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Guillermo Karcher, el argentino que acompaña a Francisco desde el día de su asunción

Guillermo Karcher tenía 49 años cuando su imagen, en el balcón de la Basílica de San Pedro, al lado de un Jorge Bergoglio recién consagrado papa, recorrió el mundo. Una década después, vigente en su cargo como oficial de Protocolo y Ceremonial de la Secretaría de Estado del Vaticano, recuerda en primera persona aquel episodio histórico y habla de Francisco.

Un antiguo y breve proverbio popular repetía “Nomen–Omen”, algo así como “un nombre es una promesa y un programa”. Esto se verifica en el papa “Francisco”, quien al elegir este nombre hace ya diez años, el 13 de marzo de 2013, puso en marcha un proyecto revolucionario que empezó a traducir la buena noticia del Evangelio de Jesús en misericordia y ternura, diálogo y respeto recíproco, cultura del encuentro, solidaridad e inclusión, fraternidad y amistad social.

Karcher, nacido en Saavedra, continúa siendo oficial de Protocolo y Ceremonial de la Secretaría de Estado del Vaticano.

La emoción y la admiración de aquel día de marzo en el balcón de la Plaza de San Pedro siguen brotando continuamente en mi corazón, constatando que con el pasar del tiempo nuestro Sumo Pontífice no se cansa de proponer un mundo nuevo, basado en una humanidad reconciliada y a la vez cuidadosa del planeta, que es nuestra casa común y la única que tenemos.

Sus encíclicas “Laudato sí” (“Alabado seas Señor en todas tus criaturas”) y “Fratelli tutti” (“Hermanos y hermanas, invitados todos a construir juntos la historia”) son la expresión aggiornada del mensaje de San Francisco de Asís y la clara declinación del dicho:

“Nomen-Omen”, literalmente: “Un nombre significa un buen augurio y un porvenir”.

Karcher, de recorrida por la Casa de Santa Marta, camino a visitar a Francisco en el segundo piso.

Propongo humildemente que sigamos rezando por el papa Francisco, con un corazón agradecido por su vida y su servicio universal.