El lugar de descanso final es la ‘Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI’, un anexo de St. George que la reina hizo construir en 1969 para enterrar a sus padres. Allí también se colocaron las cenizas de su hermana, la princesa Margarita, fallecida en 2002.
El viaje final de la reina Isabel II terminó este lunes 19 de septiembre cuando sus restos fueron sepultados junto a los de quien fuera su marido durante 73 años, el príncipe Felipe, fallecido el año pasado y a quien ella definió una vez como el “apoyo y fortaleza” de su vida.
Después del impactante funeral de Estado celebrado en la Abadía de Westminster, en Londres, la procesión fúnebre de la reina viajó 34 kms al oeste y llegó por la tarde a la Capilla de St. George, ubicada en el corazón del Castillo de Windsor.
El lugar de descanso final es la ‘Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI’, un anexo de St. George que la reina hizo construir en 1969 -y pagó con dinero privado los 30.000 dólares que costó– para enterrar a sus padres, el rey Jorge VI y la reina Isabel. Allí también se colocaron las cenizas de su hermana, la princesa Margarita, fallecida en 2002.
En una ceremonia privada, a la que asistió la familia directa de la reina, el rey Carlos III dejó caer un puñado de tierra sobre el ataúd de su madre mientras el decano de Windsor pronunciaba la regla bíblica “polvo eres, y al polvo volverás”.
El ataúd de la reina descendió por un pozo de alrededor de 5 metros antes de ser enviado por un pasillo y depositado en un bóveda de puertas de hierro. El ataúd del príncipe Felipe, que fue enterrado en la cripta real cercana, también será trasladado y colocado junto al de su esposa.
Isabel tenía 21 años cuando se casó con Felipe y estuvo casada con él durante 73 años. “Él ha sido, sencillamente, mi fortaleza y apoyo durante todos estos años”, dijo una vez. En la última Navidad, dijo que “extrañaba mucho” a su “amado Felipe”.
En la actualidad, la única parte visible de la Capilla Conmemorativa muestra una losa de piedra negra en el suelo con los nombres de Jorge VI y la reina Isabel en letras doradas, sobre las fechas de nacimiento y muerte. Una losa de piedras en forma de diamante en blanco y negro marca la entrada a la cripta real.
El entierro en Windsor había tenido carácter público cerca del mediodía, cuando lord Michael Parker, el funcionario de mayor rango en la casa real de la fallecida reina, “rompió” su Vara de Oficio como símbolo del fin de su servicio y la colocó en el ataúd.
Después, mientras el heraldo de la Orden de la Jarretera leía los títulos de la reina y el ‘Flautista del Soberano’ tocaba un último lamento, el féretro bajó lentamente a la cripta, en el momento culminante de un impactante funeral que se extendió durante nueve días.