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La Doctrina Donroe: Estados Unidos y “su hemisferio”

Trump empezó 2025 amenazando a México y Panamá. Lo termina con un mega despliegue contra Maduro y Petro. ¿Es posible una negociación? Las elecciones que se vienen.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, afirmó el pasado 12 de noviembre que las fuerzas militares de su país tienen todo el derecho a operar en su hemisferio y que Europa no es quién para determinar la legalidad de las operaciones contra las presuntas narcolanchas en el Caribe. «Me parece interesante que todos estos países quieren que les proporcionemos misiles Tomahawk con capacidad nuclear para defender Europa, pero cuando EE. UU. posiciona portaaviones en nuestro hemisferio, donde vivimos, entonces eso es un problema», fueron las palabras de Rubio para referirse a las declaraciones previas de Kaja Kallas, jefa de la diplomacia europea. 

Algunos analistas han comenzado a caracterizar este abordaje estadounidense como la “Doctrina Donroe”, término que apareció en enero, tras la asunción de Donald Trump, en una portada de The New York Post. El juego de palabras es interesante: en 1823 se proclamó la Doctrina Monroe, cuyo contexto fue el intento de oponerse a cualquier intervención europea en el hemisferio, algo que fue utilizado como pretexto para injerencias de todo tipo. De acuerdo a esta interpretación, dos siglos después, el hegemón declinante ya no es Europa, sino Estados Unidos, y la potencia emergente que se posiciona en la región y desafía el liderazgo estadounidense es China. 

Jack Nicas hace un interesante resumen en The New York Times: afirma que si Trump abrió el año con promesas de apoderarse del Canal de Panamá, tomar el control de Groenlandia y renombrar el Golfo de México como el Golfo de América, lo termina bombardeando embarcaciones procedentes de Sudamérica, estacionando el portaaviones más grande del mundo –USS Gerald Ford– en el Mar Caribe y explorando opciones militares contra la administración de Nicolás Maduro. 

La preocupación de Boric, Lula y Petro

El despliegue estadounidense en el mar Caribe ha generado preocupación incluso en gobiernos críticos con Caracas, como el de Gabriel Boric. “El gobierno de Chile expresa su profunda preocupación ante el despliegue de operaciones militares de gran escala en el Caribe y rechaza toda acción armada que ponga en riesgo la estabilidad y la paz en nuestra región”, reza un comunicado de la Cancillería de ese país en el que reitera la convicción de que América Latina se mantenga como una zona de paz. 

El asesor especial para la presidencia de Brasil y excanciller Celso Amorim advirtió sobre una posible intervención en Venezuela con el objetivo de derrocar a Maduro. “No podemos aceptar una intervención externa porque eso va a crear un resentimiento inmenso. Para Brasil y para Colombia puede crear problemas concretos de refugiados. Eso puede incendiar América del Sur y llevar a la radicalización de la política en todo el continente», le dijo a AFP antes del encuentro entre Trump y Lula da Silva en Malasia, donde el presidente brasileño se ofreció como mediador. 

“No me burlo del pueblo de Venezuela ni construyo una trampa para que caiga en una invasión que sólo va por su petróleo. Lo que se quiere es codicia y violencia más para hacer de esta esquina hermosa del continente suramericano una Siria, un Irak, una Libia”, entonó por su parte el mandatario colombiano, Gustavo Petro (que se quejó además por una fotografía difundida por la Casa Blanca donde aparece preso, en una imagen hecha por IA, junto al propio Maduro). 

A la descripción de Nicas, le podríamos agregar la tercerización de migrantes arrestados vía El Salvador, recientemente documentada por Human Rights Watch, que destaca que los venezolanos detenidos en el CECOT luego del acuerdo Rubio-Bukele fueron sometidos a condiciones carcelarias inhumanas, incluyendo una detención prolongada en régimen de incomunicación, golpizas constantes y otras formas de maltrato, incluídos algunos casos de violencia sexual. 

También las sanciones del Departamento del Tesoro estadounidense contra Alexandre de Moraes por la condena a Jair Bolsonaro, lo que derivó en aranceles contra algunos productos brasileños, como el café. Luego vino la reunión con Lula en Malasia y un interés concreto del mandatario estadounidense en las tierras raras de Brasil. 

Siguiendo ese ejemplo: ¿puede aparecer un escenario de negociación también en el caso venezolano? “Podríamos tener discusiones con Maduro, y veremos cómo resulta eso. Ellos quisieran hablar”, declaró Trump desde el Aeropuerto Internacional de Palm Beach en Florida, el domingo 16 de noviembre. Tras ello la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se mostró optimista consultada por las posibles negociaciones entre Washington y Caracas: “Ojalá. Nosotros somos un país que busca siempre la paz, el diálogo, la resolución pacífica de los conflictos. No estamos a favor de invasiones”, contestó

Las elecciones que pasaron y las que vienen

América Latina y el Caribe tiene un calendario electoral nutrido durante 2025 y 2026. El flamante gobierno de Rodrigo Paz Pereira en Bolivia, vencedor tras la inmolación del MAS y su proyecto político, anunció el restablecimiento de relaciones a nivel de embajadores con Estados Unidos durante la visita del subsecretario de Estado, Christopher Landau, a la ciudad de La Paz para la asunción de las nuevas autoridades. 

