Chubut Para Todos

El laberinto de Alberto Fernández

El Presidente sabe que vienen tiempos duros en la interna del Frente de Todos. Cena con su entorno, apuntado. Salir gobernando, dilema y hoja de ruta.

Cara del auspicioso triunfo del peronismo en 2019, Alberto Fernández se cargó sobre los hombros este domingo una durísima derrota de la que le será difícil salir.

“Evidentemente hay errores que hemos cometido”, dijo el Presidente, único orador en el búnker del Frente de Todos, donde reinaron el desconcierto y la decepción. Lo acompañaban sus socios, Cristina Fernández de Kirchner Sergio Massa, pero en el albertismo saben que vendrán tiempos duros en la interna de la coalición.

“Se sigue para adelante”, “hay que salir gobernando”, fueron las líneas que marcó la mesa chica presidencial ante la derrota consumada. El Presidente ya tiene agenda para el lunes: la presentación del proyecto de Ley de Compre Argentino, Desarrollo de Proveedores y Compras para la Innovación junto al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.

Más allá de las formalidades, sin embargo, en el seno del Gobierno entienden la magnitud de la crisis. Fernández lo analizó el domingo por la noche, en la intimidad de Olivos, durante una cena que mantuvo con sus colaboradores de mayor confianza, el vocero Juan Pablo Biondi, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.

El Presidente estaba golpeado y su núcleo de confianza se sabe apuntado por el resto de los socios de la coalición, que viene advirtiendo desde hace meses las fallas en la gestión y los errores autoinfligidos de la Casa Rosada. Los más resonantes fueron el escándalo del vacunatorio VIP, las gaffes del discurso -como el ya célebre episodio de la selva, los indios y los barcos- y, el último, sobre el comienzo del proceso electoral, la filtración de la foto del cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yáñez, en Olivos, durante la cuarentena estricta.

Voces propias y ajenas reclamaron un golpe urgente de timón. Los socios cristinistas y massistas apuraron cambios en el gabinete. Fernández resistió con lo propio, primero en el cierre de listas, cuando impuso a su candidata en la provincia, Victoria Tolosa Paz, y resistió la salida de Cafiero. Luego, hizo trascender que no habría renovación de funcionarios.

Hacia adentro, la resistencia es endeble. Desde que asumió, el Presidente se negó una y otra vez a impulsar el armado de un sector albertista que lo sostuviera. Referentes de las intendencias, las gobernaciones, en el funcionariado de primera línea, en sindicatos y movimientos sociales vieron frustrados sus intentos reiterados por consolidar un núcleo propio que pudiera, eventualmente, enfrentar el poder del cristinismo. Algunos soñaron con que el armado pudiera consolidarse después de un triunfo que creían asegurado.

“Alberto tiene que capitalizar el éxito y volver a representar lo que lo llevó al triunfo en 2019”, le había dicho a Letra P un funcionario de primera línea muy cercano al Presidente horas antes de la elección. Todavía flotaba la idea de que Fernández podría escapar a una intervención total impulsada por la vicepresidenta en sociedad con Massa para salvar el espíritu del Frente de Todos que logró la victoria hace dos años. En la derrota, las presiones escalarán.

Por Gabriela Pepe – Letra