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El FMI prevé una inflación de 45% para 2025, más de 26 puntos por encima de la que estima el Gobierno

En el proyecto de presupuesto que se presentó en el Congreso, Milei estimó una inflación de 18,3%. El Fondo proyectó este martes que la economía de Argentina se contraerá este año un 3,5%, pero se recuperará el 5% en 2025.

El FMI mantuvo sus proyecciones para la Argentina y anticipa una inflación para 2025 -medida punta a punta- de 45%, más de 26 puntos por encima de lo que estima el Gobierno. Según los datos plasmados por el Ejecutivo en el Presupuesto que se debate en el Congreso, la suba de precios que experimentará el país el año próximo es de 18,3%.

Además, el Fondo prevé que la economía de Argentina se contraiga este año un 3,5%, pero que logre una recuperación del 5% en 2025. Según el informe de ‘Perspectivas económicas mundiales’ publicado este martes por el FMI, el producto bruto interno (PBI) de Argentina caerá este año un 3,5%, profundizando la contracción del 1,6% registrada en 2023.

Para 2025 el FMI pronostica un rebote del 5% en el PBI, una tasa de crecimiento que coincide con la incluida por el Ejecutivo de Milei en el proyecto de Presupuestos para el próximo año.

El Fondo prevé que ese crecimiento se concrete junto con una desaceleración de la inflación hasta una tasa del 62,7% promedio anual en 2025, tras acumular en 2024 un alza que llegaría al 229,8%, según los cálculos del organismo.

El año pasado la inflación en Argentina ya se aceleró hasta el 133,5%, la cuarta mayor tasa de inflación en el mundo en 2023 después de Zimbabue (667,4%), Venezuela (337,5%) y Sudán (171,5%), de acuerdo a datos del FMI.

En cuanto a la balanza por cuenta corriente de Argentina, el informe publicado este martes proyecta para este año y el próximo un superávit equivalente al 0,6% del PBI, desde un déficit del 3,2% en 2023.

Las proyecciones más negativas para Argentina están en el renglón del desempleo que, luego de situarse en el 6,1% en 2023, ascendería este año al 8,2% para bajar levemente al 7,6% en 2025.

Argentina es el mayor país deudor del FMI y, a su vez, ese organismo es el principal acreedor del país suramericano.

En marzo de 2022, el entonces Gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) firmó con el FMI un acuerdo para refinanciar préstamos por unos 45.000 millones de dólares que el organismo había concedido a Argentina en 2018, durante el Gobierno del conservador Mauricio Macri (2015-2019).

La deuda de Argentina con el FMI asciende actualmente a unos US$43.000 millones.

El Gobierno de Milei ha afirmado que definirá si negocia o no con el Fondo un nuevo acuerdo de asistencia financiera una vez que concluyan las revisiones pendientes (novena y décima) del programa todavía vigente.

El FMI sube 3 décimas su previsión de PBI de Latinoamérica para 2024

El Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó este martes en tres décimas su previsión de crecimiento del producto interior bruto (PBI) de Latinoamérica y el Caribe para 2024, hasta el 2,1%, y lo situó en el 2,5% en 2025, dos décimas menos que en sus cálculos de julio.

El informe de perspectivas económicas mundiales (WEO, por sus siglas en inglés) recuerda que la región creció el 2,2% en 2023 y refleja que las cifras previstas para este año y el próximo están muy por debajo de las del conjunto de mercados emergentes y economías en desarrollo.

Los países en desarrollo crecieron un 4,4% en 2023 y el FMI anticipa que lo harán un 4,2% en 2024 y 2025, lo que no cambia la previsión de julio en el primer caso y la reduce una décima en el segundo.

En las dos principales economías de América Latina y el Caribe, Brasil y México, el cambio respecto a lo anticipado en julio es significativo.

El FMI prevé que la economía brasileña, que avanzó un 2,9% en 2023, crecerá un 3% en 2024. Son 9 décimas más que en su anterior informe, que se atribuyen a un mayor consumo privado e inversión en el primer semestre debido a un mercado laboral ajustado y a que las inundaciones provocaron menos perturbaciones de las previstas, entre otros factores.

Para 2025 se rebaja el cálculo dos décimas, hasta el 2,2%, por la todavía restrictiva política monetaria y la expectativa de un enfriamiento del mercado laboral.

Sobre México, tras un aumento del PBI del 3,2% en 2023, el FMI reduce sus previsiones siete décimas para 2024 (1,5%) por el debilitamiento de la demanda interna, tras el endurecimiento de la política monetaria, y tres décimas para 2025 (1,3%) ante una política fiscal más estricta.

La organización económica añade que el PBI argentino, que retrocedió un 1,6% en 2023, caerá hasta el 3,5% en 2024, pero experimentará un aumento del 5% en 2025. En sus previsiones de julio anticipaba esas mismas cifras.

