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Cavallo: “El Gobierno debería hacer los ajustes de tarifas que faltan antes de fin de año”

El ex ministro de Economía y ex presidente del Banco Central dijo en una entrevista con Infobae que el Poder Ejecutivo debe remover del horizonte las expectativas de tarifazos. El rol del Congreso

No fue sencillo lograr una entrevista con quien fuera el único ministro de Economía de la Argentina que, en los últimos 50 años y luego de la hiperinflación de 1989 y 1990, logró bajar la tasa de inflación desde niveles de casi tres dígitos al año a un dígito porcentual bajo; y, al mismo tiempo, impulsar reformas claves que posibilitaron renovar el acervo productivo y la infraestructura después de más de medio siglo de atraso. A pesar de esos logros de los que muchos se niegan a hablar, se lo critica con crudeza por los defectos y perjuicios que se generaron a fines de los 90, cuando ya no era ministro, en el segundo mandato del presidente Carlos Menem; también por el desenlace del Gobierno de Fernando de la Rúa, cuando la crisis ya estaba echada, por su receta de poner el corralitoal uso de efectivo, que fue severamente rechazada por la sociedad, aún cuando propiciaba el blanqueo de la economía.

Sin embargo, en momentos en que el presidente Mauricio Macri llamó a “no tenerle miedo a los reformas”, y con un Banco Central que volvió a subir la tasa de interés de referencia a un nivel que es casi tres veces el de la meta de inflación para 2018, la experiencia estabilizadora de Domingo Cavallo puede dar luz sobre qué debería hacer la dirigencia para que el país no sólo pueda volver a tener una suba de los precios en el rango de un dígito porcentual bajo por año, sino también crecer de modo sostenido y sustentable, que son los requisitos necesarios, aunque no suficientes, para erradicar la pobreza.

– El Presidente dijo en su primera conferencia de prensa pos elecciones que “Argentina no tiene que tenerle miedo a las reformas; es crecer”. ¿Que reflexión le generó? ¿Cree que le habló a la ciudadanía o particularmente a la dirigencia política?
– Me gustó el tono que utilizó Mauricio Macri y también el contenido del mensaje. Creo que le habló a la gente, pero también a la dirigencia. Su insistencia en la necesidad del diálogo para obtener consensos y llevar adelante reformas que luego se mantengan en el tiempo, me pareció muy positivo.

– Desde la vuelta de la democracia, en 1983, hemos visto que muchas veces se intentaron planes de estabilización y reformas estructurales, pero salvo en la primera mitad de los 90, en general quedaron inconclusas y se repitieron las crisis políticas y económicas recurrentes, con el común denominador de terminar con altos déficit fiscal. ¿Por qué cree que la dirigencia política no comprende la necesidad de avanzar y sostener las reformas, en particular en lo que  respecta a reducir el tamaño del Estado, para poder crecer de modo sostenido y sustentable?
-Creo que hay que distinguir entre reformas de la organización, que tiene que ver con las reglas de juego en la economía, y los cambios en la política económica. Lamentablemente en la Argentina se pone más énfasis en el cambio de las políticas económicas que en las reformas, que son las que tienen que ser permanentes y sólo modificarse marginalmente. Esas son las que se deben discutir en el Congreso, porque requiere de la sanción de leyes, pero no leyes demasiado detallistas y reglamentaristas, sino que sean el marco que definan lo que Juan Bautista Alberdi llamaba el “sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina”. Creo que si el presidente Mauricio Macri, con los gobernadores, los legisladores, y también con las corporaciones empresariales y sindicales, apunta a discutir y acordar buenas reglas de juego para la economía, va a tener un triunfo importante, en el sentido de que esos cambios se van a mantener en el tiempo.

¿Y en lo que respecta a las políticas económicas?
– Las políticas económicas, como las monetarias; incluso cómo se producen los ajustes de política fiscal, sobre todo por el lado del gasto, esa naturalmente es responsabilidad de los Ejecutivos nacional y provincial. Ahí también tiene que haber consensos, pero en ese caso debe haber diálogo entre el Presidente y los gobernadores, no de negociaciones de leyes.

