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Delfina Rossi: “Caputo es un gran ingeniero contable y financiero, pero no hay economía real detrás de eso”

La directora del Banco Ciudad por la oposición considera que vivimos en una “nebulosa financiera que aún no podemos dimensionar”. Piensa que los créditos UVA, tal como fueron relanzados, no son una política de vivienda, aunque generan mucho interés. “No hemos conseguido que el proceso de industrialización y el proyecto nacional y popular vayan de la mano”, admite.

Delfina Rossi, hija del exjefe de Gabinete Agustín Rossi, se fue a los 14 años con su madre a vivir a Barcelona en la crisis de 2002. Ocho años después se graduaba de economista en la Universidad Autónoma de Barcelona, Después hizo un master en economía en el European University Institute, en Florencia, y una diplomatura en ciencias políticas en la Universidad de Londres. Entonces fue noticia en 2014 por primera vez en Argentina porque “la hija de Rossi”, a sus 25 años, se postuló a eurodiputada por Iniciativa per Catalunya Verds, un partido de izquierda ambientalista, haciendo campaña en español y catalán. Al año siguiente volvió a la Argentina y hubo polémica porque Cristina Fernández de Kirchner la nombró en sus últimos cuatro meses de gobierno como directora del Banco Nación pese a su juventud. Para entonces ya estaba a mitad de camino de su segundo master, en asuntos públicos, en la Universidad de Texas en Austin. Después fue investigadora allí, luego en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), empezó a dar clases en la Universidad de Avellaneda, fue madre de dos hijos, está haciendo el doctorado en Filosofía en la Di Tella y desde 2020 es directora del Banco Ciudad por la oposición peronista. Su padre tomó en su momento distancia de Cristina Kirchner, pero ella tiene su imagen en el despacho.

¿Qué le parece el descenso de la inflación mensual al 8,8% que logró Javier Milei?

–Efectivamente hay un proceso de desaceleración inflacionaria. El último proceso se acelera en agosto después de las PASO (primarias). Milei gana las PASO diciendo que va a dolarizar, se dispara la brecha del tipo de cambio, acelera la inflación y luego, con la devaluación de diciembre, la lleva al 25%. Entonces él intenta decir que que la culpa del 25% es de Alberto Fernández, de Unión por la Patria. Pero es un proceso de economía política compleja. Si bien un 8,8 está muy lejos del 25%, no deja de ser un nivel elevado, que sigue siendo muy alto comparado con la caída del consumo, de poder adquisitivo de los salarios y de brutal ajuste. Miremos el otro lado del vaso: todo el sufrimiento que estamos llevando solo nos llevó a una inflación del 8,8%. Y además tiene el elemento de que postergaron parte del tarifazo, mismo de servicios como de transporte. Es una desaceleración que me parece cortoplacista verla como un triunfo. No vemos un plan de estabilización. Si bien están haciendo un brutal ajuste de motosierra y de licuación, todavía hay elementos que no conocemos.

¿Cuáles son esos elementos que deberían estar en un plan de estabilización?

–Uno es hacia dónde va el tipo de cambio. Porque ellos devaluaron en diciembre, después pusieron el tipo de cambio oficial al 2%, con una inflación que acumulada son 65 puntos en estos cuatro meses de 2024. ¿Entonces, qué pasó con las presiones que tiene el sector exportador para una nueva devaluación? Y eso se combina con dos elementos más. Uno es una baja de tasas muy brutal que sigue licuando los ingresos y los ahorros de los argentinos, que va combinada con el esquema de liquidación de exportaciones el 20% al contado con liqui y el 80% al oficial. No queda claro cómo van a hacer para acumular reservas y unificar el tipo de cambio y que eso efectivamente estabilice la macro. Me parece acelerado celebrar una baja de inflación cuando tenemos elementos que, de moverse, van a pegar nuevamente en los precios.

El Gobierno se ilusiona ahora con que en mayo va a bajar la inflación a 5%, que sería la menor desde noviembre de 2022. ¿Por qué repuntaría si Milei tiene la firme vocación de déficit cero como sea, para no tener que financiarlo con emisión monetaria?

–Porque la inflación no tiene solamente un componente monetario. Tiene un componente de passthrough del tipo de cambio a los precios y a los componentes, principalmente en alimentos. Si bien el Gobierno celebró una baja de la inflación, la leche está a $1.300 o $1.400 el litro. A un dólar y medio, un litro de leche no existe en ningún país avanzado. Entonces tenemos un problemón en términos de precios y distributivos. Si bien el FMI (Fondo Monetario Internacional) celebra el ajuste de (Luis) Caputo y (Santiago) Bausili, tampoco pone a disposición fondos nuevos. Los famosos US$15.000 millones que salieron a buscar en el mundo no existen. Porque además no hay financiamiento de las economías centrales para los países emergentes. Puede ser inestable el proceso porque se conjuga con un ajuste no solo del gasto público, sino de producción y de la economía real. La caída de la industria es del 20%, parece que estuviésemos en la pandemia. ¿Cuáles son los resortes que te quedan de la economía para sostener en un modelo capitalista la producción? En esta economía, los exportadores no están exportando la cosecha en la que teníamos expectativas. También presionan sobre el tipo de cambio. Los industriales están dejando de producir. Hay una supuesta promesa con el RIGI (Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones) de que vengan inversores para sacar recursos naturales, entramos en una carrera de competencia sobre las commodities que se necesitan para la transición energética. Nos tenemos que poner a competir con Indonesia, Singapur, África, ¿y a qué costo? Igualmente las grandes mineras del mundo son el 10% de lo que es el Big Tech. Entonces es complejo pensar que la economía se recupera y crece.

