Chubut Para Todos

Fernando Ruiz Díaz: “Tengo 49 años, y cinco vidas encima”

En 2006, su hermano, Gabriel Ruiz Díaz, tuvo un grave accidente automovilístico. Y desde entonces todo cambió para el ex cantante de Catupecu Machu (hoy al frente del grupo Vanthra). “Me despierto todos los días y digo ‘Che, ¿ya terminó esta pesadilla?'”, dice, en este reportaje a corazón abierto con Teleshow.

Una pesadilla de 12 años que cada tanto, en sus “descansos”, permite disfrutar de “unas felicidades muy felices”. Aunque inmediatamente después Fernando Ruiz Díaz debe sumergirse de nuevo en esa pesadilla propia que, casi como una paradoja, está provocada por el sueño de su hermano, Gabriel Ruiz Díaz. “Aunque cuando se despierta, despierta”, destaca.

En 1994, Fernando (en voz y guitarra) y Gabriel (en ese bajo ecléctico) formaron Catupecu Machu. Arriba y abajo del escenario, estaban siempre juntos: “Éramos como siameses”, se enorgullece el cantante. Y así estaban, disfrutando del éxito del grupo, hasta aquel maldito accidente en la madrugada del 31 de marzo de 2006.

Sí, 12 años. En los cuales… “No sabés las cosas que vi”, confiesa Fernando, quien por primera vez -en esta entrevista con Teleshow– habla en profundidad sobre lo que debió atravesar en este tiempo. Pero siempre junto a Gabriel. Siguen siendo siameses.

—¿Es verdad que la canción “Magia Veneno” la soñaste?

—Sí, sí. “Magia veneno” es para mí la máxima demostración que puedo tener cuando me preguntan: “Vos, que sos compositor…”. Y bueno, será que venía preparándome: el cuerpo y el espíritu siempre se están preparando. Pero esa canción la soñé en una noche, en una fuerte madrugada, que al otro día sentí.

—Sí, una resaca tremenda. Sí, había muerto mi papá, ¿viste? Esa es una resaca que tengo hoy día, todavía, porque mi viejo fue muy importante. Mi viejo y mi vieja fueron muy importantes en mi vida artística y en Catupecu. Mi viejo murió después de que me separé de una novia que salía en ese momento, que en realidad tenía razón en decirme que no, y estaba como muy sufrido en un montón de cosas. Era una época mía bastante fuerte. Volví, y a las cuatro horas de estar durmiendo, me levanté y escribí la canción. Me acuerdo el momento, soñaba: “Los inviernos de un…”. empezó eso.

—¿Cómo está tu hermano hoy?

Gaby es difícil explicar. Mirá, justo antes de venir acá, de casualidad me puse a ver una nota que le hicieron a Gabriel 15 días antes de que tuviera el accidente. Porque mucha gente me pregunta: “Che, ¿y Gaby estaba mal?”. Ahora, cuando fue el cumpleaños de Gaby, el 19 de abril, me pareció bien poner esa nota porque ahí lo ves muy contento, muy copado, con mucha energía.

—¿Qué contaba, qué decía?

—Era un tipo que hasta el momento del accidente tenía muchísimos proyectos, mucha energía para hacer muchas cosas. Yo creo que no le alcanzó el tiempo ni hasta ese momento, ni… Él, a la vida esa murió, ¿no? Vive, está vivo y tiene como mucha energía, sigue siendo el mismo Gaby guerrero, pero digamos, ahora no toca el bajo. Creo en Dios y quiero creer en Dios, y ojalá que el milagro sea un poco más grande y él pueda volver a tocar. Varias cosas que influyeron mucho en que no pueda recuperarse. Por ejemplo, se dañó mucho la vista: ve como por este ojo pero de un costadito, así, y después ve como sombras. Se dañó la cadera, entonces para caminar también es jodido. Perdió masa encefálica. Yo creo que él está en un viaje que duerme y duerme; cuando se despierta, se despierta. Un poco parecido a como yo lo vi a (Gustavo) Cerati varias veces y le toqué la guitarra: viví momentos muy hermosos con él y su familia cuando estaba internado. Y yo digo que no estaba dormido: él dormía a la noche y cuando se despertaba… He tocado con Gustavo y el tipo lloraba, movía la boca queriendo cantar “De música ligera” o “Té para tres”. Y clínicamente, a Gaby hay que cuidarlo como había que cuidarlo a Gustavo. ¿Viste que a Gustavo le explotó la cabeza de adentro hacia afuera? A Gabriel, de afuera hacia adentro, porque fue el choque: se golpeó la cabeza. Según los orientales, es lo mismo.

—¿Tuviste que hacer mucha terapia después del accidente de Gaby?

—No. Por suerte soy músico, artista, y el escenario me cura… Si no hubiera sido porque existía la música… Éramos como siameses, como dos personas en un cuerpo o como un cuerpo en dos personas. Porque cuando tocábamos éramos uno también. Entonces hay un trabajo que tuve que hacer, porque por más que yo esté bien y mi ánimo esté arriba, me despierto todos los días y digo: “Che, ¿ya terminó esta pesadilla?”. Es de esas pesadillas que por momentos tienen descansos. Pero de solo verla a mi mamá, pobrectia, lo que envejeció en estos años. Son 12 años… En el medio de esto, a mi mamá le tuvieron que poner un marcapaso: el corazón se le va marchitando mucho más acelerado de lo que sería. Mi vieja es una persona muy fuerte.

