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El dueño de los supermercados DIA al borde de la bancarrota por las sanciones a Rusia

Nacido en Ucrania y crítico de la guerra, Mikhail Fridman es uno de los cientos de millonarios rusos penalizados económicamente por Occidente. Perdió US$ 4.000 millones desde que empezó la guerra de Rusia.

El multimillonario ruso Mikhail Fridman, dueño de la cadena de supermercados DIA, afirma estar al borde de la bancarrota debido a las sanciones económicas impuestas contra él por la Unión Europea y el Reino Unido, en el marco de la guerra de Rusia con Ucrania.

Fridman valía unos US$14.000 millones antes de la guerra, según el Índice de Millonarios de Bloomberg, pero “ahora vale alrededor de US$ 10.000 millones en papel y se encuentra en la extraña posición de ser un oligarca esencialmente sin efectivo”. 

Acusado de formar parte de la camarilla de empresarios beneficiados por Vladimir Putin, después de que el Reino Unido impuso las sanciones contra el empresario, su última tarjeta bancaria en funcionamiento en el Reino Unido fue congelada. Afirma que, de esta forma, no tiene dinero ni para pagar la limpieza de su casa.

“Tal vez debería limpiar yo mismo… No sé cómo vivir. No sé. Realmente no lo sé”, se lamentó.

Fridman, clasificado como la 128ª persona más rica del mundo en 2021, según la lista mundial de multimillonarios de Forbes, controla la empresa de capital riesgo LetterOne y fue uno de los fundadores de Alfa Bank, el mayor banco privado de Rusia.

Los llamados oligarcas rusos, que en su día ejercieron una importante influencia sobre el presidente Boris Yeltsin en los años 90, se enfrentan al caos económico después de que Occidente impusiera severas sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania por parte de Putin. 

Durante el gobierno de Yelsin, Fridman fue uno miembro del semibankirschinaun grupo de siete poderosos oligarcas empresariales rusos que desempeñaron un papel importante en la vida política y económica de Rusia entre 1996 y 2000.

El grupo respaldó la campaña de reelección del presidente Boris Yeltsin y tuvieron influencia sobre el Kremlin, pero cuando Putin llegó al poder en 2000, impuso su propio modelo: el nuevo trato era que, si los siete magnates se mantenían al margen de la política, podían continuar con sus negocios. 

Hoy Fridman rechaza cualquier vínculo con el presidente ruso y califica las sanciones internacionales contra él y otros multimillonarios rusos como “injustas”, porque se basan, según él, en “falsedades malintencionadas”.

“No entiendo la lógica detrás de castigarme. La percepción general de los occidentales comunes es que, ‘Oh, esos oligarcas codiciosos podrían acercarse a Putin y decirle que se detenga’. ¿Por qué piensan esto?”, dijo.

“Nunca he estado en ninguna empresa estatal o puesto estatal”, dijo Fridman en una entrevista con Bloomberg, contrariando a lo afirmado por la Unión Europea cuando lo incluyó en su lista de rusos sancionados.

“Si las personas que están a cargo en la UE creen que, debido a las sanciones, podría acercarme a Putin y decirle que detenga la guerra, y funcionará, entonces me temo que todos estamos en un gran problema. Eso significa que quienes están tomando esta decisión no entienden nada sobre cómo funciona Rusia. Y eso es peligroso para el futuro”.

Fridman dice estar mal económicamente pero dijo que no quiere comparar su situación con la de los ucranianos: “Mis problemas no son nada en comparación con los problemas de ellos”.

“Nací en Ucrania occidental y viví allí hasta los 17 años. Mis padres son ciudadanos ucranianos y viven en Lviv, mi ciudad favorita“, escribió Fridman en una carta en la que varios millonarios rusos pedían el fin de la guerra. 

“Pero también he pasado gran parte de mi vida como ciudadano de Rusia, construyendo y haciendo crecer negocios. Estoy profundamente unido a los pueblos ucraniano y ruso y veo el actual conflicto como una tragedia para ambos.” 

“Esta crisis costará vidas y perjudicará a dos naciones que han sido hermanas durante cientos de años”, dijo Fridman. “Aunque una solución parece aterradoramente lejana, no puedo sino unirme a aquellos cuyo ferviente deseo es que el derramamiento de sangre termine. Estoy seguro de que mis socios comparten mi opinión”, agregó.