 ¿En materia económica cuáles son las leyes fundamentales?
– Las más importantes son las que se vinculan con el sistema impositivo, y también a las regulaciones, como las laborales, al comercio exterior. En eso, lo importante es dejar para los Ejecutivo Nacional y Provincial los aspectos reglamentarios, pero definir con leyes marcos y bien diseñadas la reglas de juego fundamentales.

– ¿Se debe discutir una reforma tributaria fundamental, que debiera derivar en la reducción de la ya elevada presión tributaria, cuando previamente no se ejecuta una severa baja del abultado gasto total, que provoca un alto déficit fiscal global?, porque daría lugar inicialmente a la disminución de los recursos que agravaría el desequilibrio de las finanzas públicas…

– Obviamente, la reducción del gasto público que requiere básicamente de decisiones de los Poderes Ejecutivos, por su puesto que requiere de la aprobación de los Presupuestos. Pero, aún cuando el Legislativo autorizara un nivel de gasto alto, el Presidente y los gobernadores si están dispuestos a cortar nadie se lo impide. Por tanto, la reducción del gasto es una responsabilidad del Poder Ejecutivo. Y creo en esa materia el Gobierno de Macri ahora tiene la ventaja de que se va a sentir con más poder y que se va a animar, o espero que se anime, a tomar más decisiones en esta materia. No se le puede asignar responsabilidad al Congreso la cuestión de recorte del gasto público, si tiene que asumir el rol de definir el sistema impositivo y de la eliminación de regulaciones innecesarias e ineficientes; y en todo caso legislar sobre buenas regulaciones.

–  Pero hasta ahora el Gobierno sigue usando lo que se bautizó como “superpoderes delegados por el Congreso”, de aumentar el gasto público a través de Decisiones Administrativas firmadas por el Jefe de Gabinete y el ministro de Hacienda, que ya elevaron el déficit nominal previsto en más de $45.000 millones, la última se publicó en el Boletín Oficial el día después del triunfo en las elecciones de medio término…
– Ya han dicho que van a dejar de lado los superpoderes y que van a dejar que termine la vigencia de la Ley de Emergencia Económica. Una cosa que debería hacer el Gobierno es volver a los principios que tenía la Ley de Administración Financiera sancionada en octubre de 1992, que no permitía pasar partidas de gastos de capital a gastos corrientes, y que sólo autorizaba transferencia de partidas entre las jurisdicciones sin alterar el monto total.Por tanto, una vez aprobado el Presupuesto el Poder Ejecutivo no debería disponer de subas por decreto o Decisiones Administrativas, sino que debiera trabajar en bajar el gasto público.

– Uno de los argumentos que los últimos gobiernos usan para justificar el aumento del gasto por sobre lo previsto en el Presupuesto es que la movilidad jubilatoria; los aumentos de los salarios del Poder Judicial; y de las Fuerzas Armadas, no pueden preverse. ¿Cuando fue ministro de Economía, se encontraba con esas limitaciones para definir el plan de gastos y recursos?
– Esos aumentos deberían estar previstos en el Presupuesto, pero una cosa es el Poder Ejecutivo del año pasado, y también hasta antes de las elecciones del último domingo, que obviamente explican muchas de las cosas que han ocurrido; y otra cosa va a ser lo que podrá hacer a partir de 2018. Creo que el Gobierno va a estar más fortalecido. En materia de gastos salariales en el sector público en particular, pero también en el sector privado, va a tener que ser más firme en el sentido de inducir a que se ajusten a sus expectativas inflacionarias. Éstas no sólo se determinan por la política monetaria. Creo que cuando hay tanta inercia inflacionaria y se han heredado tantos desajustes en los precios relativos, el Gobierno tiene que tener herramientas para influir directamente sobre el sendero del nivel general de precios.

– ¿Qué herramientas le falta?
– Creo que el Gobierno también tendría que explicitar no sólo la regla de manejo de la tasa de interés, sino también la regla de intervención en el mercado cambiario. El Banco Central hace un discurso como si hubiera flotación libre y limpia, pero luego interviene en el mercado de cambios. La intervención me parece apropiada, porque con tanto ingreso de dólares si la autoridad monetaria no los compra el peso se apreciaría exageradamente, pero también va a haber un momento en que si salen los capitales el Banco Central también va a tener que intervenir vendiendo para evitar una devaluación excesiva. Por tanto, sería bueno que el Gobierno defina una banda de flotación, de tal forma que el ritmo de cambio de la banda sea un elemento que ayude a la planificación de las empresas, pero fundamentalmente al las expectativas inflacionarias descendente. Y tendría que también ajustar el aumento de los salarios a esa meta, y ser firme. Además de tratar de convencer a empleadores y sindicatos de que en las negociaciones salariales también respeten esa expectativa.

