El tráfico de personas es un grave delito y una grave violación de los derechos humanos. Este delito es la máxima expresión de violencia que se ejerce, sin distinción de edad ni género, el que las personas son cosificadas y desprovistas de humanidad. Las personas son cosificadas, tratadas como mercancía, desprovistas de toda humanidad.
Cada año, miles de hombres, mujeres y niños son víctimas de este flagelo. En lo que va del año casi 350 personas fueron rescatadas de la trata en Argentina (referencia del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a Personas Damnificadas por el Delito de Trata, perteneciente al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), como garante de la Convención contra el Crimen Organizado Transnacional y los Protocolos al respecto, asiste a los Estados en la aplicación del Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata.
En su artículo 3, este Protocolo Disponible define la trata como la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
La fecha 30 de julio fue establecido como “Dia Mundial contra la trata de personas” por la Asamblea de las Naciones Unidas por resolución A/RES/68/192., y tiene como fin concientizar a las personas sobre este grave delito, sus mecanismos de prevención y cómo el Estado y las organizaciones deben contener a las personas damnificadas.