Paz Pereira nombró un Zar Antidrogas: Ernesto Justiniano, formalmente viceministro de Sustancias Controladas, mismo cargo que ya ejerció entre los años 2002 y 2003 en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada, alias Goni. “Hay cárteles internacionales que sabemos que están operando en Bolivia y nosotros no podemos enfrentar el narcotráfico solo con la fuerza local. Debemos integrarnos y necesitamos cooperación”, le dijo Justiniano al canal Unitel, asfaltando el camino para un inminente regreso a Bolivia de la DEA, la Administración para el Control de Drogas del país del norte. 

La administración Trump tuvo buenas y malas noticias desde Ecuador. Si bien Daniel Noboa venció holgadamente a la correísta Luisa González en un ballotage cuestionado por los perdedores –que siguen reclamando la apertura de las urnas– recientemente el oficialismo ecuatoriano alineado al magnate republicano perdió contundentemente un referéndum que proponía la aprobación de bases militares extranjeras, una nueva Asamblea Constituyente y la reducción del número de parlamentarios. 

“Este no es el triunfo de la Revolución Ciudadana, es el triunfo de millones que le plantaron cara y frenaron a un gobierno cruel e inhumano”, expresó en redes la joven diputada progresista Jahiren Noriega, buscando darle crédito a la sociedad y no intentando apropiarse la gesta. “En la RC hubo orden de no politizar la campaña”, describe en el mismo sentido a Cenital una fuente desde Quito que destaca el triunfo silvestre, inorgánico, y remarca errores en la vocería del gobierno. 

La segunda vuelta en Chile presenta una oportunidad destacada para el trumpismo: un reconocido miembro de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), José Antonio Kast, parte como favorito rumbo a la segunda vuelta contra la oficialista Jeanette Jara. Si la CPAC machaca y machaca contra un comunismo inexistente en la región, Kast podrá hacerlo con alguna justificación: Jara es afiliada a la histórica formación de la izquierda chilena. Si bien hicieron una elección por debajo de lo que esperaban, Kaiser y Mathei han dado apoyo inmediato a Kast, que podría recibir la banda presidencial de parte de Boric, quien lo venció en diciembre de 2021. En Argentina espera expectante el desenlace Javier Milei, quien contó con el apoyo decisivo de Trump para vencer en las elecciones parlamentarias de medio término, salvataje mediante. 

En Colombia hay una aparición a la que prestar atención: el abogado penalista Abelardo de la Espriella lidera el mercado de apuestas por la presidencia en 2026, según Pollymarket. Viene de presentarse ante 15 mil personas en el Movistar Arena de Bogotá, bajo el movimiento Defensores de la Patria. “La fórmula es muy sencilla: le propongo a todos los que estén del lado de la democracia, de la libertad, de la institucionalidad, que hagamos una encuesta en la que entre todo el que quiera, siempre y cuando no sea alguien que pertenezca al círculo de Petro, que haya trabajado en el gobierno de Petro o que le haya apoyado decididamente para que llegara a la presidencia”, expresó recientemente esta figura emergente a quien la prensa ya llama el Bukele colombiano y que propone achicar el Estado y reducir ministerios. 

“De manera respetuosa creo que debe haber un diálogo insistente con todos aquellos que están comprometidos con la democracia y la libertad para derrotar la opción comunista de corte stalinista”, le respondió favorablemente el expresidente Alvaro Uribe Vélez, figura omnipresente de la política colombiana y gran árbitro electoral (a favor y en contra). Una reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría posiciona al oficialista Iván Cepeda en primer lugar, seguido por Abelardo de la Espriella y Sergio Fajardo. La primera vuelta presidencial será el 31 de mayo de 2026.

Pero la madre de todas las batallas es Brasil 2026. El megaoperativo contra el Comando Vermelho en Río de Janeiro frenó el alza en la popularidad de Lula, de acuerdo a los sondeos aparecidos recientemente. Volvió a poner el tema de la seguridad pública dentro de la preocupación principal de los brasileños, aún cuando sean los gobiernos estaduales los que tengan potestad para responder a las organizaciones paraestatales. Pasó la página de una confrontación que le venía como anillo al dedo a Planalto, con agenda soberanista del gobierno federal y recuperación de la bandera verdeamarelha como símbolo frente a una derecha que incluso llegó a movilizarse con la bandera estadounidense el propio día de la independencia de Brasil. 

Si en 2022 y con una alianza que iba desde Guilherme Boulos hasta el vicepresidente Geraldo Alckmin, Lula construyó un triunfo sobre un bolsonarismo que luego intentó derrocarlo, en 2026 su desafío será demostrar que es posible una continuidad de los gobiernos progresistas en un continente que parece hacer un giro regional marcado hacia la derecha. Es de esperarse, tal como hemos visto en los otros casos en este artículo, un involucramiento directo de la Casa Blanca para intentar que vuelva a Planalto un aliado directo del propio Trump, tal como en el pasado supo serlo el hoy inhabilitado y condenado por intento de golpe de Estado, Bolsonaro. El 4 de octubre de 2026 será la primera vuelta del gigante sudamericano. 


Por Juan Manuel Karg-Cenital