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Fernández-Bolsonaro: si hay amor, que no se note

La cumbre sigue en el freezer, pero el embajador peronista asintomático Daniel Scioli desarrolla una nutrida agenda de bajo perfil. Misión superávit comercial.

Los dardos contra el presidente Alberto Fernández y el peronismo quedan relegados a un segundo plano. Mientras el clan Bolsonaro apunta contra el gobierno argentino con declaraciones envenenadas, el embajador ante Brasil, Daniel Scioli, hace oídos sordos y avanza en una nutrida agenda bilateral que incluye giras comerciales, visitas a funcionarios, reuniones entre empresarios y búsqueda y anuncios de inversiones.

Generar una relación madura y cordial con Jair Bolsonaro y aumentar las exportaciones fueron las dos misiones que Fernández le encargó a Scioli cuando lo nombró embajador ante Brasil, el principal socio comercial de nuestro país, gobernado por un presidente de derecha que no ahorra críticas al presidente argentino. La última fue a principios de octubre, cuando, desde su transmisión en vivo en Facebook, Bolsonaro afirmó que en Argentina volvió “el zurdaje con Cristina Kirchner” y fustigó a Fernández por sus declaraciones a favor de la legalización del aborto. “Sacaron a (Mauricio) Macri y el resultado es ese. Pueblo argentino, lo lamento, es lo que ustedes se merecen”, disparó el brasileño.

En la embajada argentina en Brasil, la agenda no se movió un centímetro. Scioli interpretó las declaraciones de Bolsonaro como un mensaje hacia la política interna brasileña, que tendrá elecciones municipales el próximo 15 de noviembre. El presidente brasileño está en campaña y le habla a su electorado. “Por eso, castiga a la Argentina, a Cuba y a Venezuela y sigue el discurso de Donald Trump. Son cuestiones ideológicas que después no impiden que la agenda entre los dos países continúe normalmente”, dicen en el sciolismo.

En efecto, cuatro días después de las declaraciones de Bolsonaro, en Dock Sud, la empresa brasileña Raízen, licenciataria de Shell en el país, anunciaba una inversión por 715 millones de dólares en Argentina junto a Fernández y al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. El presidente del consejo de administración del Grupo Raízen, Rubens Ometto Silveira Mello, había anticipado su decisión de invertir en el país en una reunión con Scioli y Fernández en Olivos, antes de que el embajador partiera hacia Brasil.

En el país vecino, la agenda de Scioli ya incluyó más de diez visitas al Palacio de Planalto, reuniones con el vicepresidente del Senado, Antonio Anastasia; con el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Marcos Pereira; con los ministros de Defensa, Salud, Ciencia, Comunicaciones, Infraestructura, Turismo y Gobierno, encuentros entre las cámara de Comercio argentina y brasileña, rondas de negocios, giras, videoconferencias y lanzamiento de misiones comerciales. La relación con el gobierno de Bolsonaro, dice, marcha sobre ruedas, más allá de la antipatía que, en público, el presidente brasileño dice tener por el argentino.

En tanto, ya se reunió con 12 gobernadores argentinos para analizar las posibilidades que se les abren a las economías regionales en Brasil. Las bodegas mendocinas picaron en punta para competir con los vinos chilenos que predominan en el mercado brasileño, mientras a fines de octubre, por ejemplo, cerró la gira multisectorial de 17 empresas cordobesas por los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná. En los próximos días, el trabajo estará abocado a tentar a turistas brasileños a visitar Argentina, en línea con la apertura de fronteras a los países limítrofes que decretó el Gobierno. El objetivo de máxima es conseguir que un millón de brasileños crucen al país para arrasar con sus compras

El fin es uno solo: abrir nuevos mercados de exportación para la Argentina, que necesita imperiosamente conseguir divisas. En septiembre, las exportaciones a Brasil alcanzaron 774 millones de dólares y las importaciones, 903 millones de dólares. El saldo comercial fue deficitario en 131 millones de dólares, según informó el INDEC, pero Brasil volvió a ubicarse en el primer lugar de la tabla de socios comerciales de la Argentina, lugar del que había sido desplazado por China en abril. Entre agosto y septiembre, las exportaciones argentinas a Brasil aumentaron un 15%. Ahora, el Gobierno busca que la balanza deje de ser deficitaria.

Desde Brasil, Scioli exhibe flexibilidad y pragmatismo para sentarse con el bolsonarismo sin carga ideológica, si los intereses comerciales de la Argentina así lo exigen. Para no irritar al gobierno local, también evita exhibir los contactos fluidos que mantiene con Lula Da Silva y el Partido de los Trabajadores (PT).

Mientras el intercambio comercial fluye, el ya tantas veces anunciado y postergado encuentro entre los presidentes Fernández y Bolsonaro puede esperar.

Por Gabriela Pepe – Letra P