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Espert: “La baja del déficit fiscal lo pagará la gente con más tarifas y menos crédito”

El economista destacó el cambio de escenario que se abrió para la Argentina con el nuevo gobierno. Le inquieta que no se avance con las reformas estructurales.

La economía nacional comenzó a consolidar un claro proceso de reactivación que le ha posibilitado, a través de la denominada “desinflación”, reducir el desempleo y con ello el índice general de pobreza. A más de 22 meses del cambio de Gobierno se advierten claras señales hacia la “normalización institucional y económica”, con el respeto a la división de poderes, recuperación del diálogo con el resto del mundo, eliminación de los diferentes cepos: cambiarios, a las exportaciones y diversos precios. Sin embargo, poco se advierte respecto al inicio de transformaciones estructurales que generen los cimientos para romper con crisis recurrentes cada siete o diez años.

En su primer libro La Argentina devorada -que lleva vendido más de 20.000 ejemplares con tres ediciones en seis meses- José Luis Espert denuncia el costo que representó para la Argentina el accionar de “los empresarios prebendarios, y sindicatos y políticos corruptos y muchos delincuentes” y que el Gobierno y la Justicia ahora parecen dispuestos comenzar a combatir. En diálogo con Infobae, destacó el cambio de escenario que se abrió para la Argentina, aun cuando persisten enormes asignaturas pendientes, como es el capítulo de las transformaciones y reformas estructurales.

Además, resaltó que “el Gobierno ha dado importantes pasos hacia la normalización institucional, con un mejor diálogo con el mundo y los inversores. Eso es lo que explica el ingreso a la senda del crecimiento y que estemos frente al primer presidente de la Nación no peronista que en 100 años terminará su mandato”.

– En su libro describe los factores que explican el título: “La Argentina Devorada”. Pasaron más de 22 meses de Gobierno, y recién en las últimas semanas se vieron acciones claras tendientes a atacar a los nichos de quienes atentan contra la Argentina. ¿Cómo ve ese proceso?
– Me parece excelente la iniciativa. No me engaño, la Justicia en la Argentina es bastante obvia que se acomoda a los tiempos políticos. Por tanto, detrás de la ofensiva contra el sindicalismo corrupto y delincuente sin duda está la mano de la política. Suponiendo eso, me parece bien lo que está haciendo el presidente Mauricio Macri en ese sentido. Una de las cosas con la cual hay que terminar claramente es con las mafias y los delincuentes. Más en una corporación tan importante como la sindical.

-¿Lo ve como un acto de campaña, o cree que forma parte de una estrategia que vino para quedarse?
– No, la lucha contra las mafias me parece que vino para quedarse.

– ¿Y, con el resto de los actores, porque también menciona a los empresarios prebendarios y a políticos corruptos?
– Ahí déjeme decirle que sería erróneo pensar que porque se ataca esos nichos delictivos de esas tres corporaciones ya está solucionado el problema. Una cosa es meter preso a los delincuentes y otra cosa es pensar que eso nos lleva a un escenario en el que estará todo solucionado. No es así, porque hay delincuentes dentro de los empresarios prebendarios y dentro de la política también, además de en el sindicalismo. Por tanto, poner preso a alguno no significa eliminar o cambiar el modelo corporativo. Cuánto se hiere de muerte a esas corporaciones, no lo sé, sí que llevará tiempo y que requiere de más acciones. Es ahí donde aparece la necesidad de cambios estructurales y eso aún está pendiente en un ciento por ciento.

– ¿Por qué sostiene que las reformas estructurales siguen pendientes, cuando el Gobierno ha hecho grandes avances con el cambio de política, ha revitalizado el rol de la inversión como sustentabilidad del crecimiento y como mejora en la calidad del gasto público?
– Voy a utilizar una palabra que usa mucho el Gobierno, y es que más que cambios está normalizando las cosas. En algún lugar cambiar la la forma de financiamiento del déficit fiscal con emisión por deuda es bueno, porque era medieval crear el impuesto inflacionario. También me parece bien haber normalizado el mercado cambiario; la regularización de la deuda pública externa y haber salido del default; como cambiado la relación con el mundo en general. Ahí ha sido 10 puntos sobre 10, de tener otras relaciones que con Rusia y China, sino también retomar con los EEUU, Europa; volver al Artículo IV con el Fondo Monetario Internacional (Nota del Editor: aceptar la revisión anual de las cuentas macroeconómicas, como país miembro). Y creo que esa normalización fue clave para explicar el rebote económico que estamos teniendo y que va a durar años.