—¿Cómo lo llevás adelante?

—Por momentos vivo unas felicidades muy felices, muy lindas. Y Catupecu me dio tanta felicidad que creo que le deseo a todos los seres humanos que puedan vivir un poquito de esa felicidad. Eso trato de transmitirlo siempre en Catupecu, y ahora en Vanthra.

—¿Que otras cosas te hicieron salir adelante?

—Lila, mi hija, fue parte de la cura. Tengo una hermana que tiene síndrome de Down, y ella es un ángel ¿viste? Pero tuvo bulimia y anorexia cuando tenía 25 años, y yo la llevaba a un centro en el que la salvaron porque… no sé, calculo que se hubiera ido para el otro lado. Porque tenía las dos cosas. “Un chico con síndrome de Down que metaboliza las cosas de una manera distinta a la nuestra, ¿por qué tiene eso?”, decís. La salvaron los psicólogos.

—Cuando Gaby estaba internado, ¿ibas a verlo todos los días?

—Hubo un momento en que se me volvió normal que lo operaran, entonces lo acompañaba hasta el quirófano: “Bueno, Gaby…”. Yo ya sabía porque hablaba con los médicos: imaginate que le abrían la cabeza acá hasta acá atrás, así. Y (le ponían) una válvula para que se le saliera el líquido cefalorraquídeo que es el aceite que tiene el cerebro, entre el cerebro y el hueso ponele. Te lo hablé muy burdamente. Pero digamos que me acostumbré a eso. Y yo lo que hacía era darle esta homeopatía.

—También tuvo mucho que ver mi familia elegida, que son mis amigos y los hermanos del camino, el doctor Sugi, y verla a mi vieja con esa fortaleza… Y la música, ¿no? El haber tocado. Por eso mi vieja me impulsó a que tocara, porque si no yo me moría. Y una cosa muy loca que me pasó fue que me mandaban miles de cartas. Pero miles significan miles. Y empecé a leerlas, de letras que yo había escrito. Había como un living ahí en el Hospital Fernández, estábamos con mi mamá y los familiares de otros parientes que también estaban con nosotros todo el día. Gaby estuvo en terapia intensiva cuatro meses, después a terapia intermedia dos meses más, un delirio.

—No le tengo miedo a lo que viene. Y por eso vino Vanthra. Al principio mis amigos me decían: “Che, vos tenés que estar loco para estar haciendo otro grupo que la gente no conoce”. Porque ni siquiera salí como Fernando Ruiz Díaz… Nunca lo había pensado, yo siempre dije que no, pero… ¿y si tendría que hacer terapia?

—Tus años no son los mismos de alguien que tiene tu misma edad…

—No. Tengo 49. Me veo en las fotos de 20 y los recontra tengo los años. Me dicen “No parece”… Sí, sí, parecen. Y te digo que tengo cinco vidas encima. Cuando pasó lo de Gaby, tengo un medio hermano que no es de sangre, sino que es el hijo de la señora de mi papá, Emiliano Ledesma, que vive en Roma. Había venido acá y estuvo en la gira de verano con nosotros. Después se iba a ir y pasó el accidente de Gaby, y se quedó acá de guardián. Es un morocho facherón alto, muy grandote, y él se dio cuenta que había unos paparazzis vestidos de médicos. Porque claro, valía mucha plata la foto de Gaby acostado con los ojos tapados. Y él los agarró del cuello a los dos y se los llevó al policía que estaba en la puerta, cuidando. Entonces por eso después me dejaron estar (en la terapia intensiva), fue una cosa excepcional porque mi hermano estaba tan grave… Me quedé todas las noches, de 10 de la noche a 6 de la mañana. Estaba con mi hermano al lado y le cantaba. Un día cayó (Alfredo) Casero y le cantábamos, y caían todos los músicos: Zeta (Bossio) con (DiegoArnedo, y le hablaban de música, pasaban cosas muy alucinantes, pero…

—En estas situaciones te das cuenta del cariño de la gente.

—Terrible. Lo que tuvo Gaby alrededor no tiene nombre, el amor… La terapia intensiva del Fernández es muy heavy: yo vi mucha gente morirse al lado de mi hermano, pero morirse… Al box de Gaby le habían puesto unas cortinitas porque venía la gente y querían ver al pibe de Catupecu que estaba ahí. Y ver a un hombre al lado que… Le agarró un cáncer de pulmón y se lo curó, pero después siguió fumando igual. Y bueno, a la noche yo iba y les hablaba,y les agarraba la mano y me miraban, y se ponían contentos porque alguien los acompañaba. Y después lo vi morirse a ese señor. Vi un montón de cosas.

—Y el miedo de que les pase algo…

—No sabés las cosas que vi con Gaby. Un día de Pascuas, una piba de 27 años se murió por una aneurisma, y era re sana. Un médico me dijo: “Fernando, vos viste cosas que nadie que yo conozca ha visto, a no ser que sea médico o enfermero. ¿Sabés lo que es la resiliencia? Es esa capacidad que uno tiene de sobreponerse a esas cosas y sobrevivir”. Y me dijo: “Vos tendrías que escribir un libro”.

Por Camila Hadad – Infobae