– Entonces, cree que el Gobierno debe intervenir en las negociaciones salariales entre privados. ¿No deberían ser libres?
– En un momento en el que se quiere luchar contra la inflación es fundamental que el Gobierno trate de influir sobre la formación de expectativas sobre el sector privado. Por supuesto que tiene que asumir sus propios compromisos. En ese sentido, me parece que el Presidente Macri debiera aprovechar los dos meses que faltan para el cierre del año para ajustar lo más posibles los desajustes que mantienen los precios relativos, aunque agregue algunos puntos de inflación en este año calendario, para luego remover del horizonte los tarifazos en el futuro, porque mientras haya pendiente ajustes de tarifas por arriba de la inflación, eso va a hacer factor que va a dificultar expectativas de inflación.

– El Gobierno habla a menudo sobre la necesidad de ir eliminando los subsidios económicos, que implican luego un aumento de tarifas, pero poco dice sobre los precios administrados de los servicios privados, y de algunos productos, como cigarrillos y medicamentos, que provocan, cuando los autoriza a subir, efectos sobre las expectativas, ¿cree que debiera comenzar a liberar todos los precios de la economía, como hizo a comienzos de este mes con los combustibles?
– Creo que habría que avanzar lo más rápido posible en la liberación de los precios en los mercados que haya competencia y en donde el sector privado tiene que asumir la responsabilidad de la política de precios lo haga, y que el Gobierno intervenga lo menos posible. Mientras se mantengan intervenciones en los mercados y haya claro desajustes en los precios relativos de toda la economía va a ser difícil inducir expectativas declinantes de inflación.

– Algunos economistas, y también ex presidente del Banco Central, como Martín Redrado, sostienen que el manejo de la tasa de interés en una economía con muy reducida proporción del crédito sobre el PBI es ineficaz por sí sola para avanzar en el proceso de desinflación, como define la actual autoridad monetaria, Federico Sturzenegger, ¿comparte ese criterio?

– No, creo que si el Banco Central se despreocupara del manejo de la tasa de interés posiblemente se descontrolaría el tipo de cambio. Quizás no influiría mucho en el nivel de la demanda agregada, que es lo que quiere decir Martín Redrado, pero me parece que podría producirse un ritmo de devaluación más alto, y si es más alta de la esperada, también será difícil influir sobre las expectativas descendente de la inflación. Ahora, pienso que no es bueno que la tasa de interés sea la única herramienta monetaria que maneje el Banco Central, dado que interviene en el mercado cambiario. Y así como anunció una regla para la tasa de interés, también debería anunciar la regla de intervención en la plaza cambiaria.

– ¿En materia fiscal cómo ve el desempeño del Gobierno? Los últimos datos a septiembre volvieron a mostrar una clara desaceleración del ritmo de aumento de gasto, por debajo del crecimiento de los ingresos, y consecuentemente bajó el déficit primario, pero toda esa mejora se diluyó con el incremento del pago de intereses de la deuda pública.
– El Gobierno se tiene que proponer para el año próximo una reducción significativa del déficit total; no sólo 1% del PBI a nivel primario; sino que, por lo menos no haya aumento de la factura de intereses. Y aprovechando que está bajando el índice de riesgo país, y sobre todo si el Banco Central, al anunciar también una regla cambiaria puede también aflojar un poco en materia de tasas de interés, a lo mejor, aún con niveles de endeudamiento que van a seguir creciendo, el servicio de la deuda para el sector público puede mantenerse constante, en cuyo caso la baja que se produzca en el déficit primario, va a ser igual a la del desequilibrio total. Además hay que ver el déficit fiscal de las provincias, porque en la Argentina las crisis fiscales tuvieron mucho más que ver con los desajustes provinciales que con nacionales, porque también se endeudan con el exterior; también con sus proveedores; y peor aún si se endeudan con los bancos locales, como ocurrió entre 1997 y 1999, que fue lo que provocó en definitiva la crisis de 2001. Pero también la crisis del Tequila, en 1994/95, el aspecto vulnerable en la economía local fue el endeudamiento de las gobernaciones con los bancos provinciales, que todavía no se habían privatizado.

