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La vuelta de Daniel Passarella a River: la emoción por los campeones del mundo tapó las viejas broncas

El ex jugador, DT y presidente del club, que llegó con un yeso en el brazo izquierdo, participó del reconocimiento para Franco Armani y todos los jugadores de la institución que lograron el título máximo.

Y los hinchas de River se comportaron como la historia se lo reclamaba y dieron una muestra de adultez al recibir entre aplausos y respeto a Daniel Alberto Passarella, uno de los personajes más trascendentes de su rica y larga historia.

Hubo algunos leves silbidos que bajaron desde la popular donde solían ir los visitante y existe algo de simplismo en ese repudio a Passarella, más allá de que sea uno -o el máximo- de los culpables del descenso de River en 2011. Se lo podría observar y analizar como a un ser humano que tomó decisiones incorrectas en su vida. No deben ser muchos los habitantes de estas tierras que estén libres de culpa y sean capaces de arrojar la primera piedra. Pero juzgar acciones ajenas siempre fue más fácil que mirar para adentro.

Además, señalar a Passarella como el exclusivo personaje del descenso es ser condescendientes con otros tantos que aportaron su granito de arena. Se habla de dirigentes, entrenadores, futbolistas hinchas y, por qué no, periodistas.

Se insiste: Passarella es uno de los personajes más significantes de la historia de River y a eso nada lo puede borrar, ni la indiferencia, ni los aplausos, ni los silbidos ni ningún episodio por doloroso que resulta. Alcanza con repasar los números para dimensionar: como futbolista, el Kaiser completó 331 partidos con 103 goles y 7 títulos; como entrenador, sumó 323 encuentros con 3 títulos; como presidente, 143 duelos y la corona de la B Nacional.

Tomó riesgos las dirigencia que encabeza Jorge Brito con la invitación. No especularon y optaron por homenajearlo como campeón del mundo, el único bicampeón en el país, aún sabiendo que podría caer muy mal en los hinchas que volverían por primera vez al Monumental desde el Mundial de Qatar.

El Kaiser y el Pato Fillol se encargaron de darle una plaqueta en reconocimiento a Roberto Ayala, ayudante de Lionel Scaloni; la hija del ya fallecido Leopoldo Luque y el Beto Alonso mimaron a Pablo Aimar, otro de los colaboradores del técnico nacido en Pujato; y Oscar Ruggeri y el Negro Enrique le dieron el abrazo a Franco Armani, el único futbolista campeón del mundo que jugaba en Argentina al momento de levantar el trofeo.

Lo que más hubo hacia Passarella fue indiferencia, más allá de que la platea San Martín baja se paró para aplaudir con fuerza a los campeones en 1978 y 1986. Los que no quisieron chocar sus manos optaron pro entonar el clásico “soy de River”.

Y apareció el primer plano de Passarella y ahí fue cuando se escucharon los muy tímidos silbidos, mezclados con los varios aplausos y el mayoritario cántico para alentar al equipo. Al Kaiser se lo vio caminar junto a un familiar pequeño y lució un yeso en su brazo izquierdo -fue operado de los tendones de la mano el pasado jueves-.

También participaron los otros campeones de la fiesta de reinauguración del Monumental: en la pantalla gigante aparecieron Gonzalo Montiel, Guido Rodríguez, Germán Pezzella, Julián Álvarez (el más ovacionado) y Enzo Fernández; solo faltó el saludo de Exequiel Palacios.

Más mimos en Núñez: se desplegaron imágenes de todos los campeones, con la particularidad que en el centro, en el lugar estelar, quien apareció fue Lionel Andrés Messi.

Y pasó el festejo y se esfumó la polémica. La tarde del 12 de febrero será recordada como la tarde en que Passarella volvió a River tras más de una década. Y también como la tarde de respeto y la adultez.

Por Maximiliano Uria-Clarín