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El desaire de Javier Milei reaviva las tensiones con el Vaticano y complica un posible viaje del Papa a la Argentina

La ausencia del canciller argentino, Gerardo Werthein, en la ceremonia de conmemoración de los 40 años del Tratado de Paz con Chile acrecentó el malestar en la relación entre el Presidente y el sumo pontífice.

Latensa relación entre Javier Milei y el Papa Francisco es una derivación de lo que se interpretó como otro conflicto, que se manifestó en Brasil durante la reunión del G20, entre el Presidente y el mandatario de Chile, Gabriel Boric.

Milei manifestó una cantidad de disidencias respecto de los pronunciamientos del resto de los países en materia de género, de política ambiental y en relación con algunas propuestas de las Naciones Unidas. Sin referirse al jefe de Estado argentino, Boric contestó con una fuerte defensa de los valores del documento que iba a firmar finalmente el resto de la comunidad del G20, de la que la Argentina estuvo a punto de ser expulsada, justamente por la amenaza de no firmar el escrito.

La reacción de Milei, tras el entredicho con Chile, fue queel canciller argentino, Gerardo Werthein, no viaje a Roma para la ceremonia que se celebró el lunes, en conmemoración de los 40 años de la paz por el conflicto del canal de Beagle, un acuerdo al que se llegó por la mediación de la Santa Sede. En aquel momento, Juan Pablo II era el Papa y el cardenal Antonio Samoré fue el funcionario al servicio de esa negociación.

El hecho de que el canciller no viaje a Roma quiere decir que la Argentina no estuvo representada tampoco por el vicecanciller, sino por José Beltramino, que es el embajador argentino ante Roma ¿Es un agravio dirigido a quién? ¿A Chile? No, es un desaire a quien invitaba a esa reunión, a quien presidía esa reunión, que fue el Papa Francisco.

Mientras realizaba la ceremonia, el sumo pontífice recordó que, hace 10 años, para conmemorar los 30 años de ese acuerdo, viajó Cristina Kirchner. Se trata de la primera vez que el Papa nombra a la exmandataria después de muchísimo tiempo. Y, efectivamente, aquel evento había tenido un mayor nivel que este, porque había ido Michelle Bachelet, presidenta de Chile en aquel entonces, y Cristina como la representante de la Argentina.

Esta mención del Papa obviamente causó malestar en el Gobierno, pero pone todo en otro nivel. Es evidente que el desaire de Milei es un desaire al Papa, es un desaire a la Santa Sede, que es la que invitaba a esta conmemoración y se encadena con un conflicto de larga duración con el Vaticano y el Papa Francisco.

Este conflicto tuvo lugar durante la campaña, con insultos de Milei al Papa, pronunciamientos de los curas villeros en contra del líder libertario, inclusive una misa, y la última versión de este entredicho tiene que ver con manifestaciones de Jorge Bergoglio.

Cuando Juan Graboisviajó para una reunión con los movimientos sociales en el Vaticano, el sumo pontífice recordó que durante una manifestación en la plaza del Congreso, el Gobierno decidió no invertir en programas sociales, aunque sí en gas pimienta. Evidentemente, esto no le cayó bien a Milei, que contesta con este desaire. Es probable que haya otras dimensiones del malentendido, que tengan que ver con el mapa global, y ya no con la relación con la Argentina.

El Papa acaba de preguntar hace una semana si no habría que investigar o definir si la conducta de Israel en la Franja de Gaza constituye o no un genocidio.

Eso, para Milei, tocó un cable de alta tensión, porque ya sabemos que el alineamiento del Presidente con el Estado de Israel, con el mandato de Netanyahu, y ahora con el gobierno que viene de Estados Unidos con Donald Trump, es un alineamiento automático e incondicional.

Todo esto es el contexto para una incógnita. Había muchas versiones, probablemente infundadas, de que el Papa podía viajar a la Argentina en marzo, que iba a pasar muy rápidamente por Buenos Aires y que pretendía ir a Córdoba, donde pasó un largo exilio, y después a Santiago del Estero, provincia a la que él designó como sede primada de la Iglesia en el país.

Daría la impresión de que tras este nuevo cortocircuito, ese viaje pierde verosimilitud, pierde volumen, y quienes conocen del tema dicen que si uno va al Vaticano, va a la Secretaría de Estado y busca la agenda de los viajes del Papa, no está previsto un viaje a la Argentina ni a Uruguay, que era el otro destino probable, en marzo. Son viajes que no se organizan de un mes para el otro. La relación entre Milei y el Vaticano, entre el Papa y la Argentina, sigue estando sometida a los vientos de la agresividad del Presidente.


Por Carlos Pagni-TN