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Edgardo Moreira: “El fútbol es una expresión de lo que los argentinos somos como pueblo”

El actor dice que la Argentina tiene que “superar su propio fantasma” y aprender de sus errores para poder salir adelante. Se queja de que el país viene saltando de “préstamo en préstamo” desde Bernardino Rivadavia a la fecha, y cuestiona a los sindicalistas que “llevan 30 años en el poder y le dejan los cargos a sus hijos de manera hereditaria”.

Actor, director y docente, Edgardo Moreira atesora un sinfín de interpretaciones destacadas en teatro, cine y televisión. El año pasado y por esa magia de que tiene la TV, se lo pudo ver en dos tiras de ficción al mismo tiempo, Golpe al corazón, por Telefé, y Las estrellas, por Canal 13. Tan seductor en la vida como en algunos de los personajes que le tocaron en suerte, Moreira invita a la charla con gesto amable, mientras se predispone a conversar con 3Días. Acaba de terminar la temporada de la obra Un enemigo del pueblo, en el Teatro Regio, “a sala llena y con localidades agotadas”.

El presente lo encuentra, como tantas otras veces, protagonizando otra obra como El ocaso de un estafador, de Henrick Ibsen, pero en el Centro Cultural San Martín. “Lo más interesante de la obra es lo que plantea entre el estafador y el estafado, porque ambos padecen la misma enfermedad o el mismo pecado: la codicia, y como en todas las obras de Ibsen, el estafador interpela al público.

Una obra que remite a la actualidad

-Sí, vemos estafadores de todo tipo y color, no solo desde el punto de vista económico sino también moral, cultural, amoroso Es una conducta que se manifiesta en distintos aspectos de la vida.

¿Cómo ves el área de cultura de la Ciudad?

-Yo creo que en nuestro país, como en la mayoría de los países, estamos viviendo todavía atascados en el siglo XX y no entendimos que estamos en el siglo XXI. Los continentes ya dejaron de ser Asia, África y América; ahora se llaman Amazon, Google, Microsoft… Ya no somos ciudadanos, somos clientes de estos grandes continentes que aglutinan millones de personas que consumen, leen, y ven lo que ellos quieren. Es más, esas organizaciones supranacionales están por encima de las leyes, no hay forma de controlarlas y van definiendo los gobiernos, la política, los intercambios comerciales, las economías, lo que pasa con las guerras, la información que se da.

¿Estás a favor o en contra de la ley de despenalización del aborto?

-A favor, y lo que me parece un aborto es seguir persiguiendo a la gente porque quiere hacer uso de su libertad. Es un despropósito que estemos discutiendo ese tema cuando en realidad habría que ver cómo se educa sexualmente a la gente, entender que los países que han adoptado la libertad para poder abortar tienen un menor índice de mortalidad.

¿Cómo te afectan los tarifazos?

-Como a todo el mundo. Siento que voy por detrás de lo que cuestan las cosas. Desde que tengo uso de razón, hemos estado de manera pendular de un plan económico a otro y, en los últimos 50 años, ha habido épocas de bonanza y de caída que tienen que ver con el manejo de la economía mundial. Las decisiones se toman en otros lugares y nos repercuten, nos guste o no. Recuerdo el empréstito Baring Brothers, que fue el primer empréstito que pidió Bernardino Rivadavia, y fue un desastre. Nuestra historia va de préstamo en préstamo. Habría que hacer un gran acuerdo nacional y, en lugar de pelearnos entre nosotros, sentarnos en la misma mesa y ver de qué manera podríamos sacar el país adelante. Hay sindicalistas que llevan 30 años en el poder y esto no es una monarquía: si queremos democracia empecemos por ver que hay gente que le está dejando a sus hijos de manera hereditaria los cargos de un sindicato. Increíble.

¿Qué te enoja de la sociedad?

-La idiosincrasia de los argentinos. Lo podemos ver en el fútbol, en la política, en los medios esa cosa individualista, egocéntrica, narcisista, de creernos los mejores, inteligentes, más vivos que los demás… y así estamos. Si mirás la historia, te das cuenta de cómo se ha ido degradando todo. A principios del siglo XX había tres ciudades en el mundo que tenían la energía eléctrica, que era lo último: París, Nueva York y Buenos Aires, y fijate dónde estamos.

¿Cómo ves al Presidente?

-Lo veo como un reflejo de lo que somos todos, es un tipo que está ahí para enfrentarse a lo que somos como sociedad, a las peleas, los vaivenes, las chicanas y las cosas buenas, que también hay. No se le puede pedir milagros ni perdonarle todo, es un ser humano que se equivoca como se han equivocado otros y han acertado. Insisto en que como ciudadanos somos dueños de nuestro propio destino y no tenemos que echarle la culpa a los demás sino resolver entre todos. Los países que mejor funcionan en salud, educación, estatus social, son los países nórdicos como Suecia, Noruega, Dinamarca, que son monarquías parlamentarias, y con ese sistema la gente no tiene los problemas que tenemos nosotros. Es hora de imitarlos, ¿no?

¿Qué rescatás del argentino?

-Lo mejor que tenemos es lo que funciona con signo positivo y negativo, la imaginación, la impronta, la audacia, la alegría, la euforia que nos despierta el fútbol, la bailanta, el cuarteto, todo eso que nos apasiona. Tenemos que usar esa energía al servicio de la solidaridad.

¿Cómo ves a la selección para enfrentar a Islandia en el primer partido del Mundial?

-El primer partido será develar una incógnita, pero no por el equipo que tenemos enfrente, que no parece de los más relevantes, pero creo que Argentina tiene que superar su propio fantasma. Nosotros somos el peor rival que tenemos y acá se aplica parte de lo que he venido diciendo: el fútbol es una expresión de lo que somos como pueblo: desde las individualidades exageradas hasta la falta de claridad en determinadas situaciones. Ojalá ganemos y seamos campeones, pero tratemos de aprender de los errores, de los aciertos de los otros, y de los nuestros, para poder mejorar.

De estafadores y estafados

El ocaso de un estafador, un hombre dispuesto a todo por sus ansias de poder, se presenta los martes y los miércoles en la sala B del Centro Cultural San Martín y el elenco, además de estar integrado por Edgado Moreira, se completa con Silvia Pérez, Mónica Salvador, Denise Gómez Rivero y Alejo de Santis. La dirección está a cargo de Marcelo Velázquez y la producción es de Juan Iacoponi. Además, Edgardo dicta clases de teatro en su propio espacio: “La casa de Moreira”.

Por Alejandra Canosa – 3Días