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El llamado del independentismo en Glasgow, ciudad anfitriona de la COP 26

Será por estos días la ciudad anfitriona de la COP 26, mientras el Gobierno nacional y regional libran una batalla política silenciosa para evitar la separación de esta región del Reino Unido.  

Glasgow es diferente a todas las otras ciudades en Escocia. Aquí el deseo independentista se respira por todas partes, con todos con quien se hable, no importa si es en un restaurante, en la calle o en un taxi, todos coinciden en que pueden ser un país soberano.

El Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que se hizo efectivo el 1 de enero de 2021, revivió esos deseos. Mientras, Inglaterra votó mayoritariamente a favor del divorcio, Escocia lo hizo para mantenerse en el bloque.

No es un secreto. Muchos en Escocia se identifican más como ciudadanos europeos que como británicos.

Ahora, fuera del bloque comunitario, algunos incluso abrazan la posibilidad de que Escocia como país soberano, en un hipotético futuro, se afilie a la Unión Europea.

Legalmente, en este momento, no hay oportunidad para un nuevo referendo pro independencia. El Gobierno central aduce que los escoceses ya tuvieron la consulta del 2014, en la que ganó, con un 55,3 % de los votos, la opción de mantenerse dentro del Reino Unido, frente a un 44,7 % de quienes preferían salir.

Políticamente, es otro cantar. Los nacionalistas escoceses (SNP) arrasaron en las elecciones regionales y para garantizar las mayorías en el Parlamento Escocés, también conocido como Holyrood, los nacionalistas formaron una coalición con los Verdes que también apoyan ese grito independentista.

Nicola Sturgeon, la ministra principal escocesa, acaba de recibir un mandato renovado para buscar la independencia.

En Londres, el Gobierno de Boris Johnson ha cerrado esa puerta. Pero en Edimburgo, ya hacen planes. Cuando la pandemia de Covid-19 esté superada, se abriría un momento político ideal para hacer la consulta.

Glasgow, territorio de Sturgeon

La ministra principal no se muestra sorprendida de que en Glasgow se respire más que en otra ciudad el sentimiento pro independencia. Ella nació y ha hecho toda su carrera política aquí.

“Es cierto que Glasgow se ha convertido en un bastión del sentimiento independentista en Escocia. Fue una de las dos únicas áreas locales que votaron a favor de que Escocia abandonara el Reino Unido en 2014”, dice Akash Paun, asociado senior del Institute for Government.

Por su parte, el editor político del periódico ‘The Scotsman’, Neil McIntosh, resalta que Glasgow no es, necesariamente, considerada a nivel local como la capital pro independencia, aunque gran parte del apoyo al movimiento independista surge aquí.

Antes de ser territorio sagrado de los nacionalistas y más recientemente del partido Verde, Glasgow fue un bastión del laborismo, especialmente cuando este era un partido mucho más de centro, bajo Tony Blair y Gordon Brown.

“Es cierto que tiene una larga tradición de política radical de la clase trabajadora. Eso solía traducirse en vastos votos para los laboristas, durante décadas: la ciudad y las áreas circundantes eran de vital importancia para las posibilidades de elección del Partido Laborista en todo el Reino Unido”, explica McIntosh.

A la espera del momento político para un referendo en Escocia

Para realizar un eventual segundo referendo, se deben alinear varios astros. No solo se requiere el visto bueno de Londres para que no sea considerado un referendo ilegitimo, aunque cada vez son más las voces dentro del partido nacionalista que presionan a Sturgeon para hacer la consulta sin esperar al guiño de Johnson.

Además, los nacionalistas deben tener la certeza de que en este segundo intento sí lograrán su objetivo. Si el referendo se vota, nuevamente, en contra, el partido SNP estaría en graves aprietos.

“El secretario de Escocia, Alister Jack, ha sugerido que, si las encuestas de opinión mostraran un apoyo constante del 60% a un referendo, entonces se llevaría a cabo. Pero el apoyo a un referendo se encuentra por debajo del 50% en este momento, a pesar del aumento durante la pandemia”, afirma McIntosh.

Y es que, durante la emergencia sanitaria, el Gobierno de Nicola Sturgeon ha implementado medidas diferentes en Escocia. Los otros Gobiernos regionales han hecho lo mismo, desconociendo las medidas de salud pública dictadas desde Londres. Por ejemplo, en Escocia aún es obligatorio el uso del tapabocas en espacios cerrados y donde no es posible conservar la distancia social.

Esas medidas muy similares a las dictadas por Johnson en Inglaterra, pero con un toque diferente, un poco más prudentes, han elevado la popularidad de Sturgeon y de paso, ser vista como una líder capaz de manejar una crisis.

Sin fecha en el calendario para una nueva consulta

El Gobierno Johnson ha cerrado la puerta a la consulta en el futuro inmediato. Ha hablado del 2024, como la fecha más cercana. Sin embargo, dentro de las filas de los nacionalistas se ha contemplado el 2022 o el 2023.

Pero el Gobierno regional, tratando de concentrarse en la urgencia de atender la pandemia, ha clarificado que este solo se realizará cuando la amenaza del Covid-19 haya sido derrotada.

“Solo quieren celebrar uno cuando es probable que ganen, y sus cifras de votación no son sólidas en este momento. Esto está creando tensión en el movimiento independentista: muchos votantes independentistas quieren una acción más radical, incluido un referendo unilateral”, resalta McIntosh.

Aún así, el camino político empieza a despejarse, con las mayorías en el Parlamento Escocés, las preguntas sobre la permanencia de Escocia como un país independiente se mantienen.

‘The Telegraph’, citando un estudio del London School of Economics, asegura que ser un país independiente “le costaría a la economía de Escocia hasta tres veces más en comercio perdido que el Brexit”.

Los más de 100 líderes del mundo que se reunirán en Glasgow para discutir y comprometerse con los pasos a seguir para salvar el planeta, encontrarán un Reino Unido cada vez más en riesgo de separarse.

Fuente: France24