Aun teniendo medios de combate modernos y personal capaz, toda misión militar requiere dos aspectos clave: Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISR) por un lado, Comando y Control (C2) por el otro. En este sentido, ¿qué representa la compra de cuatro aviones P-3C/N Orión para la Armada Argentina?
Las Armadas de todo el mundo deben tener además de medios de combate modernos y personal militar capacitado y capaz con Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISR) y Comando y Control (C2). Son dos componentes que podrá sumar la Armada Argentina a partir de la reciente compra de cuatro aviones P-3C/N Orión.
Se trata de un gran paso para la Defensa Nacional, al que debe seguir la puesta en servicio de los cazas SUE/SEM mientras se gestiona la compra de F-18 Hornet usados.
Las lecciones que dejó la Guerra de Malvinas
El 2 de abril de 1982, las Fuerzas Armadas argentinas recuperaron la soberanía de las Islas Malvinas con los medios que tenían, pese a que el adversario era ni más ni menos la tercera potencia militar del mundo y que varios de los sistemas de armas en dotación -bombarderos Camberra, helicópteros Sea Lynx, destructores T-42, etc.- eran fabricados por los ingleses.
Tras recuperar las Malvinas, la Inteligencia británica rápidamente analizó y ponderó cuáles eran las mayores fortalezas bélicas de las FF.AA. argentinas:
- Los aviones Super Etendard (SUE) armados con misiles antibuque AM-39 Exocet del Comando de la Aviación Naval (COAN) de la Armada Argentina (ARA)
- Los submarinos de la ARA (especialmente los U-209 con torpedos SST-4)
- Los destructores T-42 de la ARA con misiles antiaéreos Sea Dart de gran alcance
- Los aviones de combate (A-4B/C Skyhawk, Mirage, Dagger, Camberra, Pucará) de la Fuerza Aérea Argentina (FAA)
- Las tropas Comandos del Ejército Argentino (EA)
No hay dudas que los ingleses acertaron en identificar cuáles eran los medios y personal militar argentino que podría presentarles mayores riesgos en orden a dificultar o imposibilitar la restauración de la ilegítima ocupación británica en nuestros archipiélagos australes y, de inmediato, se pusieron a pensar y actuar -en el plano militar, tecnológico, político, económico y diplomático- para contrarrestar/eliminar cada fortaleza argentina.
El establecimiento de un embargo de armas por parte del Reino Unido (RU) y sus aliados de la OTAN generó que Francia no entregara a tiempo los 9 misiles AM-39 restantes de un total de 14 Exocet que había adquirido la Armada Argentina en 1981. Este fue el mayor logro de los británicos para asegurar el éxito de su campaña bélica en el Atlántico Sur.
El imprescindible binomio de aviones exploradores y cazas
Al comenzar la guerra, en abril de 1982, la Armada Argentina solo disponía de cinco aviones Super Etendard y otros tantos misiles antibuque Exocet. Con estos escasos, pero modernos medios, la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque del Comando de la Aviación Naval ejecutó -sin sufrir bajas humanas ni pérdidas de material- tres misiones exitosas contra la flota inglesa:
- El 4 de mayo atacó al destructor HMS Sheffield (que se iría a pique días después)
- El 25 de mayo hundió al portacontenedores Atlantic Conveyor
- El 30 de mayo, averió seriamente al portaaviones HMS Invencible
Centrándonos en la operación del 4 de mayo, fue la única que realmente se ajustó a lo que establecía la doctrina del Comando de Aviación Naval respecto a cómo debía ejecutarse un ataque aeronaval contra un buque enemigo, marcando un hito a nivel mundial al ser la primera misión de guerra en la cual aviones lanzaron misiles para hundir buques enemigos.
En ese sentido, en 1982, la doctrina del COAN (compendio de tácticas y técnicas sugeridas para diversos escenarios) ya preveía operar aeronaves de patrulla marítima (MPA) con gran autonomía para obtener Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISR) a fin de detectar e identificar blancos, conocer su posición, rumbo (dirección) y velocidad, capacidades de combate, etc.
Asimismo, los aviones de exploración marítima también debían tener capacidad de efectuar el Comando y Control (C2) de los medios de combate propios (cazas desplegados desde bases en tierra o portaaviones) con el objeto de guiarlos con precisión hasta los blancos, alertarlos de amenazas aéreas o de superficie en el trayecto a recorrer, brindarles cierta capacidad de Búsqueda y Rescate (SAR), etc.
La audacia de los pilotos de la Armada Argentina en Malvinas
La detección del destructor HMS Sheffield fue posible gracias al coraje y profesionalismo de la tripulación de un avión de patrulla marítima Lockheed SP-2H Neptune (matrícula 2-P-112) de la Escuadrilla de Exploración del COAN, que había despegado a las 05:07hs de la mañana del 4 de mayo de 1982 desde la Base Aeronaval Río Grande (provincia de Tierra del Fuego), para informar la presencia de buques ingleses al oeste de las Islas Malvinas.