– Usted destaca la reactivación de la economía, de modo agregado, y que va a durar años, pero ¿no cree que ese se podría frenar, porque hace cuatro meses que el proceso de la desinflación, como le gusta decir al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, se detuvo?
– Lo que muestra la inflación núcleo, la que no está afectada por factores estacionales o los precios regulados, como las tarifas, está mostrando que de 1,4% a 1,5% por mes no baja. Pero no creo que esa dificultad, que creo que existe, aborte el proceso de reactivación que ha comenzado.

– ¿Es decir que el proceso de reactivación no sólo está influenciado por el sendero de la inflación sino también por otros factores, cuáles serían?
– Me parece que la reactivación económica, al revés de lo que dice Federico Sturzenegger, tiene mucho menos que ver con la baja de la inflación que como la Argentina primero dejó de fugar capitales, y después como ha vuelto a recibir capitales de afuera. Creo que aunque la inflación no hubiera bajado tanto como lo hizo; este año va a terminar en torno a la mitad del año anterior; igual iba a crecer 3% o 3,5% como lo va a hacer en este 2017. Hasta 2015 la Argentina estaba cancelando deuda con el uso de reservas en el Banco Central y desde 2016 ha logrado colocar deuda por el equivalente a más de USD 100 mil millones, la mayor parte soberana. Aunque, en algún punto, me preocupa la pérdida de reputación de la autoridad monetaria por el incumplimiento por segundo año consecutivo de la meta de inflación por varios puntos porcentuales.

– ¿Sin embargo, aún las inversiones externas en el área productiva se mantienen en gran medida más en el plano de los anuncios que de la ejecución?
– Es cierto que para activo fijo aún es reducido el ingreso de capitales del exterior, más aún comparado con un PBI de unos 600 mil millones de dólares. Pero sin duda que el cambio en el ingreso de divisas, que inicialmente es de tipo financiero, es muy importante para explicar la reactivación de la economía.

– ¿La salida de capitales por turismo, y otros gastos fuera del país por parte de residentes, no le preocupa, porque no sólo ocurrió en 2016 con la salida del cepo, sino que siguió acelerándose?
– Hay que tener en cuenta que así como con las finanzas públicas que se analizan por arriba de la línea: ingresos y gastos, y por debajo de la línea que tiene que ser idéntico al de arriba, pero con signo contrario, la manera en que se financia el déficit; lo mismo ocurre con la balanza de pagos: por arriba se anotan todas las operaciones de comercio exterior, turismo y pago de dividendos de las empresas extranjeras; y por debajo todos los movimientos de capitales. Eso es lo que ha cambiado de manera drástica. Pero es cierto que ese giro ha traído como consecuencia también el déficit de la cuenta corriente, aunque en parte es producto de una suerte de blanqueo de operaciones ocultas por el control de cambios y cepos que había. Pero el cambio en el ingreso de capitales ha sido tan gigantesco que no sólo permite financiar el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos, sino también acumular reservas en el Banco Central. De todas formas, cuidado!, me preocupa tener un abultado rojo en las cuentas externas, equivalente a 4% del PBI, como consecuencia de lo que está generando.

– ¿Cuál cree que es la contrapartida de semejante déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos?
– Es que se produce como consecuencia del déficit fiscal y la manera de financiarlo, que es en parte con deuda externa. Si fuera la contracara de un proceso gigantesco de inversiones extranjeras directas le diría que no me preocupa. Pero el déficit fiscal en la historia argentina ha sido siempre muy preocupante.

– Desde un primer momento el Gobierno ha dicho que las restricciones políticas que implican la falta de mayorías legislativas lo llevaron a implementar una política gradualista en materia de baja del déficit fiscal, que no fue una elección. ¿A más de 22 meses de gestión cree que ese argumento es defendible, o cree que ya ha aprendido a gobernar, y por tanto el gradualismo que mantiene en materia de recorte del gasto público es un lugar cómodo, y que debería ser más enérgico?
– Estoy más con lo último de su pregunta. A esta altura de la gestión no es defendible continuar con el gradualismo fiscal. Sin ninguna duda de que no hay voluntad de ajustar el gasto público, más allá de las condiciones políticas. Cuando se mira la evolución del gasto lo único que se ve es que seriamente y objetivamente, sólo disminuye la partida de subsidios económicos, por la suba de las tarifas de los servicios públicos. Por lo tanto, lo que está mostrando Cambiemos, en este único tema fiscal, es que es igual que todos, la baja del déficit lo sigue pagando la gente, no la clase política. Es decir, la única vez en la historia que se recorta el gasto público en términos del PBI lo está pagando la gente con más tarifas.