Milei dice que no quiere devaluar, ¿cómo puede lograrlo?

–Deprime aún más los salarios. Pero las trabajadoras de casa particular de Paraguay y Bolivia, que tenían que juntar dólares para mandar a su familia y tenían que comprar al blue o al MEP, hoy compran más barato ese dólar. Entonces hay esta sensación de mejora en algunos sectores, más allá de que la leche está a $1.300, porque el dólar financiero efectivamente lo bajó. Es verdad que nosotros, con la brecha cambiaria en la última parte del Gobierno, el desajuste de precios relativos fue muy grande. Entonces, hay una sensación de que los precios vuelven a tener cierto sentido y hay una ilusión, yo creo financiera, de que todos estamos pensando un dólar fijo a $1.000. Está acomodando eso. Si él devalúa, rompe esa pauta que le está permitiendo acomodar precios relativos.

¿Milei puede evitar devaluar a fuerza de recesión y de ir juntando el dólar paralelo con el oficial?

–No sé si es sustentable.

Pero pareciera que hasta ahora lo ha logrado así…

-Él mantiene la brecha baja gracias a un tinglado financiero muy inteligente. Es una cuestión de finanzas, no de economía real.

¿Baja la brecha por expectativas financieras?

–Sí, que además están alimentadas también por cierta… cuando Elon Musk le dice al mundo hay que invertir en Argentina, alienta flujos de capitales golondrina.

Entonces de esa manera quizás puede terminar liberando el cepo…

–No, porque no estás usando esos dólares en el carril del MULC (Mercado Único Libre de Cambios, que rige para el comercio exterior, el giro de dividendos de multinacionales o el pago de deuda). En su construcción de relato, él dice que todo el mundo puede comprar financieros, lo que quiera. Si él mantiene una burbuja financiera sobre eso, la brecha se mantiene estable. No le sirve para acumular reservas, pero si al mismo tiempo la economía no crece lo suficiente, la demanda por importación en el MULC te cae. Es un equilibrio inestable. En términos macroeconómicos, no es un plan de estabilización a largo plazo que te permita crecer genuinamente y generar dólares genuinos.

¿Y esto le da nafta para llegar a las elecciones de medio término?

–Para mí, sí.

El otro día dirigentes de una organización social me decían que si baja la inflación, el 100% de la gente va a estar contenta, aunque eso se haga a costa de dejar descontento a un 20% sin empleo. También es verdad que a costa de haber perdido salario…

–No sé cómo va a replicar el humor si llegas a 2025 con recesión y baja inflación. Ellos construyen un relato de que la recesión no es culpa de ellos. Te acordarás bien la tensión entre el peronismo y el desarrollismo, entre (Juan Domingo) Perón y (Arturo) Frondizi, de si industrializar es popular. Perón consigue unificar el deseo de una clase media burguesa industrializadora con las clases populares porque incorpora vía consumo y hace democrática la expansión industrializadora. Yo creo que hace muchos años gran parte de la población no se siente beneficiada por un proceso de reindustrialización del país, y eso nos pone un desafío como proceso político. Y Milei hace un experimento del no Estado. Nosotros concebimos al Estado como no solamente el Estado liberal burgués, sino un Estado que da respuestas sobre derechos y sobre ciertos procesos. Si no hay clase media, si no hay necesidad de industrializar, si no hay procesos productivos, ¿para qué te sirve el Estado? Las clases populares no necesariamente van a estar peor porque por ahí pueden comprar. Nosotros tenemos una olla popular acá cerca de la Plaza de Mayo y me lo han dicho en pleno proceso electoral: “Che, bueno, hay que votar a (Sergio) Massa porque tal, pero Milei dice la verdad: una zapatilla en Estados Unidos salen US$60 y acá sale 600”. Nosotros no hemos conseguido que el proceso de industrialización y el proyecto político nacional y popular vayan de la mano, como había conseguido Perón y como consiguió Cristina en algunos momentos.

Algunos quedarán sin empleo, pero habrá más gente que compre más barato. Es el pensamiento de Milei…

–Es así en toda América Latina. ¿Por qué nos sorprendemos si Chile tiene acuerdos de libre comercio con medio mundo, allá es más barato comprarte un auto, pero no tiene industria automotriz?