Mientras el veterano Neptune cumplía su misión de vigilar el litoral marítimo, a las 07:10hs detectó la presencia de varios buques y, tras confirmar con el sistema de contramedidas electrónicas que se trataba de unidades inglesas, el comandante de la aeronave informó esta novedad.
Sin perder tiempo, el COAN ordenó el despegue a las 09:45hs de dos cazas Super Etendard, armados con un misil AM-39 Exocet cada uno, para atacar el blanco más rentable, de mayor tamaño, pensando que sería uno de los portaaviones ingleses.
Dado que la valiente tripulación del Neptune había identificado las emisiones del radar de exploración del blanco compatibles con las de un destructores T-42, de los cuales la Armada Argentina había adquirido pocos años antes dos ejemplares al Reino Unido, el comandante del avión explorador mantuvo a una distancia mínima que permitiera la detección sin entrar dentro del rango de los misiles antiaéreos Sea Dart.
Una misión que combinó Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento
Durante casi tres horas y media, mientras realizaba maniobras distractivas simulando el típico perfil de vuelo en zigzag de una operación de Búsqueda y Rescate, cada tanto el Neptune argentino ganaba altura y encendía su radar APS-20 para actualizar la posición de los buques ingleses y transmitírsela a los Super Etendard que ya iban camino a su blanco.
A las 10.04hs de la mañana, ambos Super Etendard se reunieron con un KC-130H de la Fuerza Aérea Argentina para reabastecerse de combustible en vuelo y, casi media hora más tarde, recibieron la última posición actualizada del HMS Sheffield. A las 11:04hs, estando a menos de 30 millas náuticas del blanco, ambos cazas argentinos lanzaron sus respectivos misiles AM-39 Exocet contra el destructor inglés más moderno.
Mientras el avión explorador Neptune y los Super Etendard regresaban a la Base Aeronaval Río Grande la Flota británica desplegada en Malvinas sufría el primero de los mortíferos ataques de la Aviación Naval argentina. Varios buques ingleses se aproximaron al HMS Sheffiel para intentar sofocar el grave incendio que había generado el impacto de uno de los Exocet, 20 tripulantes fallecieron, otros tantos resultaron heridos y el destructor se terminó hundiendo pocos días después.
El binomio de aviones de exploración y cazas de ataque, empleados hábil y valientemente por las tripulaciones del Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina, había demostrado su capacidad de generar daños letales al oponente, aun tratándose del Reino Unido, por entonces la tercera potencia militar del mundo, que disponía de los buques más avanzados y mejor protegidos de la OTAN.
A 42 años de la guerra, la Armada recupera capacidades para vigilar el litoral marítimo argentino
No hay dudas que la incorporación de los cuatro aviones P-3C/N para la Armada Argentina será de gran utilidad para vigilar y controlar el extenso y rico litoral marítimo argentino.
La compra de los cuatro aviones de exploración Orión (tres P-3C y un P-3N), de los cuales el primero fue recibido el pasado 2 de septiembre y los tres restantes llegarán antes de mitad del 2025, costó poco más de U$S 60 millones. A ellos se sumará un ejemplar P-3B que está en la etapa final de mantenimiento mayor para volver al servicio activo.
Con estos cinco aviones Orión, el Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina recupera y amplía significativamente las capacidades de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración, con asiento en la Base Aeronaval Trelew (Provincia de Chubut), para desarrollar misiones de control de tráfico marítimo y pesca ilegal, guerra antisuperficie y antisubmarina, búsqueda y rescate en el mar, etc.
La imperante necesidad de contar con cazas modernos para la Armada
Sin embargo, tal como quedó demostrado en Malvinas, se requiere aviones de exploración y también cazas modernos para realmente defender la soberanía en nuestro litoral marítimo.
En esa línea, resulta necesario que el Ministerio de Defensa y la Armada Argentina adopten con urgencia las medidas necesarias (administrativas, técnicas, presupuestarias, etc.) para poner en servicio al menos 4 de los 9 Super Etendard (SUE) y 5 Super Etendar Modernise (SEM) en dotación y, mientras, gestionar la incorporación de 12 a 18 cazabombarderos de un modelo más moderno y con mayor vida útil remanente, como los F/A-18 Hornet.
Tras casi dos siglos de constantes reclamos diplomáticos, los argentinos en general y muy especialmente aquellos que llegan a cargos en el Poder Ejecutivo y Legislativo de la Nación, deberían tener presente que nuestro país necesita disponer de Fuerzas Armadas equipadas con medios modernos y personal adiestrado, a fin de proteger nuestros intereses vitales.
(*) El autor es Licenciado en Administración y del Posgrado en Artillería de la Universidad Nacional de Defensa, Master europeo (EOI España) y Magíster ITBA en Dirección Estratégica y Tecnológica. Fue Oficial Comando Naval de la Armada Argentina; Asesor de los Ministros de Defensa y de Seguridad de la Nación. Actualmente es Director en Argentina de la Corporación Científica del Sector Aeroespacial de Colombia.
José Javier Díaz-Def