– ¿La baja del gasto de la política, lo puede hacer el Poder Ejecutivo Nacional de modo unilateral, no requiere del apoyo de los legisladores y de los gobiernos provinciales? ¿El proyecto de Ley de Responsabilidad Fiscal puede contribuir en algo?
– Sin penalidad, como no la tiene el proyecto de Ley de Responsabilidad Fiscal, no veo la posibilidad de una disminución del gasto de la clase política. Creo que puede ser que ocurra alguna baja gradual del déficit, pero será por el aumento de la recaudación de impuestos en 1% del PBI, pero no por el recorte del gasto.

– Es que el Gobierno tiene la necesidad de impulsar la inversión en obras de infraestructura que estuvieron rezagadas en la última década, aunque para atenuar el impacto sobre el gasto impulsa los contratos de Participación Público Privada…
– No sé si un punto más de recaudación en términos del PBI va a ser utilizado para bajar el déficit fiscal. Respecto de los Programas de Participación Público Privada quiero decir que sobre el deber ser de las finanzas públicas no constituye una reducción del gasto público, porque es hacer de otra manera la obra pública, pero no constituye una disminución de las erogaciones a cargo del fisco.

– Eso está claro, entiendo que el PPP le permite al Gobierno evitar mostrar un fuerte aumento del gasto en infraestructura en el presente, mientras que se ejecuta, para pagarlo en el futuro, cuando aspire estén sólidas las finanzas públicas…
– La PPP hace que hoy parte de las obras de infraestructura la haga el sector privado y cuando la termine, y el Estado vea que se hizo bien, se la paga, pero mientras se ejecuta lo ayuda con el acceso al financiamiento internacional y avales al menor costo posible; por tanto se anota como gasto público, pero no lo paga, sino que pasa a formar parte de la deuda pública. Es toda una operación bajo la línea, no es baja del gasto, como dicen muchos, sino que el Gobierno ha puesto en el Presupuesto un ahorro de $35.000 millones. Por tanto las erogaciones en obra pública en términos del PBI se sostienen en 1,9 por ciento.

– ¿Lo que está diciendo es que desde el punto de vista de las finanzas públicas, en base caja, se propone una fuga hacia delante del gasto público, para no aumentar el déficit fiscal presente?
– Exacto. Por eso el manual de las finanzas públicas dice que hay que incluir el gasto a medida que se vaya ejecutando la obra, para que no sea cero hoy e infinito mañana. Por tanto, cuidado! con la PPP. Creo que no se hace para “dibujar” el gasto público” de hoy, sino que se hace para compartir el riesgo de la operación, donde el sector privado queda más comprometido, pero que da para mostrar baja del gasto total, y eso, por supuesto, está mal.

– ¿Entonces no ve al Gobierno en esta etapa encarando profundas reformas estructurales?
– No veo que se desarmen todos los actores que describo en “La Argentina Devorada”. Espero que lo haga con las reformas laborales, con cambios en los que dice, pero hay que tener muchas claridad y voluntad política para ejecutarlos. Si veo a Mauricio Macri como el que será el primer presidente no peronista en 100 años que terminará su mandato. Es un cambio no menor y auspicioso, pero no diría que ya ganó la partida.

El Presupuesto de Gastos y Recursos para 2018

– ¿Qué opina, en general del Mensaje del Presupuesto al Congreso y sus pautas macroeconómicas”
– El Presupuesto tiene una aspecto interesante, aunque no lo dice explícitamente, que es la baja del crecimiento de los ingresos por retenciones a las exportaciones, porque indicaría que el Gobierno retoma la baja suspendida de 5 pp de las retenciones a la soja. Las exportaciones en pesos crecen 12,7%, con un tipo de cambio que se pautó en $19,3, con un aumento de 15,6%, por lo que caen en dólares; y las exportaciones totales aumentan 5,4% en el total. Y en recaudación se prevé un crecimiento de 14%, muy poco. Parece muy realista la meta del crecimiento del PBI 3,5%, incluso podría llegar a 4 por ciento.

-¿Y del lado del gasto?
– Aparece como llamativo que en el artículo 1 de la Ley aparece en la apertura del gasto total de 2,9 billones de pesos un monto de intereses de la deuda pública por 406 mil pesos y en los cuadros de financiamiento se reduce a 285 mil pesos. La diferencia de 121 mil millones de pesos corresponde al pago de intereses al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses, porque como es un compromiso intra sector público, esto es el ingreso para uno y el gasto de otro, pero se netea porque para la sociedad no tiene efecto. Pero creo que eso está mal, porque el FGS es un activo que no forma parte de los ingresos y gastos corrientes de la Anses.

