Hace 20 días una foto recorría el mundo: la de una mujer que enfrentó una marcha de 300 neonazis en Suecia con el puño en alto. Mientras la extrema derecha sigue avanzando en Europa, también lo hacen las expresiones pacíficas en su contra.
El último ejemplo es la actitud que tuvieron dos estudiantes el sábado pasado. Gregor Eistert y David Fernández estaban en la plaza 2 de mayo, en Madrid, cuando apareció un grupo de unos 800 neonazis de la organización “Hogar Social”. Sin planearlo, buscaron una manera de confrontar el odio.
“David y yo decidimos hacer algo, mostrar nuestro desacuerdo. Nos parecía inútil gritar cuando ellos ya estaban gritando, así que David tomó mi mano”, explicó Eistert. “Entonces, comenzamos de forma espontánea a besarnos y aumentaron los gritos en contra de nuestro beso. España es un país libre y sabíamos que era nuestro derecho”.
Los manifestantes comenzaron a insultarlos llamándolos “sidosos” y “maricones”.
La foto y el video que registraron el momento se convirtieron en virales. Aunque el beso no duró mucho: un agente de policía se les acercó para separarlos. “Entiendo que solo quería protegernos a nosotros y a los vecinos del barrio, que nos estaban defendiendo, pero las formas no fueron las más adecuadas. Sencillamente no quería tumulto”, contó Eistert, quien es austríaco y hace unos años ofreció una charla TED en la que hablaba sobre la tolerancia y sobre su experiencia como gay en su país.