El WEO añade que la inflación para el conjunto de la región, que en 2023 fue del 14,8%, aumentará al 16,8% este año y bajará al 8,5% el que viene.

En la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe, según el WEO, las tasas de inflación han descendido de forma significativa respecto a sus picos y siguen estando en una tendencia a la baja.

En sus previsiones de julio el FMI solo dio datos detallados de Argentina, México y Brasil. Esta vez incluye al resto y anticipa, por ejemplo, un crecimiento del 3% en Venezuela este año y el que viene, tras el 4% de 2023, y que Perú pasará del -0,6% en 2023 al +3% este año y al 2,6% en 2025.

La proyección del crecimiento más alto en 2024 la protagoniza Paraguay, del 3,8%, pese a que supone una desaceleración respecto al 4,7% de 2023. El informe establece también un avance del 3,8% para 2025.

Colombia pasará de un crecimiento del 0,6% en 2023 a uno del 1,6% en 2024, que se prevé que llegue al 2,5% en 2025, mientras que en Chile el avance respecto a 2023 (0,2%) también es significativo, al esperar que se incremente al 2,5% este año y el 2,4% el siguiente.

La directora adjunta del Departamento de Investigación del FMI, Petya Koeva Brooks, señaló a EFE que Latinoamérica y el Caribe “siempre es una región complicada de explicar por la composición y el impacto de países específicos”.

“Si excluimos a Argentina y Venezuela, que tienen desarrollos muy idiosincrásicos, en realidad estamos mejorando nuestro pronóstico. En general, cuando pensamos en la región, creemos que ha capeado relativamente bien los numerosos ‘shocks’ que han afectado a la economía mundial”, señaló la economista, que recomienda “impulsar su crecimiento tendencial subyacente”.

El FMI, que celebra esta semana en Washington sus reuniones anuales con el Banco Mundial, mantuvo por otra parte sus previsiones de crecimiento de la economía global en el 3,2% para este año, mientras que redujo una décima las perspectivas de 2025, también hasta el 3,2%.

Perspectivas y políticas mundiales: el informe completo del FMI

“Se prevé que el crecimiento mundial se mantenga estable, pero con tasas decepcionantes. La desinflación continúa y eso significa que un aterrizaje suave es posible. No obstante, la balanza de riesgos se inclina hacia un empeoramiento de la situación: las tensiones geopolíticas podrían volver a reavivarse; los brotes repentinos de volatilidad en los mercados financieros podrían endurecer las condiciones financieras; los problemas en el sector inmobiliario de China podrían generar efectos de contagio por sus repercusiones en el comercio mundial, así como el aumento del proteccionismo y la continua fragmentación geoeconómica, y las alteraciones al proceso de desinflación podrían prevenir que los bancos relajen sus políticas monetarias, lo que plantearía retos para la política fiscal y la estabilidad financiera.

En medio de numerosas amenazas, es hora de que las políticas den un giro. Ante la relajación de la política monetaria, conviene cambiar la marcha de la política fiscal para garantizar una dinámica de la deuda sostenible y la recomposición de los márgenes de maniobra. Impulsar reformas estructurales para promover el crecimiento a largo plazo y acelerar la transición verde sigue siendo tan necesario como siempre“.

La Gran Restricción Monetaria: lecciones del último episodio inflacionario

Informe del FMI escrito por Jorge Alvarez, Alberto Musso, Jean-Marc Natal, Sebastian Wende, con contribuciones de Emine Boz, Thomas Kroen, Galip Kemal Ozhan, Nicholas Sander y Sihwan Yang.

Pese a que la escalada de la inflación de los últimos tres años se produjo tras una perturbación excepcional en la economía mundial, los bancos centrales pueden aprender mucho de ella.

Los confinamientos con motivo de la pandemia propiciaron inicialmente un desplazamiento de la demanda de los servicios a los bienes. Sin embargo, ese desplazamiento coincidió con un estímulo fiscal y monetario sin precedentes que impulsó la demanda y, de hecho, muchas empresas no pudieron incrementar la producción lo suficientemente rápido, lo que dio lugar a desajustes entre la oferta y la demanda y a un aumento de los precios en algunos sectores. 

Por ejemplo, los puertos llegaron al límite de su capacidad o incluso la superaron, en parte debido a la escasez de personal causada por la pandemia, de manera que cuando la demanda de bienes se disparó, se produjeron retrasos en la entrega de los pedidos. Con la reapertura de las economías, la demanda de servicios resurgió con fuerza y la invasión rusa de Ucrania causó un pronunciado ascenso de los precios de las materias primas, que a su vez llevó la inflación mundial hasta su nivel más alto desde la década de 1970. 

Nuestro capítulo de la última edición del informe Perspectivas de la economía mundial reflexiona sobre este episodio y extrae lecciones —tanto nuevas como ya conocidas— para la política monetaria.