– ¿Algún otro punto que le llamó la atención?
– Sí, se trata de uno que va a traer discusión en el tratamiento legislativo que es el artículo 89 del proyecto de ley de Presupuesto, porque propone reducir el capital social del Banco Nación Argentina en 20 mil millones de pesos y lo incorpora como ingresos por renta de propiedad, para aumentar ingresos y contribuir a la baja del déficit fiscal. Lo justifican en que durante el kirchnerismo no se permitía a las entidades financieras la distribución de dividendos, por eso muchas lo capitalizaron invirtiendo en activos, como la construcción de nuevas sedes corporativas en la Ciudad; pero el BNA lo capitalizó en exceso, como parte del capital operativo, por eso se lo sacan. Sobre un patrimonio neto de la entidad de 88.100 millones de pesos al 31 de mayo último, representa 23% de baja. Es casi la cuarta parte del capital social; es un montón, en un período. Si lo hubiese propuesto un “K” lo estaríamos crucificando, con lo cual va a generar un duro debate en el recinto, porque forma parte de inflar los ingresos totales en el equivalente a casi 0,2% del PBI, que junto al 0,6% que bajan los subsidios económicos, explican el recorte de 0,8% del PBI en el déficit primario previsto. De ahí que no hay ajuste alguno en el gasto ni en la política, sino que lo hará todo la gente con el pago de más tarifas y el BNA con reducción de la capacidad prestable.

– ¿Dónde podría haber recorte del gasto público, sin costo político, como sería reducir la nómina de personal, aunque sea gradualmente?
– No hay margen para hacerlo, más allá del aumento de las tarifas. Por lo que en la Argentina siempre el gasto público se ajusta en una crisis.

¿Aún así, con esas restricciones, ve un ciclo de crecimiento sostenido?
– Sí, salvo que aparezca un cisne negro de afuera, la economía podrá crecer sostenidamente, hasta 2019, pese a que no se cumplen las metas de inflación.

– ¿Entonces, cuál cree que será el factor de confianza que impulsará el crecimiento, pese al gradualismo en la baja del déficit fiscal y el repetido incumplimiento de la pauta inflacionaria que se fijó el Banco Central?
– A que se le agregó buenos modales en el trato con los inversores internacionales en un momento de bajas de tasas de interés, por lo que durante algún tiempo le van a prestar. El hecho de tener déficit fiscal no es un obstáculo para obtener crédito, como lo tuvo Carlos Menem durante sus más de 9 años en la presidencia, depende del mundo y de lo que el Gobierno hace. Creo que la expectativa de cambio en la Argentina, aunque aún no lo hay, explica por qué aún con déficit fiscal la economía puede transitar por un ciclo con varios años de crecimiento.

– ¿Usted cree que la baja de subsidios que lleva al aumento de las tarifas se traducirá en una baja efectiva del gasto público en términos de PBI, o el Gobierno se va a tentar a gastarlo en obra pública porque percibe que tiene financiamiento externo accesible?
– Veo como poco probable que se lo ahorre, porque viene todo demasiado fácil para el financiamiento del déficit. Hay tanta buena onda para con la Argentina que le quita incentivo para ahorrarlo, lamentablemente, porque se está sosteniendo una política de deuda insostenible e irresponsable, porque no puede ser que la única baja del gasto público sea porque se suben las tarifas, es una verdadera vergüenza en un Gobierno que habla de cambio y que esté diciendo que la  única reducción del gasto público lo va a pagar la gente. En todo caso, que no hagan tanta obra pública.

– ¿Le parece?, ¿Si no baja el gasto total porque aumenta la inversión en infraestructura, que estuvo más de una década postergada, no constituye al menos una mejora en la reasignación de partidas del Presupuesto?
– Hoy endeudarse menos debería ser más prioritario que aumentar la obra pública. La prioridad debiera ser reducir el déficit fiscal total, porque nos estamos endeudando a una velocidad preocupante, ese es el punto. Eso es disruptivo.

– El ministro de Finanzas, Luis Caputo, sostiene que el crecimiento de la deuda pública es un fenómeno transitorio, hasta 2019, cuando se prevé que quedará totalmente normalizada la economía…
– Puede ser, pero por ahora lo que se ve es que el gasto público sigue muy alto, en 40% del PBI, y el déficit fiscal baja por aumento de la recaudación en 1% del PBI. No sólo eso, el cuadro de la página 63 del Mensaje del Presupuesto muestra el hecho insólito de que la deuda pública para la Argentina se presenta neta del Banco Central y Anses, que representan 30% del PBI adicional, como sí lo tienen los demás países, según pude corroborar con técnicos de varios Estados de la región. Con lo cual de la menor deuda de América latina que se sugiere, en realidad estaríamos entre los más deudores de la región en términos de PBI, similar a la de México, con 57,2%, y por debajo de Brasil, 81,2% del PBI. (Muestra el siguiente cuadro):

 

Por Daniel Sticco – Infobae