¿Entonces la pregunta es entonces si realmente es mejor no tener industria?

–No, hay una complejidad del proceso de desarrollo e industrialización de un país emergente periférico como la Argentina, que no estamos políticamente consiguiendo ofrecerla como un beneficio para las grandes mayorías.

¿No será el problema que nuestro desarrollo industrial muchas veces se quedan solamente en el mercado interno y, por lo tanto, tiene costos altos, no compite con el extranjero, no es como Corea del Sur, que exporta productos industriales al mundo y, por lo tanto, tiene precios baratos?

–Y sí, pero para llegar ahí Corea del Sur tuvo pena de muerte para quienes fugaban dólares. ¿Cómo hacemos acá? No llegó a ese punto libre de bemoles, fue con un proceso duro, en contra de las mayorías populares, procesos dictatoriales. Quiero decir que no nos debería sorprender que, si bien estamos en un proceso de destrucción de nuestra industria, haya sectores que se sientan contenidos por una mejora parcial, que además para mí es una ilusión financiera.

Desde su rol en el banco, ¿qué ve de la economía real?

–El sistema financiero argentino lamentablemente es muy pequeño. Tenemos que repensar por qué y cómo ampliarlo. Pero vemos un proceso de no aceleración de la demanda de crédito. Las grandes empresas están quizás tomando deuda a partir de obligaciones negociables en dólares, que están rindiendo muy bien en general, pero no hay una toma masiva de crédito ni mucho menos.

¿A pesar de la baja de tasa?

–Lo que piden las empresas es que se les reestructuren los créditos. Y los individuos hacen muchas consultas, por ejemplo, por hipotecarios UVA, pero la verdad es que para acceder a ese tipo de créditos tus ingresos tienen que ser elevados. Necesitas que la cuota sea de $500.000 por mes y eso tiene que ser 25% de tu salario.

Hay que ganar $2 millones…

–¿Cuánta población gana $2 millones? No es, a mi entender, una política de vivienda. Es una política que para un sector de una clase media que paga alquiler y trabaja. Puede ayudar a parte de los sectores de construcción y de reparación, pero no es una política masiva de vivienda. Después también se fue limitando todo lo que es el crédito productivo, el que era diferencial para las pequeñas y medianas empresas. Por supuesto, la licuación de tasas hace que para muchos sectores sea muy difícil pensar en cómo ahorrar. Cualquiera que puede comprar, se dolariza. Esto de la competencia de monedas lo ha acelerado. Lo que nosotros llamamos la economía monetaria se aceleró en el proceso de Milei. Todo esto tiene un componente muy perverso de redistribución inversa de los ingresos: los grandes salarios que tienen capacidad de ahorro son los más beneficiados por una baja del tipo de cambio paralelo.

En el Hot Sale subió con respecto al año pasado la venta de viajes al extranjero, fruto de un dólar barato…

–Está cara Argentina, mirá los precios de un restaurante…

¿Y cómo se soluciona? O devalúas o generás una deflación prolongada para que bajen los precios de la leche o bajás impuestos, como dice Milei…

–Tendría que ser con crecimiento. Esta es la principal diferencia que teníamos en el modelo económico entre Milei y Massa y Unión por la Patria. Acá no hay drivers de crecimiento económico. ¿Qué industria crece? Las provincias están ahogadas. A los importadores le puso impuesto PAÍS. El superávit fiscal fue histórico, pero porque no ejecutaron fondos, no le pagan a Cammesa (Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista), no le pagan a las distribuidoras, ¿de qué estamos hablando? Caputo es un gran ingeniero contable y financiero, pero no hay economía real detrás de eso. Las empresas están cerrando. Ponele que el Senado le apruebe el RIGI, pero en un momento donde no hay tasas altas por qué van a venir a buscar rentabilidad acá con toda la inestabilidad que puede generarse. Dejamos de lado las inversiones propias, no hay inversión en gasoductos ni en lo nuclear, cuando somos uno de los países pocos países de América Latina con energía nuclear.

¿Algo bueno que hizo Milei en estos cinco meses de gobierno?

–No salir del cepo. La corrida cambiaria, si hubiese salido del cepo, hubiese sido mucho peor. Lo que pasa es que el propio FMI es el que le dijo a Mauricio Macri que ponga el cepo. El problema es que cada vez el monstruo financiero es más grande. Así como el sistema financiero nacional está muy limitado después de la crisis de 2001, hubo todo el proceso de las ALYC (agentes de liquidación, como se llaman las sociedades de bolsa) y las fintech, lo que se compra de dólar MEP, la desregulación de las criptomonedas… no dimensionamos la profundidad que el sistema pueda tener tanto para capturar ahorros que no van al sistema productivo como para después trasladar efectos sobre la economía real. Hay una nebulosa financiera que aún no podemos dimensionar.

Por Alejandro Rebossio-ElDiarioAR