Para comprender la reciente escalada mundial de la inflación, el análisis ha de ir más allá de los agregados macroeconómicos tradicionales. Nuestro modelo muestra cómo los fuertes repuntes de la inflación en sectores concretos se integraron en la inflación subyacente, un indicador menos volátil que excluye los alimentos y la energía. Para nuestro análisis resulta clave la interacción entre una demanda pujante y los cuellos de botella y shocks que se produjeron en sectores concretos. Estos causaron fuertes cambios de los precios relativos que dieron lugar a una dispersión inusual de los precios. 

Cuando los cuellos de botella en la oferta se generalizaron e interactuaron con la elevada demanda, la curva de Phillips —el principal indicador de la relación entre inflación y capacidad económica ociosa— se volvió más pronunciada y se desplazó hacia arriba. El aumento de la pendiente de la curva de Phillips hizo que cambios relativamente pequeños de la capacidad ociosa pudieran tener un efecto considerable en la inflación. Esto trajo consigo una noticia mala y otra buena. 

La mala: la inflación se disparó, ya que muchos sectores se vieron afectados por restricciones de la capacidad productiva. La buena: se pudo frenar la inflación con un costo menor en términos de pérdida de producto.

Esta última observación es el origen de la nueva lección: cuando son generalizados, los cuellos de botella en la oferta pueden brindar una ventaja a los bancos centrales que se enfrentan a un fuerte aumento de la demanda. Como la pendiente de la curva de Phillips aumenta en esos casos, el repliegue de la política monetaria puede ser especialmente eficaz para reducir rápidamente la inflación con costos limitados en términos de producto. 

En cambio, cuando los cuellos de botella están circunscritos a sectores concretos con precios relativamente flexibles, como las materias primas, el modelo nos recuerda una lección ya conocida: la práctica habitual de centrar la política monetaria en los indicadores de la inflación subyacente continúa siendo adecuada. En esos casos, un endurecimiento excesivo de la política monetaria puede resultar contraproducente, al causar una costosa contracción económica e ineficiencias en la asignación de los recursos.

A la luz de estas observaciones, los marcos de política monetaria de los bancos centrales deberían identificar las situaciones en las que conviene concentrar el repliegue en la etapa inicial. Esto requiere modelos ampliados y mejores datos sectoriales que permitan medir las fuerzas inflacionarias subyacentes, incrementar la precisión de los pronósticos y orientar el ajuste de las respuestas de política monetaria. Un primer paso en la dirección correcta podría ser recopilar datos más frecuentes sobre precios por sectores y sobre las restricciones de la oferta, para así determinar si los sectores más importantes están sufriendo cuellos de botella en la oferta. Asimismo, entender factores estructurales, como la forma en que los distintos sectores fijan los precios y los vínculos entre ellos, proporcionaría información adicional de gran valor. 

Varios bancos centrales tienen previsto revisar sus marcos de política monetaria en los próximos meses. Estas revisiones son una oportunidad para incluir cláusulas de excepción bien definidas en sus marcos, con miras a atajar las presiones inflacionarias cuando aumente la pendiente de las curvas de Phillips agregadas. En esas situaciones, la comunicación sobre la orientación futura de la política monetaria debería internalizar las cláusulas de excepción y permitir la concentración del endurecimiento en la etapa inicial.

Esa flexibilidad adicional debería permitir que los bancos centrales estuvieran mejor preparados en el futuro y contribuir a proteger la credibilidad que tanto les ha costado ganarse.

Comprender la aceptabilidad social de las reformas estructurales

Tercera parte del informe de perspectivas anuales del FMI para el mundo, escrito por Silvia Albrizio, Bertrand Gruss, Yu Shi.

La economía mundial está atascada en una baja velocidad de crecimiento, en gran medida a causa del envejecimiento demográfico, el flojo entorno de inversión y fricciones estructurales que impiden que el capital y la mano de obra fluyan adonde puedan ser más productivas.

A medida que las presiones demográficas se intensifican y las transiciones verde y digital exigen cuantiosas inversiones y reasignaciones de recursos entre empresas y sectores, algunos países corren el riesgo de quedar aún más rezagados.

Por esta razón, resulta aún más urgente actualizar las reglas que determinan cómo funcionan las economías. Si bien las prioridades en materia de políticas varían de un país a otro, muchas economías tienen la misma necesidad de facilitar la entrada de nuevas empresas al mercado, promover la competencia en el suministro de bienes y servicios, incentivar a los trabajadores a permanecer en la fuerza laboral e integrar mejor a los trabajadores inmigrantes.

Este tipo de reformas requieren un amplio respaldo de la sociedad, pero el descontento público ha ido aumentando desde la crisis financiera mundial.