– Del lado del gasto público, los economistas del Gobierno aseguran que tiene una elevada rigidez a la baja, por el peso del gasto social, salarios, jubilaciones; intereses de la deuda, la movilidad jubilatoria y de la AUH, ¿cree que es así, o su experiencia le indica que hay margen para lograr ahorros, más allá de la necesidad de invertir en obra pública que fue singularmente abandonada en los últimos años?
– Me parece que hay margen para ajustar. En materia de sueldos,  a medida de que la gente se va jubilando y retirando, e incluso echando mano a la eliminación de reparticiones y programas innecesarios, se pueden hacer recortes de personal. Hay una disposición que dice que cuando se elimina un organismo, o una posición dentro del Estado, el que lo estaba ocupando tiene derecho a seguir cobrando un año y luego se lo puede desvincular. Por supuesto que puede ser duro para el que resulte afectado; pero también mantener a las personas en actividades absolutamente improductivas, a la larga es malo para él, porque no se desarrolla y pierde motivaciones de superación; sobre todo para gente joven que está en actividades absolutamente improductivas, y que simplemente entró a la función pública porque adhirió al relato kirchnerista. Lo mejor es que busque desarrollarse en el sector privado.

– El Presidente de la Nación, y también el ministro de Hacienda, comenzaron a decir que ya se inició el ciclo más largo de crecimiento de la economía, ¿considera que están dadas las condiciones para que eso ocurra?
– Ojalá que sea así. Creo que la clave está en que queden definidas buenas reglas de juego para la economía, y que estén explicitadas de tal manera que la dirigencia en general, la gente, estén comprometidos y convencidos en la necesidades de mantener esos lineamientos.

– ¿Cuáles serían esas reglas de juego que hay que definir y legislar?
– Hay que definir muy bien el rol del sector público, y los mecanismos  institucionales para la toma de decisiones; y lo mismo para el sector privado. Hay que dejar de lado aquella organización que tuvimos durante 45 años, prácticamente desde 1945 hasta 1990, y que se recreó con el duhaldismo y el kirchnerismo de tener una especie, en los términos de Adolfo Sturzenegger (Nota del Editor: economista y padre del presidente del Banco Central de la República Argentina), “un socialismo sin plan y un capitalismo sin mercado”. El sector público tiene que tener una dimensión adecuada para lo cual hay que reducir el gasto público, pero además tiene que dedicarse eficientemente a la provisión de bienes públicos; y también utilizar el Presupuesto para la redistribución equitativa del ingreso y de la riqueza; y no debe tomar a su cargo las decisiones de inversión en la economía, y mucho menos las decisiones de producción de bienes y servicios, que se las tiene que dejar al sector privado. Ahora, el sector privado tiene que hacerlo asumiendo esa responsabilidad y los riesgo que implica, pero también siendo capaz de obtener los beneficios y estímulos que lo van a inducir a invertir y producir más. Para eso hay que dejar que funcionen los mercados de la manera más libre posible y la economía tiene que abrirse e integrarse al mundo. Por supuesto que estuvo muy bien que se eliminaran los impuestos a las exportaciones. Y va ayudar mucho que el tipo de cambio vaya a un nivel de equilibrio sustentable en el tiempo, para que haya un claro estímulo a las ventas externas. Pero también va a ser necesario abrir la economía por el lado de las importaciones.

– Ahí es donde aparecen muchos industriales que temen una apertura indiscriminada que atente contra la producción y el empleo…
– Para que no se destruya la actividad productiva, previamente a la apertura comercial habrá que hacer las reformas regulatorias que contribuyan a la reducción de los costos de producción, y cómo que se remuevan las trabas que tiene la inversión eficiente en la Argentina.

