La ola de moralina selectiva que encabeza Elisa “Lilita” Carrió, que con bombos y platillos cree que coronará con el reciente encarcelamiento de Julio De Vido y la futura detención de Cristina Kirchner, tiene un lado que muy pocos evalúan, su candidatura presidencial para el 2019.
La Reina de la Lucha Contra la Corrupción, sin lugar a dudas piensa seguir con sus conquistas judiciales, que hasta ahora fueron selectivas, solo apuntadas a objetivos K, pero esto seguramente no terminará acá, ni con la supuesta futura detención de la ex presidenta Cristina Kirchner. Las ambiciones de Carrió van más allá de lo que muchos piensan.
En este 2018, la recientemente electa diputada se juega el posicionamiento a las presidenciales del 2019 y es ahí cuando vendrán los problemas para el presidente Mauricio Macri, porque la mira la pondrá en los funcionarios y empresarios ligados a Cambiemos, que en cuestiones de obra pública están a la altura de los mejores “generadores de negocios del kirchnerismo”, es más, con muchos hicieron negocios juntos.
El peronismo, mientras tanto, como opción política, está a la deriva, sin liderazgos, infectado de colaboracionistas y traidores, lo que hace imposible que sea considerado como una alternativa para el 2019. Pero siempre hay una esperanza y casi como una paradoja de la vida, la esperanza peronista puede ser Carrió, con su personalidad explosiva, destructiva, egocéntrica, mesiánica y claro, con un triunfo con más del 50% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, que la envalentona. Su accionar puede ser, sin querer, el factor que active antes de tiempo la reacción de una nueva generación de dirigentes peronistas.
La chaqueña es apoyada por Clarín, La Nación y la embajada de Estados Unidos, que le brinda información privilegiada y en sus ansias de protagonismo, en meses se quedará sin kirchneristas a quien apuntarles. Por eso, fiel a su naturaleza y su objetivo oculto, hasta ahora, comenzará a perseguir a los macristas que no orinan agua bendita, como “Nicky” Caputo, Ángelo Calcaterra, el mismo ministro Juan José Aranguren y por último, irá por Mauricio Macri, porque a pesar de la falsa modestia de la ex Alianza, ella quiere ser presidente y “defender la República” desde ahí. Lo que podría generar una crisis interna en el Gobierno, que indefectiblemente desembocará en problemas de gobernabilidad como la que llevó adelante Carlos “Chacho” Álvarez al ex presidente Fernando De la Rúa.
Si la cuestión termina planteada así, el peronismo tendría una oportunidad de oro para volver al poder, aunque claro, debería olvidarse de todos los personajes conocidos, que tuvieron alguna participación durante los últimos años, en cualquiera de los lados de la grieta. Por ahí, gracias a Carrió, el 2019 nos sorprende a todos, con un radicalismo cómplice y sometido, el macrismo en la misma situación judicial que el kirchnerismo, y entonces el peronismo tendrá que comenzar a organizarse con dirigentes que no estén ligados a las últimas olas y modas de la política mediática, no es fácil, pero tampoco imposible.
“Nada puede ir bien en un sistema político en el que las palabras contradicen los hechos” Napoleón Bonaparte