Para generar confianza y apoyo público, las autoridades tienen que mejorar la comunicación, consultar con el público a la hora de trazar las reformas y reconocer que es posible que algunas personas necesiten ayuda si las reformas les resultan perjudiciales. Así lo revela nuestro estudio destacado en uno de los capítulos de la última edición de Perspectivas de la economía mundial.

Nuestro análisis de los factores que determinan las actitudes del público con respecto a las reformas revela que la resistencia a menudo va más allá del interés económico de las personas. Las opiniones personales, las percepciones y otros factores conductuales están detrás del 80% del apoyo que reciben las reformas, según nuestra encuesta de más de 12.000 personas en seis países representativos.

Los conocimientos y las concepciones erróneas acerca de la necesidad de reforma y los efectos de las políticas son, crucialmente, los principales factores que predicen las diferencias en el grado de respaldo que concitan las políticas públicas. Esto es importante —y a la vez alentador— porque presenta a las autoridades un claro ámbito de acción.

Las percepciones sobre la distribución y la equidad también son de crucial importancia. Quienes se oponen a las reformas a menudo se preocupan más por el impacto en sus comunidades, en especial los más vulnerables, que en el impacto en ellos mismos. Por ejemplo, los opositores temen que un aumento de la participación del sector privado en los sectores de la electricidad y las telecomunicaciones encarecería estos servicios y limitaría el acceso de las personas más pobres.

La falta de confianza también puede avivar la oposición a las reformas. Las personas que dicen oponerse a las reformas, aun cuando sus inquietudes están debidamente paliadas por medidas adicionales, en su mayoría citan una desconfianza general de las partes interesadas y dudas acerca de la capacidad del gobierno para modificar las políticas y mitigar los posibles perjuicios.

Estrategias y herramientas para estimular el apoyo

De nuestro análisis se desprende que una estrategia de varios frentes puede atenuar la resistencia a las reformas estructurales:

  • Información: La comunicación eficaz es uno de los ejes de una estrategia de reforma eficaz, y es algo que no se ha de reducir a la promoción de las reformas. Las autoridades tienen que explicar de manera convincente la necesidad de cambio, los efectos esperados y la forma de conseguirlos. Se observa que el respaldo público es mayor cuando se proporciona información clara e imparcial que corrige las percepciones equivocadas. Por ejemplo, según nuestra encuesta, esto llevó a cambiar de opinión a más del 40% de las personas que se oponían a las políticas de integración de los inmigrantes.
  • Participación: El diálogo entre las autoridades y el público debe ser genuinamente bidireccional. Al permitir que las personas ayuden a formular las políticas y que expresen sus inquietudes se logra que la comunidad sienta como propias las reformas, y así es más probable lograr que cada persona apoye los cambios propuestos.
  • Mitigación: Reconocer que las reformas pueden perjudicar a ciertos grupos y aliviar estas preocupaciones con medidas de mitigación concretas es esencial para lograr el apoyo público. Esta tarea se ha de basar en los pilares previos. Las medidas de mitigación, como las transferencias temporales de efectivo, deben ser comunicadas mediante el diálogo entre las autoridades y la ciudadanía.
  • Confianza: El pilar fundamental del que dependen los otros tres es la confianza. Para una comunicación eficaz es necesario que haya confianza en el mensaje y en el mensajero. Para generar confianza en el proceso, la interacción con la ciudadanía ha de empezar temprano, en la etapa de diseño de las políticas. Y los mecanismos de diseño de la reforma deben garantizar al público que el gobierno será capaz de cumplir con los compromisos de mitigación cuando ejecuten las reformas. Establecer órganos gubernamentales creíbles e independientes para que realicen y validen análisis de las políticas puede ser particularmente útil. Las reformas de primera generación para abordar la corrupción y mejorar la gobernanza son fundamentales para recobrar la confianza en las instituciones.

Las autoridades tienen que reforzar su batería de herramientas para desarrollar esta estrategia y hacerla más aceptable para el público. Los foros públicos, los programas experimentales y las encuestas de opinión pueden fundamentar el diálogo con la ciudadanía. Las encuestas a gran escala, los grupos de enfoque y otras herramientas de participación pueden servir para detectar las inquietudes, diseñar medidas adecuadas de mitigación y forjar consenso en torno a las reformas. Las nuevas tecnologías cívicas, como las plataformas de interacción comunitaria, también deberían facilitar la participación de más ciudadanos.

Para diseñar reformas eficaces se necesita una estrategia integral de consulta, comunicación y mitigación para compensar a quienes puedan salir perjudicados. Con mejores herramientas para incentivar la participación se ayudará a las personas a comprender mejor las propuestas y así se generará la confianza del público que es necesaria para llevar a cabo reformas económicas vitales. Estos principios también deben verse reflejados en los exámenes periódicos que el FMI realiza sobre sus programas y en sus iniciativas de supervisión y desarrollo de las capacidades.