– El Gobierno está tomando medidas replicando los planes de competitividad de los 90 que ahora los llama acuerdos sectoriales, que ponen el acento en el incentivo a la inversión y producción con reducción de las cargas patronales sobre los salarios para los nuevos empleos y flexibilizaciones en el contrato de trabajo. ¿Ahora que ha logrado que a partir del 10 de diciembre tenga más peso legislativo, cree que se debe impulsar un régimen de competitividad general, o mantener el criterio selectivo, caso por caso?

– Las reformas de fondo, incluida la impositiva, y también la laboral, aunque de eso no se habla mucho actualmente, tiene que ser general. Pero me parece muy bien que el Gobierno encare negociaciones sectoriales para remover muchas distorsiones que son específicas de cada actividad, y hacerlo pidiendo que haya una contribución del empresariado, del sector laboral y, por supuesto, del propio Estado. Lo más importante es contar con un marco regulatorio que no imponga trabas a la inversión eficiente, y que posibilite un aumento de la competitividad y productividad de la economía, es esencial. Eso tiene que salir del Congreso.

– Usted mantiene activas relaciones con influyentes personalidades del mundo empresario y financiero de todo el mundo, ¿cómo se percibe el escenario interno y externo?
– El mundo está creciendo más vigorosamente que en el pasado reciente. Los pronósticos del Banco Mundial para 2018 son de un crecimiento global más alto que en todos los años anteriores, desde la crisis de 2008/2009 hasta acá. También hay algunas dificultades en los países de la ex Unión Soviética. Los mayores problemas están en nuestra región, con el caso extremo de Venezuela; después Brasil que  ha empezado a salir de una recesión fuerte; y nosotros que hemos estado prácticamente cinco años con estanflación. Quiero destacar que todo lo que se habla sobre el proteccionismo en los EEUU, o la desintegración de Europa, para mí son cosas que no van a ocurrir, porque la globalización es un fenómeno también de naturaleza tecnológica y hay demasiados intereses creados en mantenerla, por más que algunos dirigentes políticos digan que se volverá atrás. El gran peligro es que haya algún conflicto bélico. Hay también el peligro de que se estén desarrollando algunas burbujas y que al acomodar las políticas monetarias pueda haber algún efecto sobre el mercado de capitales. Pero en general no veo nubes demasiado graves en el horizonte externo.

– ¿Le inquieta el ritmo del endeudamiento del Gobierno nacional?
– La Argentina debiera ser prudente en su política de endeudamiento, por eso la importancia de reducir el déficit fiscal, o conseguir más rápido crecimiento.

– El sector privado aspira a que la reforma impositiva ponga el acento en la baja de los impuestos distorsivos, como al cheque, Ingresos Brutos en las provincias, y sobre la nómina salarial, ¿cree que eso puede conspirar inicialmente contra el objetivo de reducción del déficit fiscal?
– Cuando se habla de la disminución o incluso eliminación de algunos impuestos que desalientan la inversión eficiente, y los que encarecen los costos de producción y quitan competitividad, esa puede ser una palanca para el crecimiento económico, y en definitiva obtener igual o más recaudación que antes, con menos presión tributaria.

– Habló al pasar de “algunas burbujas”, ¿cree que el auge de los créditos hipotecarios ajustables por UVA han comenzado a generar una burbuja de precios en el mercado inmobiliario; lo ve como un fenómeno transitorio o por un largo tiempo?
– Siempre que hay un gran aumento de demanda puede haber un fenómeno de incremento de los precios mayor al que correspondería. Pero creo que en este caso del sector inmobiliario, la respuesta del lado de la oferta puede ser rápida. Además, creo que el aumento del crédito hipotecario puede impresionar, pero eso ocurre porque se parte de niveles muy bajos, pero tenderá a normalizarse. Creo que el Gobierno debiera alentar la inversión privada en construcción de viviendas, aunque la experiencia es que reacciona rápido, por lo que no espero que sea un peligro la actual burbuja inmobiliaria, sobre todo porque los créditos que se dan harán que la gente no se engañe, porque la cuota en términos reales no va a disminuir, como ocurría en el pasado con las líneas a tasa de interés fija en pesos; y además, si en algún momento la tasa de inflación se fuera a disparar, o más alta que el aumento de los salarios habría  una extensión de plazos y un límite a la suba de la cuota, lo que evitaría que la gente se asuste.