y Saving Private Ryan, con Tom Hanks. Durante un tiempo su relación fue exitosa. Pero después de casi tres años de convivencia Heidi acusó al actor de violencia. En la corte declaró que Tom le había apagado un cigarrillo en su cuerpo, la había golpeado, la había arrastrado por el pelo por toda la habitación y la había acosado. Los abogados de Sizemore negaron todo y aseguraron que Heidi mentía. Pero la fiscalía respaldó el relato de Heidi con pruebas, que incluían fotografías de ella golpeada y mensajes amenazantes dejados por Tom en el contestador automático.
El 15 de agosto de 2003, el actor fue declarado culpable de abuso físico, acoso y vandalismo contra Heidi. En un principio recibió una sentencia de seis meses de cárcel, pero en enero de 2004, tras otra audiencia, la condena se redujo a noventa días. También se le ordenó asistir a rehabilitación de drogas, a terapia contra la violencia doméstica y a terapia para el control de la ira.
A pesar de los escándalos y la prensa negativa que recibió en los últimos años, Heidi siguió siendo noticia. La ex “Señora de Hollywood” dijo que su aspiración era mudarse a un burdel en el desierto del sur de Nevada para transformarlo en un centro turístico con prostitutos que atendieran a clientas. “Voy a abrir una granja de sementales”, declaró Fleiss desde su casa en la frontera de Nevada con California, donde los burdeles son legales. “Voy a tener a los hombres más sexys del mundo. A las mujeres les va a encantar”.
Por el momento la idea no ha avanzado. Mientras, Heidi abrió una lavandería a la que le puso el nombre de “Ropa Sucia”.
Por Ricardo Canaletti-TN